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jueves, 27 de septiembre de 2018

PRAGA

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 PRAGA


CAPITULO I


-Sorry we can´t help you. If you want to travel to Budapest, you have to wait to next Sunday.
-But why? I have my electronic ticket.
-Yes. But it´s wrong.
-But I don´t know anyone here. What am I going to do?
-Sorry, we can´t do anything. Come back next sunday.
            Con estas palabras se resignaba a permanecer cuatro días más en Praga. Una de sus amigas, salió de la sala de abordar, para preguntarle:
-¿Qué pasó?
-Por más que les he explicado que el boleto electrónico que les mostré es el que me dieron en la agencia, insisten en que el mismo esta mal y que tengo que corregirlo, qué mientras no lo haga no podré abordar el avión. ¿Y cómo lo voy a hacer desde acá? Pero, además me dijeron que el próximo vuelo salé hasta el domingo ¿Puedes creerlo?
-¡Qué problema! ¿Qué vamos a hacer?
-Ustedes no se preocupen, las alcanzo el domingo en Budapest. Según recuerdo ahí íbamos a estar hasta el lunes por la mañana.
-Pero cómo crees que te vamos a dejar aquí sola, ahora mismo les aviso a las demás y nos quedamos contigo.
-No, por favor no lo hagas, no tiene caso que todas se queden por mí.
-Al menos déjame preguntarles qué opinan.
-Mira esto es un imprevisto y todas pagaron su vuelo, si no toman el avión les va a costar el doble y eso es algo que no puedo permitir. Por favor, regresa con las demás y váyanse a Budapest. Yo llego el domingo.
-¿A qué hora sales?
-Igual que ustedes, a las doce. Es el mismo vuelo, sólo que sale el domingo.
            Ante tales razonamientos la amiga estuvo de acuerdo y le comentó:
-Está bien, les voy a decir a las demás todo esto y el próximo domingo te vamos a buscar al aeropuerto. De todas formas, aun me puedo quedar contigo unos minutos mientras es la hora de abordar.
            Con una de sus características sonrisas, asintió:
-Claro que si.
            Al cabo de cuarenta minutos las amigas se despidieron:
-Que tengan buen viaje.
-Y tú aprovecha ahora que vas a estar sola, a ver si te ligas a un checo.
            Por respuesta sólo recibió una condescendiente sonrisa. Después de un abrazo y un beso, una se fue a abordar el avión y la otra a se quedó unos instantes sentada en la sala de espera. Caviló acerca del viaje y de cómo, sin tenerlo previsto, se había embarcado en esta aventura. ¿Quién le hubiera dicho, mes y medio antes, que iba a conocer Europa? Y, sobre todo, que iba a tener los recursos para costearse el viaje. Recordó como Ana la invitó a desayunar y en la reunión le platicó:
-Como sabes, mi hermana mayor vive con su marido en Alemania.
-Si.
-Pues me ha invitado a visitarla el próximo mes de septiembre.
-Que bien.
-Me sugirió que podríamos conocer algunos países de Europa.
-Excelente.
-Pero, no me gustaría ir sola, por ello se lo comenté a Mercedes y a Silvia a quienes les propuse que me acompañaran y ellas me sugirieron que tu y Martha, se unan a nosotras.
            Cuando escuchó la propuesta se emocionó, pero sabía que tenía la limitante económica, por ello le respondió:
-Pues nunca me he planteado ir a Europa, aunque me parece increíble la posibilidad de viajar allá. Pero, en este momento no creo poder hacerlo.
-¿Por qué no?
-Pues tengo muchas cosas que hacer y no se cuantos días estaríamos fuera, además que debe de salir un poco caro.
-Mira, de acuerdo a los cálculos de mi hermana y míos vamos estar unas tres semanas.
-Huy, es mucho tiempo.
-No tanto, suficientes para visitar unas ciudades en Alemania, Bulgaria, Austria y Checoslovaquia.
-Pero, son muchos lugares y debe de salir carísimo.
-Bueno, si vamos a cruzar “el charco”, pues que valga la pena. Además, con mi hermana de guía y traductora se nos va a hacer más fácil el viaje.
-Pues si, pero, cómo con cuanto hay que contar de dinero.
-Por eso no te preocupes, pues al ser cinco personas las que viajamos nos hacen descuentos en algunos servicios. De todas formas, te paso un presupuesto para que veas que no es tan caro.
-De acuerdo, pásamelo y ya yo te digo.
-Pero tienes que decirme a más tardar la semana que entra, pues estamos a finales de julio, y como te digo, el viaje está programado para mediados de septiembre.
-De acuerdo, yo te aviso.
            Al día siguiente del desayuno recibió en su correo electrónico el presupuesto si bien un poco alto para sus posibilidades decidió irse con sus amigas, aunque antes lo platicó con su hermano Hernán.
-¿Sabes que Ana me esta invitando a acompañarla a ella, a su hermana y a unas amigas a conocer Europa?
-Qué bien. ¿Y vas a ir?
-No sé. Es un poco costoso. ¿Tú qué opinas?
-Que debes de aprovecharlo.
-Pero sale un poco caro.
-Utiliza las tarjetas, ya después verás cómo pagas. Por el momento, aprovecha la oportunidad, yo me encargo de mi sobrino.
-¿Si?. ¿De Verdad?
-Pues claro que si. Piensa que vas con tus amigas, además va la hermana de Ana que les va a ayudar mucho.
-Pues lo voy a hacer.
            Motivada por las palabras de Hernán, le habló por teléfono a Ana y le dijo que estaba de acuerdo con la propuesta del viaje, qué las acompañaría. Claro, qué como mujer previsora, antes había visto con cuanto contaba de efectivo y cuanto debería de gastar con las tarjetas. Y así, las cinco mujeres, una mañana de septiembre, salieron de San Luis Potosí rumbo a Europa.
            Con una sonrisa en la boca, evocó esos momentos que la tenían sentada en el aeropuerto de Praga. Ya se iba a levantar de su asiento cuando recordó las últimas palabras de su amiga: “Y tú aprovecha ahora que vas a estar sola, a ver si te ligas a un checo”. Que fácil es decirlo –pensó-. En seguida recordó su fallido matrimonio  después del cual, salvo una efímera relación, no había conocido a nadie más. Vinieron a su memoria esos primeros años en que José Eduardo, en la carrera, le propuso que fueran novios, pero ella convencida de que primero debería de terminar su carrera le dio largas a la relación. Él siguió insistiendo, hasta que finalmente fueron novios en los últimos años de su carrera. Poco después de recibirse se casaron y ella se hizo la promesa de poner todo de su parte para hacerlo feliz y sacar adelante su familia.
            Al poco tiempo nació su único hijo y ella referendo su promesa, pues la misma se reforzó con esa vida que trajo al mundo. Sin embargo, su matrimonio no fue lo que ella esperaba, José Eduardo a los pocos años se volvió distante, huraño y normalmente estaba de mal humor. Resultó poco apegado y cariñoso, no sólo con ella, sino también con su hijo. Ella, fiel a su promesa, hacía todo lo posible por sacar adelante a su familia, a su hogar, sin embargo nada parecía satisfacer a su marido y tanto le reclamó o hecho en cara “sus errores” que decidió tomar terapia psicológica. La psicóloga, después de algunos meses, le sugirió que asistiera su marido. Ella se lo propuso, él aceptó y ambos asistieron a la sesión, en la cual, José Eduardo dejó claro que él estaba bien, que la que necesitaba cambiar era ella y de esa tesitura nunca modificó su postura. Después de la quinta visita dejó de ir. Ella luchó por mantenerse fiel a su promesa y hacer feliz a su marido, sin embargo, al cabo de algunos años se dio cuenta de que nunca lo lograría y que vivía frustrada al lado de su esposo. En la intimidad, él la acusaba de ser una mujer frígida, ya que cuando hacían el amor él no se excitaba ó tenía eyaculación prematura, inclusive aduciendo que, por su culpa, él no gozaba sexualmente introdujo a su vida la pornografía, poniendo películas de ese género cuando deseaba tener sexo con ella, pero esto tampoco logró que funcionara en el lecho conyugal.
