PARA
TI
Era poco más de medio día, el clima, a
pesar de que el astro rey estaba en su plenitud era agradable, caminaba por el
patio de mi antigua escuela, sin más preocupación que la de transitar frente a
sus edificios, con paso pausado y la mente volando en mil y una cosas avanzaba.
Aunque habían pasado muchos años, desde que estuve por ahí, me sentí en casa,
familiarizado con el entorno y la certeza de haber vivido buenos momentos en
ese colegio. Todo era diáfano. En ello estaba cuando la vi venir de frente,
delgada, alta, espigada, con el pelo largo y un flequillo cubriéndole la
frente. Sentí un inmenso regocijo, su imagen irradiaba juventud, alegría,
energía. Conforme nuestros pasos nos acercaban mi corazón se sentía más
dichoso. Sin saber como, ni porque, todo pensamiento desapareció de mi mente para
dar paso a esa imagen-alegría-exultación que se apoderó de mi. Poco faltaba
para que estuviéramos cara a cara y quería pensar en las palabras que debería
de utilizar para saludarla, pero mi mente no respondía, seguía en la marcha de
la felicidad. Su cara denotaba un malicioso-delicioso-regocijo. Ello me
descolocaba de cierta manera, pero la dicha de verla era mayor que cualquier
otro sentimiento, al fin nos encontramos frente a frente. Yo intente decir
algo. Pero sus labios se unieron maravillosamente a los míos. Desistí de
pensar, sólo me dejé llevar. Estaba asombrado, pero fascinado por la iniciativa
de ella. No había necesidad de decir algo. En esos momentos las palabras no
significaban nada. Sus labios lo eran todo y el roce de la piel de su rostro el
perfecto marco de nuestros sentimientos. Para sorpresa mía la intensidad de los
besos subía de tono, pero ni a ella, ni a mi nos importaba mayormente. Y si
había gente, para nosotros la misma había desaparecido, nos sabíamos solos y
aislados; lo único que existía en ese momento éramos nosotros y nuestros
sentimientos. Súbitamente nuestros brazos que nos rodeaban en un estrujado
abrazo, comenzaron a moverse frenéticamente y una fuerte pasión empezó a apoderarse
de nosotros. Me preocupé un poco, pues obviamente ese no era el lugar idóneo
para el curso que estaba tomando la situación………..….De repente……….…de repente………...desperté.
Todo había sido un sueño, pero de inmediato supe con quien había soñado, me
acorde de ella, de su sonrisa, de su alegría. No pude menos que sonreír irónica
y felizmente, y volverme a dormir. Al fin y al cabo, con un poco de suerte
podría volver a soñar.
El
Capitán.
Dulce sueño. Dulce despertar. Dulce nostalgia. Cuidado con esta última Capitán, que juega malas pasadas. Primero te embelesa y después te da fuerte en el cogote haciéndote bajar a los infiernos. Gracias por la entrada... me ha transportado por unos instantes a otro lugar.
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