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sábado, 25 de mayo de 2013

AI WEIWEI: más pipas hay en una tarde de fútbol.





Del 1 de Febrero al 23 de Junio en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo.

¿Qué es lo primero que se le pasa a uno por la cabeza cuando acude a una exposición como esta y se encuentra con esto? Pues para mí no resulta fácil de explicar. Aunque haré un esfuerzo.

Por encima del artista debe prevalecer siempre su obra. De ella se desprende la esencia de su mensaje. En este caso, parece que la persona está por encima de su obra, interpretando lo interpretable. Dejando que el espectador interprete su obra. Algo que no creo que haga conscientemente. Todo en la vida es susceptible de ser interpretado. La misma naturaleza puede ser interpretada de manera aislada centrándonos en sus detalles. Esto ocurre con el arte contemporáneo. Aislando dentro de una exposición, cobra mayor sentido que esos detalles de la naturaleza que goza de un marco tan abrumador que olvidamos observar con detenimiento. 

La idea original de la obra, en que tanta importancia tiene el símbolo del girasol, en la Revolución Cultural China indica la dirección del sol, representación habitual de Mao, pierde todo sentido dentro de esta exposición presentada por el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo cuando, a una gran distancia y con una pantalla acristalada con sensor acústico, desnaturaliza la obra estrella convirtiéndola en una leve referencia para mitómanos de Weiwei.

He querido acudir sin información alguna que distorsionase la realidad de mi percepción. Pero intentando ser constructivo, me veo situándome en la tesitura de aquellos que saben demasiado. Que vienen bien imbuidos del halo atronador del activista chino.


Cinco toneladas de pipas propiedad de la colección Jan Ghilsalberti de Copenhague. En marzo de 2012, la Tate Modern compró ocho de los cien millones de pipas que tapizaron el suelo del Turbine Hall de la Tate Modern entre octubre de 2010 y mayo de 2011. En mayo de 2012, Sotheby´s New York vendió una tonelada por 484,640 libras (604,443 euros). Anteriormente, en febrero de 2011, Christie’s Londres vendió un saco de 100 kilos por 421,250 libras (490.250 euros). Cada pipa se vende alrededor de 3,50 libras por unidad. (4,14 euros). Total de 110 millones de pipas: 385.000.000 libras (455 millones de euros).

He querido presentar la crítica a esta muestra como lo podría hacer un niño. Me ha sido imposible. Me ha superado la abrumadora imagen que se presentaba ante mis ojos. A mi edad ya no puedo pensar como un niño. “Los niños y los borrachos dicen siempre la verdad”. He pensado que podría situarme en el lugar de los segundos. Ahora que lo pienso, no paso de una cerveza en las comidas. Voy a situarme en el ahora y de como he querido llegar a esta muestra sin “intoxicación” alguna.   

¡Me han dado ganas de pisarlas y no se pueden pisar! Esto es lo primero que haría un niño. ¡Por qué! Esto es lo segundo. Eliminados el tacto y sonido ante la prohibición de protegerlas de las pisadas para evitar el levantamiento de polvo tóxico que ponía en riesgo la salud de los visitantes, tan solo nos queda aferrarnos a los sentidos olfativo y visual. Algo insuficiente cuando la distancia y los olores propios de un edificio tan antiguo enmascaran la realidad que sobrevuela   esta obra. La falta de público hace las veces de examen de conciencia dentro de un templo religioso. Pero la realidad es otra. Creo que la escasa afluencia se debe al carente flechazo inicial que produce una imagen como esta. Hay que recordar que estamos en Sevilla. Y que habría que pensar algo más en el gran público. Ai Weiwei no tiene porque saber que domingo tras domingo hay balompié en la ciudad. Aunque alguien debería haberlo avisado de que: 

¡Más pipas hay en una tarde de fútbol!

*Tendré que centrarme más en indagar sobre el artista que hay detrás. Paralelamente se estrena “Ai Weiwei: never sorry”. Una vez visualizado el documental todo cobra otra dimensión. 



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