            Al año de divorciada, un antiguo pretendiente la buscó con la intención de iniciar una relación sentimental; Sin embargo,  debido a las múltiples ocupaciones que le imponía su trabajo y la atención de su hijo, eran pocos los momentos que se podían dedicar, transcurrido un año la relación se terminó. Después de esta hubo algunos pretendientes, pero en ninguno surgió “la chispa” y fiel a sus convicciones y formación católica se abstuvo de cualquier contacto físico, mientras no hubiera de por medio algo más que el simple deseo.
            Con pasos tranquilo se dirigió a la ventanilla de los taxis, en principio se dirigiría al hotel en el que se había hospedado, confiaba en que encontraría una habitación y desde ahí trataría de comunicarse a la agencia de viajes en San Luis para corregir el error en su boleto. Aunque en ese momento recordó la diferencia de horario y supo que tendría que esperar al día siguiente que era sábado, no le preocupó pues la agencia abría ese día. Se formó en la fila para comprar el boleto para el taxi.


CAPITULO II

-Está sonando tu móvil.
-Si, en seguida lo contesto.
-No te preocupes ya dejó de sonar.
-En cuanto termine de peinarme veo quien me llamó –dijo esto desde el baño y encendió de nuevo la secadora-
            El teléfono volvió a sonar, entonces Carlos se incorporó de la cama y se lo llevó al baño.
-Te están llamando.
-Hola, ¿quién es?
            La voz del otro lado del móvil dijo algo y Laura contestó
-Es que estoy en Praga, la llamada te va a salir muy cara. ¿Cómo qué mañana tengo una audiencia?.........Pero el Procurador* [1]no me dijo nada………..No, no sabía que lo habían cambiado…………¿Y cómo te enteraste tú?...............Pues qué afortunada casualidad y muchas gracias por avisarme…………….Qué bueno que te comenté lo del viaje, sino no me hubieras podido avisar………Si ya sé que ahora tengo el problema del regreso, pero no tengo alternativa…………Si, está aquí conmigo, a mi lado, está escuchando lo que digo………Bueno, nuevamente te agradezco mucho tu llamada y ahora pongo manos a la obra.   Adiós.
-¿Qué pasó? –preguntó Carlos-
-Que cambiaron al Procurador y mañana tengo una audiencia.
-Cómo. ¿Y entonces qué hacemos? Llegamos ayer y nuestro regreso es el domingo. ¿No hay nadie que te pueda sustituir?
-No, no cuento con nadie y es una audiencia muy importante, tengo que regresarme hoy mismo a Sevilla.
-Bueno, pues haremos las maletas y nos vamos al aeropuerto.
            Así lo hicieron, en un santiamén empacaron sus cosas y fueron a la recepción a explicarles su situación, el gerente les comentó que no podía regresarles el pago de las cuatro noches que habían hecho desde España, pero que si necesitaban volver al hotel con gusto les daría una habitación. Sin deseos de entrar en discusiones, aceptaron el trato y llamaron a un taxi para dirigirse al aeropuerto.
            En la terminal aérea fueron a diversas compañías aéreas, comenzando por Iberia, pero lo único que lograron fue conseguir un boleto para Barcelona a las doce y diez. De ahí en fuera, sólo encontraron dos pasajes a Barcelona para el día siguiente. Como sus boletos eran de Iberia y el que estaba disponible era de la misma compañía, no tenían que pagar nada extra. Ante esta situación Laura comentó:
-Creo que lo mejor es que tome el avión que sale a las doce y diez a Barcelona y luego tu me alcances.
-Entonces me voy mañana.
-Si, creo que es lo mejor. Puedes regresar al hotel y mañana tomas el vuelo a España.
-De acuerdo. Pero ahora mismo lo importante es comprar el boleto, no sea que lo vayan a vender.
            Compraron el pasaje, documentaron la maleta de ella y como eran cerca de las once de la mañana la acompaño a la entrada de embarque, se dieron un beso de despedida, ella avanzó hacía las maquinas de rayos “x” y desde el límite permitido la observó como pasó la revisión y una vez del otro lado se despidieron a señas con la mano.
            Desconcertado por el repentino cambio de planes se sentó en la sala de espera a asimilar todo lo acontecido en las tres últimas horas. Al sentarse observó que al final de la línea de asientos se encontraba una mujer atractiva y guapa, como tenía un par de maletas a lado se imaginó que estaba a punto de salir de Praga, sin más regresó a sus pensamientos.
-A ver ¿Por qué “fregaos” estoy en Praga y qué hago aquí? Yo no pensaba en venir a esta Ciudad, fue Laura quien la escogió y prácticamente me trajo. Yo tenía pensado que tomáramos un crucero, se viaja tan a gusto en un barco, prácticamente no necesitas bajarte del navío para pasártela bien.
            Entonces, se acordó del año pasado en que habían hecho un crucero.  También se acordó de cómo lo trajo caminando por todos los puertos a los que llegaron y no era que no le gustara conocer lugares pero no al ritmo de Laura, a quien le encantaba caminar y caminar y caminar, de tal manera que todos los días terminaba con los pies hinchados, y el visitar o conocer ciudades se convertía en un martirio. Cuando pensó en ello, rememoró como, en tono de burla se quejaba ante él o amigos de lo “deficiente” qué era para visitar lugares, pues de inmediato se cansaba. En cambio, ella alardeaba de su resistencia y deseo de disfrutar los paseos.
            Analizó como nunca estaba satisfecha con él, a pesar de que se esforzaba en complacerla y ser un compañero ideal, Laura siempre le pedía más y más. En los tres años que llevaba en España se había dado cuenta que culturalmente las mujeres eran las que llevaban la dirección de la pareja y que con la Ley de Equidad de Género tenían un respaldo jurídico y moral que les daba un poder omnímodo. Vio que, desde el inicio de su relación, primero sutilmente tomó las riendas de la misma y posteriormente, en forma abierta, se convirtió en la directora de la pareja. Se dio cuenta que su relación se había tornado gris, que la llama inicial se había extinguido y que lo único que quedaba era la carcaza de la relación.
            Concluyó que el motivo del viaje a Praga fue satisfacer su deseo de conocer esa ciudad y, ahora que tenían que regresar, no le importó mayormente el gasto y deseo de él. Simplemente tomó la decisión de regresar y que él lo hiciera al día siguiente.
