No se conformó con detener el tiempo. Comenzó a parecer más joven, se le borraron algunas arrugas, le creció de nuevo el pelo, el dolor de espalda le desapareció, y sus ojos comenzaron a mirarlo todo desde mucho más alto. Justo cuando se disponía a salir y contarlo, expiró. Había empleado toda su energía en hacerlo andar para atrás.
** Este título de un microrrelato de Gabriel Biurrun publicado en el blog La nave de los locos, inspiró este micro.
Guerrero
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