
Se me escapan las palabras entre los dedos, que no aciertan a dar en el blanco de las teclas de mi artefacto móvil. En blanco me quedo tras los repetidos intentos de asesinar mentalmente al corrector en línea.
Todo el mundo entenderá que no lo ponga, todos, menos Floriance, profesora de lengua - francesa - en un instituto en Grenoble. Ella me devolverá una corrección no buscada. El instante real ortográfico pisoteará el otro, el momento irreal, suspendido del primer verso, cuando le digo que la amo. Y nos disfrazará de dos extraños que juegan con sus distintos cacharros, a enviar, camuflados bajo la tarifa plana, mensajes que debieron susurrarse al oído.
Toi, ma maîtresse.
Todo el mundo entenderá que no lo ponga, todos, menos Floriance, profesora de lengua - francesa - en un instituto en Grenoble. Ella me devolverá una corrección no buscada. El instante real ortográfico pisoteará el otro, el momento irreal, suspendido del primer verso, cuando le digo que la amo. Y nos disfrazará de dos extraños que juegan con sus distintos cacharros, a enviar, camuflados bajo la tarifa plana, mensajes que debieron susurrarse al oído.
Toi, ma maîtresse.
Guerrero