            En ello meditaba cuando se planteó la posibilidad de conocer la Ciudad él solo. ¿Por qué no? Laura de seguro se la iba a pasar trabajando el jueves y viernes y los dos restantes días tendrían que permanecer en la casa. Le pareció buena idea. Con una sonrisa volteo la cara y vio que la atractiva mujer del extremo de la fila se estaba levantando, discretamente le echó una mirada: de complexión mesomórfica iba enfundada en unos ajustados “jeans” que resaltaban un exuberante y atractivo trasero, portaba una blusa de satén verde botella que contrastaba con su negro cabello y resaltaba las finas y delicadas líneas de su rostro de grandes y expresivos ojos y delicados y sugerente labios. ¡Qué mujer!  -pensó- Al pasar frente a él pudo apreciar su porte y soltó un profundo suspiro. En ello se recreaba, cuando sonó su móvil, vio que era Laura y contestó:
-Si.
-Ya dentro de poco abordamos. ¿Cómo estas?
-Bien. Voy a tomar un taxi para regresar al hotel y tú.
-Bueno. Creo que no falta mucho para que abordemos. Pero ya tienes tu boleto.
            En ese momento se dio cuenta de que había dado la respuesta incorrecta, tenia que haber dicho estoy comprando el boleto, así que de inmediato rectificó.
-Tienes razón, ya se me había olvidado, tengo que pasar a comprar el boleto. Bueno, te dejo, me voy a regresar a Iberia. Adiós.
-Un beso. Adiós.
            Colgó y se dijo: Definitivamente me quedo en Praga, así descanso de Laura y conozco la Ciudad, a mi ritmo, se incorporó, tomo su maleta y la haló rumbo al mostrador de los taxis, para su sorpresa vio que adelante del hombre que lo precedía estaba la mujer de blusa verde. Curiosamente, sólo ella y él llevaban maletas, pues era la salida de los aviones. Eso lo intrigó un poco, pues salvo que hubiera perdido el avión no tenía porque ir con maletas. En su posición poco podía apreciar de ella, salvo la mediana cabellera negra y unos proporcionados hombros. Trató de adivinar su nacionalidad y especuló entre francesa o italiana, tenía que ser de cualquiera de las dos nacionalidades. Se imaginó hablándole en francés o inglés, de seguro hablaría cualquiera de los dos idiomas. De inmediato se ilusionó y fantaseó ligándosela y quedando con ella para visitar Praga. Pensó infinidad de formas para iniciar una conversación, sin embargo, terminó asumiendo su realidad: él no era de ese tipo de hombres que tienen la facilidad de conocer mujeres en la calle y menos en otro idioma. La fila avanzó ella compró su boleto y se dirigió a la salida de los taxis, pasó a lado de él y se dio cuenta que le llevaba a ella unos cuantos centímetros de altura y él media poco más de uno ochenta. Vio como se alejaba y no dejo de admirar su anatomía posterior. Al fin le tocó su turno y estaba comprando su boleto, cuando a su lado se paró la hermosa desconocida.
-Excuse me –le dijo y se dirigió al vendedor-
-Sorry, but I forgot my pourse and I think there is my Passport inside.
            El vendedor sonriente se lo entregó y ella lo abrió para comprobar que en efecto su pasaporte estuviera ahí. Todo esto sucedía frente a los ojos de Carlos, quien estaba pendiente de todos los movimientos de la mujer. Al abrir su bolso apareció de inmediato el pasaporte y el corazón de Carlos dio un “brinco de alegría” al ver que era mexicano. Inmediatamente le dijo:
-¿Eres mexicana?
            Con una sonrisa, que le pareció a Carlos la más hermosa que había visto en su vida le respondió:
-Si. ¿Tú también?
            Se disponía a contestarle cuando le entregaron su boleto y cambio del billete con que había pagado.
-Disculpa. Sí, también soy de México- un poco nervioso continuo-si quieres te acompaño a tomar tu taxi. ¿Para dónde vas?
-Claro. Voy al centro de Praga y tú.
-Yo voy a las afueras de la ciudad. ¿Cuánto tiempo vas a estar en Praga?
-Hasta el domingo a medio día.
-¿Y con quien vienes?
-Sola.
            Al escuchar esto último su corazón dio un “brinco”
-Pues yo también estoy solo.
            Iba a continuar cuando sonó su móvil, vio que era Laura y lo apagó de inmediato.
 -Como te decía yo también estoy solo. ¿Qué coincidencia?
            Sin explicárselo, sintió una agradable sensación cuando escuchó el comentario de Carlos
-¿De dónde eres?
-Vivo en San Luis Potosí ¿y tú?
-Soy del D.F., pero vivo en España.
            Conforme hablaba comenzaba a controlar la euforia que le carcomía por dentro. No creía lo que estaba sucediendo. Alexia un poco sorprendida encontró amable y agradable a su compatriota.
-¿En qué parte de España vives?
-En Sevilla. Ahí trabajo en una empresa editorial.
-A de ser muy bonito vivir en España.
-Como todos los lugares. Siempre encontraras cosas y sitios hermosos. Como en México, en donde encuentras lugares y paisajes hermosos.
            Conforme avanzaba la plática Alexia se sentía más a gusto con la compañía de Carlos, casi de inmediato se dio cuenta, para su satisfacción, que a pesar de que llevaba un moderado tacón, él era mas alto que ella y sobre todo que era un hombre esbelto, el prototipo de su preferencia masculina.
            Faltaban pocos metros para que llegaran a los taxis y él se percató de que no tenía sus datos, pero dudaba en pedírselos, así que dejó que continuara la charla:
-¿Y cómo es Sevilla?
-El centro de la Ciudad es muy hermoso, cuenta con una catedral imponente y hermosa y a un costado de la misma una hermosa torre de noventa y siete metros de altura que se llama “La Giralda”. También están los jardines del Real Alcázar que son verdaderamente hermosos. Cuando los reyes de España van a Sevilla, se quedan a dormir ahí.
            La voz de Carlos le pareció dulce y varonil, le agradaba escucharlo y encontraba muy interesantes sus comentarios.
-Debe de ser hermoso vivir en Sevilla.
-Bueno, como todo en la vida, una vez que estas ahí te acostumbras y lo hermoso pasa a ser lo cotidiano.
            En ese momento estaban justo delante de los taxis, fue entonces cuando se animó a dar el primer paso.
-Si gustas, podemos vernos más tarde.
            Con una radiante sonrisa, qué dejó al descubierto unos hermosa dentadura, le respondió.
-Desde luego. ¿Pero cómo le hacemos? Porque ahora voy a ver si hay cupo en el hotel en el que estaba hospedada. Si hay habitación ahí me quedo, pero si no, tendré que buscar en otros hoteles.
            Casi estuvo a punto de invitarla a quedarse en su hotel, pero le pareció demasiado atrevido, independientemente de que su interlocutora pudiera ofenderse o espantarse y corría el riesgo de que Laura lo llamara al hotel, por ello le sugirió:
-Mira aquí tengo una tarjeta con los datos de mi hotel tómala, si quieres nos vemos en algún lugar de la ciudad, aunque todavía no conozco ninguno.
-Yo ya conozco algunos, si te parece bien nos vemos en el puente de Carlos. Es sumamente conocido.
            El taxista abrió la cajuela del coche y subió la maleta de Alexia
-De acuerdo ¿en qué parte del puente nos vemos?
-La que da al centro de la ciudad y tiene a un costado un pasaje de venta de recuerdos.
            El chofer se subió al coche y la estaba esperando.
-¿A qué hora?
            Como no sabía si encontraría habitación o no, procuró dejar un buen tiempo de margen.
-A las cuatro de la tarde.
-De acuerdo. Puente de Carlos a las cuatro de la tarde en el extremo que da al centro cerca de un pasaje de venta de recuerdos.
