1980-2010
CAPITULO I
(Primera entrega)
1980
En cuanto llegue a la gerencia de
personal a firmar mi contrato, me llamó de inmediato la atención una chica con
un cuerpo escultural.
-Buenos
días. -Me presente, ante la joven- Me dijeron que pasara aquí a traer mis documentos
y firmar mi contrato.
-Si
ya sabíamos que ibas a venir. Pasa con Andrea.
Andrea una mujer madura, de ojos
claros y cabello castaño, con una amable sonrisa me dio la bienvenida.
-Que
bueno que te integras a la empresa. Cuando tengas alguna duda o comentario, con
mucho gusto te atenderemos. De cualquier forma, cuando gustes visitarnos, las
puertas están abiertas.
Una vez que entregue mis documentos
y firme mi contrato, me despedí de Andrea, dándoles las gracias. Al pasar
frente a la joven, le dije:
-Bueno,
ya estoy en la empresa.
-Bienvenido,
me respondió.
-Por
cierto, cómo te llamas.
-Angélica.
Al decir su nombre, broto en su cara
una encantadora y prometedora sonrisa. A la cual correspondí con otra.
-Pues
que tengas un excelente día Angélica.
La compañía estaba en un edificio de
doce o catorce pisos, mi oficina se encontraba en el noveno. Subí y me dirigí
al privado del subdirector, Paolo Bacha. Toque en su puerta y del interior se
escucho:
-Adelante.
Abrí la puerta y dije:
-Buenos
días Paolo.
-Buenos
días. Permíteme unos minutos y en seguida estoy contigo. -me dijo desde su
escritorio-
Prudentemente me salí de su privado
y espere afuera. Al cabo de unos ocho o diez minutos, salió y me comentó,
señalándome un privado que daba al oriente de la ciudad.
-Mira,
este es tu privado. Aquí puedes instalarte y Lupita –con la mirada se dirigió a
una jovencita, que presumí era la secretaria- te puede ir poniendo al tanto de
los asuntos que están pendientes.
-De
acuerdo –respondí-
-Hoy
estoy un poco ocupado. Ve analizando los asuntos y mañana a las once nos
reunimos para hacer un plan de trabajo.
-De
acuerdo.
Pasé a mi privado, era de buen
tamaño. Obviamente, no tan grande como el de Paolo, pero agradable. Mi
escritorio estaba orientado hacia dentro del piso, quedando a mi espalda la
fachada de cristal del edificio. Todos los privados daban a la fachada y al
centro del piso, se encontraban las secretarias. Acatando las instrucciones de
Paolo, le pedí a Lupita que pasara a mi despacho.
-Buenos
días Lupita.
-Buenos
días.
Continuará…………
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