EL BESO
(Novena entrega)
-Primero vamos a ir a ver una obra de teatro al
Centro Libanes. Se llama Siete mujeres. Es una comedia, y según tengo entendido
es muy divertida. La función comienza a las nueve treinta. Termina antes de las
once treinta y de ahí, nos vamos a cenar. ¿Tienes preferencia por algún tipo de
comida?
-No. No tengo una preferencia en especial.
Sorpréndeme.
Después
de algunos comentarios, terminaron la conversación y se despidieron. A la hora
convenida Charly toco a la puerta y salió Rosi, vestida con elegante vestido
azul, con mangas, que enmarcaba su delineada figura. Su rostro, estaba
maquillado sin exceso, con elegancia, lo que remarcaba sus finas facciones y resaltaba
el color y el brillo de sus ojos. Sus elegantes zapatos de mediano tacón, le
daban la estatura ideal, acorde con la de Charly. En el brazo, portaba un
bolso, que hacia juego con los zapatos, y un ligero abrigo, que combinaba con
su atuendo. Todo ello, lo remataba un sutil, pero agradable perfume, que no
paso desapercibido para él, al momento de saludarla. En suma, se podía decir
que nada tenia que envidiarle, a ninguna mujer del mundo. Charly, al verla, con
una sonrisa de satisfacción y orgullo, exclamó:
-¡Que hermosa eres!
-Gracias.
-No cabe duda de que soy un hombre afortunado.
Con
una coqueta sonrisa, respondió:
-Que amble.
La
acompaño hasta el coche, le abrió la portezuela y una vez que estuvo dentro, la
cerro, subió al auto y enfilaron al teatro. La comedia resulto ser ligera e
ingeniosa. Produciendo, en algunos momentos, carcajadas al público y en otros reflexiones.
De vez, en cuando Charly, se acercaba al oído de la chica para susurrarle algún
comentario. El final, llegó y el público ovaciono a las actrices. De camino al
restaurant, intercambiaron comentarios sobre la obra y sonrisas. Al fin,
llegaron al Bellini. La característica de este restaurant es que se encuentra
en el piso cuarenta y cinco del World Trade Center y es giratorio. En la noche,
todo esta a media luz a fin de que los comensales pueda admirar la Ciudad.
Pero, esto, también le da un toque romántico, que se acentúa con un pianista
que ameniza la velada. Puestos de acuerdo con la cena, que consistió en una
ensalada “cesar” y una tabla de quesos; pidieron una botella de Rioja, para
acompañar los alimentos. Sentados en un “pulman” semi-circular, podían admirar
la gran ciudad a sus pies, lo mismo que mirarse de frente. La distancia que
había entre ellos, no impedía que el aroma de su perfume, llegara hasta él. La
platica toco tantos temas como les fue posible, en casi todos los tópicos
coincidían o bien, complementaban la idea del otro. De vez en cuando Charly
para enfatizar sus comentarios, ponía su mano sobre la de ella. Al hacer esto,
apreciaba la suavidad y tersura de su piel. Por su parte, Rosi, recibía estos
contactos, como una muestra mas de la complicidad que compartían. Al igual que
en la comida del día anterior, el tiempo se fue volando y cuando se dieron
cuenta, solo estaban ellos y otra pareja. El mesero, de vez en cuando, pasaba
preguntando si se les ofrecía algo mas. Pero, Charly contestaba que no. Hasta
que finalmente pidió la cuenta. Salieron del restorán, cera de la una y media.
Durante el trayecto a la casa, Charly la tomo de la mano, y de nueva cuenta
disfruto de la tersura y suavidad de su piel, que en esos momentos estaba
dulcemente cálida. Llegaron a la casa. El le abrió la portezuela del coche y
tomados de la mano la acompaño a la puerta de la casa. Comenzaron a despedirse.
Pero, la noche era cálida, la hora proporcionaba un silencio y una quietud que
invitaba a la intimidad. La luna llena, brillaba en todo su esplendor y era
testigo mudo de todo lo que sucedía. De repente, ambos, arrobados por la
situación quedaron en silencio, viéndose directamente a los ojos, con una
mirada llena de sentimiento. No supieron cuanto duro, esa mirada, pero en ella,
volcaron sus sentimientos y esperanzas. En forma, muy lenta, casi, se podría
decir, en cámara lenta, comenzaron a cerrar sus ojos y a acercar sus rostros,
mientras sentían dentro de si, un inefable arrobamiento. Sus sentidos,
comenzaron a obnubilarse. Los latidos de sus corazones, comenzaron a aumentar
su frecuencia. Sus labios, finalmente, se encontraron, y comenzó a fluir en
ellos, una sensación tan indescriptible, como sublime. No era el simple
contacto físico de dos bocas, era mucho mas. Era la unión del entendimiento,
del complemento, de lo buscado, de lo encontrado, de lo perdido. Si ahí,
estaban Charly y Rosi, en medio de la noche, en la ciudad mas grande del mundo,
encontrándose con el sentimiento mas hermoso que experimenta la humanidad, todo
ello, plasmado en un beso.
Enhorabuena Capitán, no solo por el relato, sino además por la máxima de haberlo llevado hasta el final. Sencillo... para que más. Un título para un final. Buena manera de cerrar el círculo.
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