            Ya dentro del coche, antes de cerrar la portezuela, alcanzó a decirle.
-Exacto. Adiós.
-Adiós.
            Y arrancó el taxi.


CAPITULO III

            Alegre abordó su taxi, cuando cayó en la cuenta que no sabía el nombre de su nueva amiga, lo cual le preocupó un poco por la posibilidad de que quisiera localizarlo en el hotel para cualquier cambio de planes y no sabría con quien comunicarse. Sin embargo se tranquilizó saboreando los momentos vividos. Al cabo de un largo trayecto llegó a su hotel y encontró al gerente del que se había despedido, al explicarle la situación de inmediato le dieron una habitación. Para prevenir cualquier eventualidad, en su rudimentario inglés le dijo a la recepcionista que, a lo mejor, recibía una llamada de una compatriota mexicana, pero que no se acordaba de su nombre, qué si llamaba se la comunicaran. Por si acaso, preguntó si había más mexicanos hospedados y la respuesta fue negativa.
            Alexia de regreso a su hotel, no pudo dejar de pensar en su nuevo conocido y en lo agradable que le había resultado su conversación, pensó que después de todo no se la iba a pasar tan sola en Praga, que podrían compartir agradables momentos visitando la ciudad. Era verdad que ya había visitado la mayoría de los lugares emblemáticos de Praga, pero no por ello dejaría de volverlos a ver, y probablemente los disfrutaría más que la primera vez. Al llegar al hotel le informaron que contaban con una habitación doble, lo que aumentaba un poco el precio respecto al anterior, pero en ánimo de no tener que buscar una habitación con las maletas rodando, aceptó y se instaló en su habitación. Miró su reloj y se dio cuenta de que eran cerca de las dos. Llegar al puente de Carlos no le llevaría más de diez minutos, así que tendría tiempo para comer, antes de verse con….. y justo en este momento se percató de que no sabia su nombre y que ella no le había dicho como se llamaba, entonces sonrió, con esa desenfadada y fresca sonrisa suya.
            En el hotel le informaron a Carlos que el puente de su homónimo estaba en pleno corazón de la Ciudad Vieja a unos cuarenta minutos del hotel, pero que no era complicado llegar ya que a media calle podía tomar un autobús que lo dejaba en la estación del metro, para luego de abordar este se bajara en la estación Staromestská. Y caminara unas cuantas calles al puente. Previniendo cualquier situación decidió salir con una hora y cuarto de antelación. Abordo el autobús y al pagar tuvo ciertos problemas pues no sabia el costo del mismo y puso menos coronas de las que realmente era el precio y como el chofer sólo hablaba checo, tardaron algunos instantes en ponerse de acuerdo, sin embargo, al final de cuentas el conductor escogió las monedas de su mano y ajustó el precio. El siguiente problema se le presentó en la estación del metro, en la cual había maquinas expendedoras de boletos con instrucciones en checo, sin saber que hacer se acercó a un puesto de revistas y periódicos e intento pedir informes, para su sorpresa la dependiente hablaba inglés y le comentó que ella vendía abonos para el metro, los cuales funcionaban por días por lo que compró uno para tres días. Hecho esto, bajó al subterráneo y como en la mayoría de los metros vio que dijera dirección Dejvická, al llegar a la estación Staromestská se bajó del metro y salió a una atractiva avenida camino por ella rumbo al río Moldava, no obstante el tiempo que llevaba viviendo en Europa la arquitectura le llamaba la atención. Al cabo de unas calles vio un puente y se imagino que había llegado a su destino, poco antes de este, se topo a su mano izquierda con un moderno edificio que contrastaba con la típica arquitectura, el cual resultó ser el moderno Teatro Nacional, cruzando la siguiente avenida con un señorial diseño se encontraba el Teatro Nacional de Praga y en seguida el puente. Como había salido sobrado de tiempo, aun le quedaban más de cuarenta minutos para la cita así que se detuvo a admirar ambos edificios, quince minutos después se acercó al puente, pero al buscar el pasaje de recuerdos no lo encontró, entonces le preguntó a un checo en inglés por el pasaje y este le respondió:
-A lado de este puente nunca ha existido ningún lugar de recuerdos.
            Al escuchar esto, se le hizo un nudo en estomago, pues pensó que su compatriota lo había engañado, entonces el checo agregó.
-En donde hay un pasaje de venta de recuerdos es aquí derecho. Está antes de llegar al siguiente puente.
            Ansiosamente le preguntó señalando al puente.
-¿Cómo se llama ese puente?
-Es el puente de Carlos.
            Sintió un gran alivio cuando escuchó el nombre del puente y la alegría regresó a su corazón. Con una sonrisa en los labios caminó hacia el puente por la acera adoquinada rematada con un barandal de color verde en la ribera del río, de vez en cuando volteaba la vista para admirar el río. Caminó hasta el pasaje y lo atravesó, viendo para ambos lados todos los productos exhibidos, finalmente salió del pasaje, frente a él encontró la recatada fachada de la iglesia de San Francisco y a su izquierda una hermosa torre angular de más de cuatro o cinco pisos de altura, con un arco que se levantaba de su base hasta casi dos pisos y era la puerta de entrada al puente de Carlos. Caminó hacia la torre para poder apreciarla de cerca y esperó a su amiga. En eso sonó su móvil, vio en la pantalla que era Laura y dudó en contestar pero al fin respondió.
-Si.
-Soy yo ¿Cómo estas?
-Bien ¿Ya llegaste a Sevilla?
-No, dentro de unos minutos voy a abordar el avión. Sólo quería avisarte.
-Ah gracias.
-¿Y tu que haces?
-Estoy en el puente de Carlos.
-¿Pero ya viste tu billete de regreso?
-Si, no te preocupes.
-Te dejo pues la llamada sale cara. Te llamo cuando llegue a Sevilla.
-De acuerdo.
            En ese momento apagó su teléfono y atisbó a su alrededor para buscar a su amiga, al no verla volteo a su reloj y vio que eran las tres cincuenta y cinco. Aguardo diez minutos más y la vio venir hacia él. Volvió a apreciar su porte, su figura y cuando la tuvo cerca, su radiante rostro y sus grandes ojos. Se saludaron con un alegre
-Hola.
            Y ella le comentó:
-Si gustas podemos recorrer el puente al otro extremo y regresamos.
-Con gusto.
            Conforme caminaban y admiraban las esculturas del puente intercambiaban comentarios.
-Que bonito puente.
-Si, en verdad es hermoso, fue construido en mil trescientos y tantos por el rey Carlos IV y en honor a él, se le puso su nombre mide mas de quinientos metros. Más adelante está la estatua de Juan Nepomuceno, bajo sus pies hay un relieve en donde aparece cuando lo echaron al rio, dicen que si la tocas te concede un deseo y a su izquierda está otro relieve con un perro, dicen que si lo tocas regresas a Praga.
            Mientras caminaban y Alexia le iba comentando acerca del puente, no dejaba de sentirse feliz de estar a lado de una mujer tan hermosa como su compatriota.
-¿Y cómo sabes tanto del puente?
-Por dos motivos, primero porque leí todo lo que pude antes de venir y el segundo porque ya visité la ciudad.
-No te entiendo esto último.
-En la mañana trate de abordar mi avión rumbo a Budapest con mis amigas, pero por un error en el boleto electrónico no pude irme.
            Ansioso preguntó:
-¿Y cuándo te vas?
-Hasta el domingo.
            Cuando escuchó esto sintió una inmensa alegría, conteniendo o disimulando la emoción, le preguntó.
-Entonces, ¿Podemos pasar juntos estos días?
            Un poco desconcertada por la pregunta, pues no sabía a que se refería Carlos, exclamó.
-Disculpa, a que te refieres.
            Consciente de su desatino y para evitar una mala impresión, de inmediato aclaró.
-Me refiero a que si estos días me puedes ayudar a conocer la Ciudad, pues, a diferencia de ti, no he leído nada de Praga y no sabría que ver de importancia. Si no tienes inconveniente y gustas podemos verla juntos.
            Sonriente respondió:
-Claro, con mucho gusto. Mira, por cierto esta es la estatua de Nepomuceno ¿Quieres pedir tu deseo?
            Más por forma, que por creencia, tocó ambos relieves y sin proponérselo deseo poder entrar al corazón de Alexia.
-Pues ya está –dijo retirando su mano del segundo relieve- Ahora sólo a esperar. Por cierto, a qué te dedicas:
-Doy clases en la Universidad de San Luis Potosí. ¿Y tú?
-Trabajo para una empresa editorial en Sevilla.
-Qué interesante.
-Un poco. ¿Y cómo fue que decidiste hacer este viaje?
            Alexia comenzó a contarle con lujo de detalles el preámbulo de su viaje, en ello estaban cuando llegaron al final del puente en donde pudo apreciar una barbacana en la que se encontraba la entrada a la ciudad, a lado derecho un torreón cuadrangular con una altura de siete pisos rematado con almenas y en sus ángulos por cuatro grandes pináculos negros en cuya punta había esferas doradas y en medio estaba un gran pináculo trapezoide de color negro, que le daba majestuosidad a la torre. La evocadora imagen transportaba al medioevo. Mientras Carlos admiraba la construcción su aparato digestivo le recordó que no había comido, sin embargo no se atrevía a comentárselo a Alexia, en cambio le dijo:
-Tengo un poco de sed.
-Después del puente hay un pequeño mini-super si quieres ahí podemos comprar algo de tomar.
-Perfecto.
            Pasaron por las puestas de la barbacana y, a unos pasos entraros al super. Ahí compró dos bebidas, una para él y otra para su amiga y desde luego, un sándwich. Salieron y cruzaron el puente hacia la “Ciudad Vieja” como se conoce a la céntrica zona de Praga. En el camino Alexia terminó de contarle los pormenores de su viaje y de cómo se había quedado en Praga, a su vez ella le preguntó:
-¿Y por qué viniste a Praga?
            Desde luego que no podía decirle que estaba ahí por deseo expreso de Laura y que esta por motivos de trabajo se había vuelto a Sevilla, en cambio le dijo:
-Es una ciudad muy hermosa, digna de conocerse.
-¿Y acostumbras viajar solo?
-A veces.
-A mi no me gusta viajar sola. No hay como la compañía para poder compartir momentos hermosos.
-A veces se puede, a veces no. Me dices que vienes con tus amigas pero ¿tienes familia? –preguntó titubeante-
-Hace tiempo me divorcie y sólo vive conmigo mi hijo.
-¿A que edad te casaste?.
-A los veinte años.
            Se dio cuenta en esos escasos momentos que llevaban platicando que estaba llena de jovialidad.
-¿Y tú estas casado? –Le preguntó con naturalidad, aunque en el fondo de su corazón esperaba una respuesta negativa-
            La pregunta lo regresó a la realidad. Desde luego que no podía decirle que vivía con Laura desde hacia tres años.
-Tengo una relación fallida con una española. Prácticamente se está terminando.
            La respuesta no era la que ella hubiera preferido oír y si bien “el prácticamente se está terminando” era alentador, su formación le había enseñado a no desear a ningún hombre comprometido y mucho menos a ser el vehiculó del rompimiento de una relación. Por otra parte, sin esperar más que unos momentos afables en la compañía de Carlos en Praga, se daba cuenta de que el trato y comentarios de su compatriota eran agradables.
-Qué lastima que tengas una relación así.
-Si. Lo mismo pienso yo. Pero, como todo en la vida, a veces nace una relación y a veces se termina. Ya ves, tu matrimonio, te aseguro que cuando nació la ilusión y felicidad fueron enormes y cuando se terminó la tristeza y frustración te deben de haber afectado de sobremanera.
            En ese momento llegaron al final del puente y frente a si tenían “La Ciudad Vieja”, sólo había que cruzar la calle que curiosamente de lado derecho pasaba debajo de un edificio a través de dos arcos. Atravesaron la calle y comenzaron a caminar por un callejón, más peatonal que vehicular. Conforme avanzaban Carlos no dejaba de maravillarse con las imperiales construcciones de tenues colores pastel, no pudo más que expresar:
-Qué hermoso es todo esto. Jamás me imaginé que pudiera existir una ciudad tan bella.
            Su mirada iba de izquierda a derecha y viceversa, así como de arriba abajo. Lo mismo había un edificio amarillo pálido con cornisas grises que uno con un sutil rosa con cornisas de delicado verde y que decir de ese edificio con fachada color mamey, dinteles blancos y cornisas grises. Sus emociones estaban exaltadas, era un placer caminar por ese callejón y esto lo quiso compartir con Alexia.
-Qué hermosa arquitectura, me siento transportado a otro mundo y no tengo palabras para expresar lo que siento en este momento. Es increíble lo que estoy viendo y sobre todo que lo puedo compartir contigo.
            Intuitiva por naturaleza y sensible a los sentimientos de los demás, percibió el arrobamiento de su compañero y compartió el mismo sentir, pues en verdad era algo distinto y sublime lo que estaban mirando.
-Parece mentira que unos edificios puedan exaltar nuestros sentidos e inclusive que nuestros sentimientos se vuelvan sensibles a su belleza.
            Terminada su frase ambos guardaron tácito silencio y continuaron caminando y admirando las construcciones. Llegaron a una “y” griega en donde encontraron de frente un edificio de cuatro pisos en color crema, en su fachada lucía una reluciente estrella dorada, de más de medio piso de tamaño, ungida con una corona del mismo color y franqueada por cuatro grandes relieves de figuras humanas.
-¡Qué belleza! –exclamó él-
-Sí, la gente que vive aquí es afortunada, pues está rodeada de esta hermosa arquitectura.
            A sugerencia de Alexia  tomaron a su derecha y continuaron el camino admirando los hermosos edificios que encontraban a su paso. Al cabo de unas calles llegaron a una pequeña plaza triangular y continuaron caminando hasta la esquina derecha de la misma, conforme fueron avanzando vieron que la calle, después de la esquina, se ampliaba y no muy lejos se apreciaba una majestuosa construcción gótica con dos imponentes torres.
-¡Qué hermosa!
-Sí, es la iglesia de Tyn, en seguida iremos, pero primero déjame mostrarte algo.
            Avanzaron unos pasos por la amplia avenida, de lado derecho continuaron los llamativos edificios color pastel, mientras que de lado izquierdo los edificios eran más sobrios. Empero, al llegar a la esquina se encontraron con una antigua torre de corte gótico y en su parte media dos círculos de colores azul rey, turquesa y dorado, principalmente Alexia le explicó:
-Es el reloj más antiguo de la edad media. En la esfera inferior se representan los meses del año y se pueden apreciar los signos del zodiaco. En la esfera superior se representan las órbitas del sol y la luna.
            Interrumpió su explicación para ver su reloj y continuó. Poco a poco la gente comenzaba a congregarse frente a la torre.
-En la parte superior a los costados del reloj están las figuras del Turco, la Avaricia, la Vanidad y la Muerte y espera unos minutos y verás algo hermoso.
            Mientras ella hablaba, Carlos no perdía detalle de su rostro, del cual no podía apartar la vista, sus grandes y expresivos ojos eran un imán para los suyos. Deseó tocarla, sentir levemente en las yemas de sus dedos su atractiva piel, pero no se atrevió.
-Mira. Allá arriba.
            Apartó su mirada de Alexia y dirigió su mirada a donde su acompañante le indicó. En la parte superior del reloj, mientras se escuchaban unas campanadas, comenzaron a salir por una puerta unas figuras y a desfilar frente a la multitud congregada.
-Son los doce apóstoles –le mencionó la joven-
-Qué increíble reloj, jamás había visto algo igual.
            Terminado el desfile de las figuras, se dirigieron a la plaza que se encontraba a un lado.
-Es uno de los atractivos de la ciudad. Mira esta es la plaza de la ciudad Vieja, puedes apreciar los hermosos edificios de su alrededor.
-Parece mentira que pueda haber tantos edificios tan hermosos como los que hay aquí.
            En ese momento, sintió que podía hacer un comentario que la halagara y le permitiera dar un pequeño paso.
-Por cierto, cambiando un poco de tema. Y con todo respeto; el que una mujer tan atractiva como tu me acompañe en este increíble recorrido admirando esta hermosa ciudad me parece algo extraordinario.
            El sutil comentario tomó por sorpresa a Alexia, quien fiel a su línea personal, siempre había procurado marcar una barrera entre su vida laboral y personal, de tal manera que sus compañeros de trabajo y amigos la trataban con familiaridad, sin intentar franquear esa frontera. Sin embargo, dada la sutileza del comentario y para disipar cualquier mal entendido respondió.
-Te agradezco tu comentario, pero te recomiendo que te concentres básicamente en la belleza de Praga. Ven, vamos a ver la iglesia de Tyn, con mis amigas no tuvimos tiempo de visitarla. Así que ahora quiero aprovechar.
            Inconsciente de que sus palabras fueron enmarcadas con una cálida sonrisa, Carlos las tomó más como una tácita aceptación de su piropo que como un rechazo al mismo. Eso, desde luego lo entusiasmó. Alexia al terminar su comentario e invitación dedujo que las palabras de su compañero eran un sutil halago y pensó que hacía mucho tiempo no había recibido o escuchado algo así. Entraron el templo y se encontraron en una hermosa iglesia con columnas y paredes de mármol blanco y rosa, combinado con adornos dorados al estilo barroco, todo un banquete para los sentidos.
-No tengo palabras para expresar lo que siento en este momento. –dijo él-
            Alexia educada en la religión católica al ver la belleza del recinto se sintió afortunada y trasportada a un mundo ideal. Sólo atinó a lanzar un profundo suspiro y sus ojos se le nublaron. De reojo Carlos notó la situación de su compañera y tomó su mano, dándole un débil apretón, para acompañarla en su sentir. Alexia no retiro su mano, recibió la solidaridad de su compatriota y lanzó un segundo suspiro, en seguida separaron sus manos.
-¿Nos vamos? –preguntó ella-
-Vámonos.


CAPITULO IV

            Continuaron caminando por las calles de la ciudad Vieja, admirando los edificios, cuando Alexia comentó:
-Creo que debemos de regresar al puente de Carlos para que aprecies esa parte de la ciudad iluminada. Aunque antes vamos a pasar a la Torre de la Pólvora.
-Pero ya son más de las ocho y media.
-No te preocupes, en verano la cierran a las diez de la noche.
            Carlos se sentía cansado y hubiera preferido sentarse en algún restaurante a tomar algo, sin embargo el entusiasmo e iniciativa de Alexia le impedía poner objeción alguna a la propuesta, tras de si dejaron la iglesia y se internaron en la Ciudad, caminaron por una adoquinada calle, sin banquetas, flanqueados por los indescriptibles edificios y al cabo de unos metros vieron la Torre. Desde donde estaban se apreciaba su altura de aproximadamente diez pisos, de construcción cuadrangular con una amplia fachada en la que se apreciaban tres grandes ventanales, permitía pasar por en medio de ella, a través de un gran arco, el tráfico de vehículos, estaba rematada, al igual que el torreón del puente de Carlos, en sus ángulos superiores con cuatro grandes pináculos negros en cuya punta había esferas doradas y en medio por un gran pináculo trapezoide de color negro. Se acercaron y Alexia le propuso pasar a visitar el interior. Una vez que Carlos compró los boletos de entrada (la potosina insistió en pagar su boleto, pero él no se lo permitió), pasaron a su interior en el cual apreciaron diversas armaduras, así como parte de la historia de Praga, aunque lo más hermoso fue la vista que les brindo la ciudad desde la parte superior de la torre. Eso si, al llegar al final, contrario a su acompañante, a Carlos le faltaba aire.
-¿Cómo le haces para estar tan fresca?
-Es que todos los días nado una hora.
-Aaaah –dijo un poco abochornado-
            La vista que ofrecía la parte alta de la Torre era magnifica desde sus cuatro costados se podía admirar gran parte de la Ciudad Vieja, que a esa hora se encontraba iluminada.
-¡Qué belleza y qué tranquilidad! –comentó Carlos- al momento que lanzaba un suspiro.
-Sí, me podría pasar horas en este lugar, que a pesar de estar en medio de la ciudad es un remanso de paz y beldad.
-Estoy de acuerdo contigo y te doy gracias, porque si no fuera por tí, nunca habría vivido esta experiencia.
-No tienes nada que agradecer. Yo también lo estoy disfrutando, pues el otro día que vine con mis amigas fue en la mañana y parece mentira, pero de noche es muy diferente al estar aquí que de día.
            Ambos se expresaban con tranquilidad, con placer, sin tomar en cuenta el tiempo que pasaron admirando la Ciudad. Aproximadamente treinta minutos después decidieron bajar, lo hicieron sin prisas, disfrutando cada paso que daban, ya en la calle Alexia le propuso.
-Mira aquí a lado esta la Casa Municipal, es uno de los mas emblemáticos edificios construidos en estilo Art Nouveau en Praga, si quieres vamos a verla antes de ir a ver el puente Carlos.
-Claro que si. –respondió entusiasmado-
            Pasaron a un lado de la Torre, caminaron unos cuantos pasos a su izquierda y se encontraron con una llamativa construcción de dos pisos, si bien la noche y el alumbrado del edificio distorsionaban los colores del mismo, se podía apreciar que su fachada era de color crema, sus techos y vivos eran verdes. El edificio se extendía a lo largo de dos calles en la misma manzana. Destacaba en el centro de su fachada, exactamente en la esquina de las calles, un hermoso mural semicircular y bajo este una llamativa terraza, circundada por un artístico barandal de color verde con vivos dorados.
-Pero es que aquí la belleza es interminable –balbuceó Carlos-
-Sí, cada paso que das por Praga es un gusto a los sentidos.
            Carlos miró calle abajo y se encontró con más de los llamativos y singulares edificios del lugar.
-Tienes toda la razón, es un regalo a los sentidos. Por donde hemos caminado y hacia donde he volteado, sólo he encontrado belleza. Esta es una ciudad extraordinaria.
-Bueno, pues ahora vamos a ver el Puente Carlos.
-Pues vamos a ver a mi tocayo.
-Jeje, es cierto se llama igual que tú. Pues vamos a ver a tu tocayo.
            Alexia escogió atravesar en diagonal por diferentes callejones el trayecto hacia el puente, para que su compañero conociera esa parte de la ciudad de noche, él iba extasiado volviendo la vista en todas direcciones, comentándole o señalándole alguna construcción o fachada que llamaba su atención, lo cual era continuo. Ella siempre con una sonrisa confirmaba sus laudatorios comentarios. Al fin llegaron al puente, pero no al de Carlos, si no al que inicialmente el mexicano había confundido con el primero.
-Este no es el puente.
-No este no es el Puente Carlos, pero desde este vamos a ver el de Carlos.
-¿Y este puente tiene nombre?
-Creo que se llama el Puente de las Legiones, pero no estoy segura.
            Él se daba cuenta de que no sólo era una mujer atractiva y simpática, sino que era culta y conocedora de la Ciudad. Caminaron hasta la parte media del puente y desde ahí pudieron apreciar el otro puente y en la margen derecha del rio los edificios señoriales, en la margen izquierda, en una parte alta le señaló el castillo de Praga, todo ello iluminado, el espectáculo era grandioso. Con voz suave y pausada expresó su sentir del momento.
-Hay ocasiones que se convierten en especiales por el momento, el lugar, el ambiente y la compañía y creo que esta es una de esas ocasiones. Me siento arrobado, transportado, siento que este es uno de los más hermosos momentos de mi vida.
            Alexia no manifestó nada, dejó que el comentario de su compañero flotara en el aire, empero compartió el mismo sentimiento y razonamiento. Sin decir más palabras permanecieron embelesados con el panorama. Él sintió unos enormes deseos de abrazarla, pero se contuvo. Ella se sentía cómoda, aunque algo inquieta dentro de si. Sólo tenía algunas horas de convivir con Carlos, no obstante se sentía a gusto con él, la comunión de emociones ante la belleza de Praga, la hacia sentirse empática con su coterráneo. Transcurrieron en su actividad contemplativa más de treinta minutos, al cabo de los cuales, al unísono, ambos voltearon a verse y dijeron:
-¿Nos vamos?
            De inmediato los dos soltaron una carcajada de sorpresa y alegría.
-¡Qué coordinación! No cabe duda que hacemos un buen equipo.
-Es cierto –expresó Alexia con una de sus radiantes sonrisas- ven vamos a cruzar el puente, hay un hermoso jardín del otro lado.
            La noche era agradable, no hacia frío y el lugar estaba casi desierto, eran pocas las personas que transitaban por él. Caminaron hasta llegar a la entrada de un restaurante de nombre Mlynska kavarna. Curiosamente para entrar en el recinto había que cruzar un pequeño puente de madera, a un costado de la entrada se encontraba una noria, impulsada por el arroyo que corría bajo el puente. El tenue alumbrado de la entrada le daba un singular toque romántico. Carlos se acordó que no había comido y que a esa hora les vendría bien cenar, por lo que se lo propuso:
-¿Te parece bien si cenamos aquí?
-Sí.
            Más que un restaurante resultó ser un acogedor café en donde ambos pidieron cerveza checa y consumieron algunas botanas checas como el bramboraki (hot cakes de papa fritos) y bratwursts (salchichas encurtidas), que les encantaron.
-¡Qué rápido se ha ido el día!
-Sí, cuando estas a gusto se va rápido el tiempo.
            Sentados en una pequeña mesa, de frente el uno de la otra, Carlos contemplaba embelesado el rostro de Alexia, sus finos rasgos resplandecían cuando sonreía y en cada sonrisa unos delineados labios daban paso a una hermosa dentadura.
-¿Qué haces, no me estas escuchando?
-Sí, tienes razón, discúlpame. Es que estaba abstraído viendo tu rostro.
            Aparentemente indiferente al comentario, añadió:
-Pues como te decía, mi trabajo me encanta, lo disfruto mucho.
-Te entiendo, cuando di clases en la Universidad viví una experiencia increíble.
            Hablaron de sus vivencias universitarias con alegría y entusiasmo. Para ambos representaba una hermosa etapa de su vida, se identificaron no sólo en la necesidad de dar más que conocimientos, sino en la gran responsabilidad que implicaba formar a la juventud. Compartieron diversas experiencias, tanto jocosas como amargas. Al final del tema, ya se consideraban antiguos colegas. El ambiente en el lugar era festivo y se combinaban nacionales con turistas, el tiempo se fue ligero. Carlos no tenía prisa en irse. Alexia, por su parte, estaba disfrutando la conversación como hacia tiempo no lo hacia con un hombre y deseaba permanecer más tiempo en el café, sin embargo no quiso ser una molestia para su compañero, así que le preguntó mirando su reloj:
-¿Cuándo gustes nos vamos? Creo que ya es un poco tarde.
-Por mi no hay problema, pero no te preocupes, en seguida pido la cuenta.
            Al decir esto, a su pesar, le hizo una seña al mesero y este al cabo de unos instantes les llevó la cuenta. Ella quiso pagar su parte, pero el no se lo permitió. El hotel de Alexia no se encontraba lejos, así que decidieron caminar hasta él. En la noche Praga dejaba de ser esa ciudad maravillosa para convertirse en un lugar extraordinario, si de día se podía decir que era un lugar increíble, de noche se volvía inefable.
-Siempre pensé que Brujas era la Ciudad más hermosa de Europa, sin embargo, me doy cuenta de que estaba equivocado, creo que la más bella es Praga -comentó Carlos-
-No conozco mucho de Europa, como te dije este es mi primer viaje, pero esta Ciudad es un sueño.
-Que bueno que nos tocó vivir estos momentos, creo que nunca los olvidare.
-Yo tampoco.
            La noche era templada y ambos caminaban sin prisa disfrutando Praga, él le preguntó.
-¿Y actualmente andas con alguien?
-No, después de mi divorcio tuve una relación, pero no funcionó y desde entonces continuo así.
-¿Pero una mujer tan guapa como tú, no has tenido pretendientes?
-Algunos, pero primero que nada no se trata de tener una relación porque si y hasta el momento no he encontrado a nadie con quien me pueda identificar. Por lo demás, entre la Universidad y mi hijo difícilmente tengo tiempo para alguien. ¿Y tú?
-Como te comenté tengo una relación fallida con una española. En el tiempo que ha durado me he percatado de que las mentalidades española y mexicana son muy distintas, contrariamente a lo que se pudiera pensar en razón de las raíces e idioma.
-Por lo que me cuentas debe de ser difícil con tu amiga. –no se atrevió a decir esposa o pareja, sin embargo se aventuró a cuestionar- ¿Pero estás casado?
-No –no quiso decirle que vivían juntos- creo que fue un error esta situación. Finalmente, creo que como las mujeres mexicanas no hay mejores. En términos generales, son cálidas y, perdóname que te lo diga, muy ardientes en comparación con las españolas.
            En ese momento Alexia recordó como su ex marido le recriminó durante todo su matrimonio su frigidez, culpándola de su precoz eyaculación y se sintió mortificada, sólo alcanzó a lanzar un suspiro que pasó desapercibido para su acompañante.
-Aunque –continuo hablando Carlos- es difícil encontrar a la persona ideal, con el tiempo he aprendido a aceptar a la gente y tratar de sobrellevar las situaciones.
-Sí, es muy complicada una relación entre un hombre y una mujer. Deben de amarse mucho para poder sacar adelante la relación.
-Lo importante es no perder la esperanza y tener el corazón abierto para cuando se presente la oportunidad de conocer a la persona ideal. Al menos eso pienso.
-O, vivir la vida sin esperar esa oportunidad hasta que se de. En mi caso, creo que el amor llegará a mi vida repentinamente, sin pensarlo, sin proponérmelo. No soy de las mujeres que se fijan en un hombre como objetivo. Creo en el flechazo y la espontaneidad del momento.
-Qué hermosa expectativa del amor.
-Es mi expectativa.
            Mientras caminaban y platicaban, él deseaba tomarla de la mano, abrazarla y besarla, pero se contenía por temor a su reacción. Ella se sentía a gusto charlando con él, curiosamente le inspiraba la suficiente confianza para comentarle sus pensamientos acerca del amor, los cuales a veces le resultaba difícil comentárselos a sus amigas. Pero con Carlos se sentía libre, estando al otro lado del mar, en un país desconocido y sin miradas indiscretas o inquisitivas alrededor, se sentía con plena libertad para hablar de ese tema y de muchos más. Por otra parte, conforme más hablaban más puntos de comunión encontraba. En suma, estaba muy cómoda con la compañía de Carlos, como hacia tiempo no lo sentía con ninguno de sus amigos.
            Continuaron profundizando en el tema y coincidiendo en la mayoría de sus opiniones, hasta que llegaron al hotel de Alexia, permanecieron en el lobby algunos minutos, durante los cuales el quería pedirle pasar a su habitación. Empero, no se atrevió. Ella aunque estaba disfrutando esos momentos, no quiso abusar del tiempo de Carlos y se despidió de él. Quedaron que al día siguiente se verían en su hotel en donde desayunarían y se irían a recorrer Praga. Se despidieron con los dos besos españoles y acariciadoras miradas.
            Ya en su habitación, Alexia no dejó de recordar todos los momentos que pasó con Carlos y lo agradables que le resultaron, aunque por la situación de su amigo y los pocos días que iban a pasar juntos sabia que poco o nada podía esperar.
            Durante todo el trayecto del hotel de Alexia a su hotel, sólo pensó en los maravillosos momentos que vivió con su amiga. Su rostro estaba gravado en todos sus pensamientos, sus finas facciones y sus grandes ojos eran inolvidables. Como caminando en nubes entró en su habitación, comenzó a desvestirse pensando en el maravilloso día que le esperaba en unas horas, cuando, al sacar sus cosas de los bolsillos y colocarlas en la cómoda, sacó su teléfono celular y se acordó de Laura. Ese recuerdo le cayó como una cubeta de agua fría.
-Laura -dijo en voz alta, se había olvidado de ella. En seguida prendió su móvil y de inmediato le aparecieron en la pantalla cinco llamadas perdidas de Laura. Antes de llamarla meditó en que decirle para permanecer en Praga, dedujo que plantearle la situación de aprovechar lo pagado sería lo mejor, en seguida le marcó y ella le respondió-
-¿Dónde te has metido? Te he llamado toda la tarde
-Ah si, disculpa, es que apagué el móvil y ya no lo encendí hasta ahora. ¿Cómo estuvo el viaje?
-Bien, desde que llegué estoy preparando la audiencia de mañana, probablemente no duerma. ¿Por cierto, ya arreglaste lo de tu regreso?
-Creo que lo mejor es que aprovechemos lo que ya pagamos y me quede hasta el domingo.
-No es lo que acordamos, pero si prefieres quedarte a estar conmigo, has como creas que es lo mejor –y colgó-


CAPITULO V

            Al día siguiente a primera hora Carlos se levantó con un entusiasmo que hacia tiempo no tenia, la sola idea de pasar todo el día con Alexia le subyugaba. Nunca pensó que este viaje a Praga le fuera a brindar una oportunidad de vivir una experiencia como la que estaba disfrutando. Hacía tiempo que había perdido toda esperanza de conocer a alguien que pudiera hacerle sentir lo que estaba sintiendo. La sola idea de ver en breve a su nueva amiga lo tenia eufórico. En ello estaba cuando sonó su móvil, era Laura.
-Hola –contestó-
-Hola, ya dentro de un rato me voy a los juzgados.
-Ah que bien, ¿ya tienes todo listo?
-Si, ya preparé todo. Te llamó para saber que has pensado de tu regreso.
-Lo que dijimos ayer que regresó el domingo.
-Pensé que habías recapacitado y que regresabas hoy. Pero veo que no. En fin, has lo que te de la gana.
-Que te vaya bien. Adiós.
-Adiós.
            Alexia como de costumbre se levantó de buen humor y sin darse cuenta se puso a cantar mientras se bañaba. En cuanto cayó en la cuenta de lo que estaba haciendo se rió, diciéndose qué pasa muchacha, a qué se debe que estés tan contenta. Entonces, esbozó una sonrisa recordando a Carlos y se volvió a decir: calma potosina, no te “aloques” que está comprometido y sólo van a estar dos días más en Praga.
            A las ocho y media de la mañana Carlos llegó al hotel de Alexia, este daba de frente al Moldava. Entró al restaurante, la joven lo estaba esperando sentada en una mesa, al verla se acercó a ella y poniéndole una mano en la espalda la saludo con dos besos en la mejilla. Al igual que el día anterior llevaba unos jeans, sólo que ahora vestía una ligera blusa de color coral que al igual que la anterior resaltaba la belleza de su rostro. El saludo se dio en un ambiente cordial y familiar.
-Hola, qué tal. Dormiste bien –preguntó Carlos-
-Sí, muy bien y tú.
-También bien. ¿Y cuál es el itinerario de hoy?
-Hoy vamos a visitar el Castillo de Praga, que según dicen es el más grande de Europa.
-Suena interesante.
-Eso si, prepárate para caminar todo el día.
-Desayunaré fuerte para aguantar.
            Terminado el desayuno Alexia subió a su habitación a lavarse los dientes y a recoger su bolso. Ya de regreso lo condujo hasta la parada de la línea 22 del tranvía y subieron en él. El viaje resultó ser un agradable paseo por la Ciudad y una interesante remontada de una colina. Compraron su boletos y comenzaron a visitar los diferentes recintos, empezando por la pinacoteca, las salas de exposición eran espaciosas y su decorado acorde con el imperial estilo de la ciudad, la recorrieron pausadamente admirando las pinturas, de vez en cuando intercambiaban algún comentario en voz baja, acorde al discreto silencio que imperaba en el recinto. Una vez que recorrieron todas las salas salieron de la galería.
-¡Qué hermosas pinturas y qué increíble museo!
-Si, a mi también me gusto mucho. –vio su reloj y añadió- vamos a la entrada del palacio, pues dentro de unos treinta minutos será el cambio de guardia y hay que ganar un buen lugar para apreciarla.
-Pues vamos.
            Llegaron a las puertas del Castillo, frente a ellas se encontraba una gran explanada y a su izquierda un balcón natural del que se podía apreciar gran parte de la ciudad. Mientras se colocaban en un buen sitio pasaron frente a ellos un par de jóvenes matrimonios, con sus vestidos de novias y su traje formal, iban sonrientes, paseándose acompañados por algunos amigos y sus respectivos fotógrafos. Carlos un poco desconcertado le comentó a su compañera:
-Qué curioso, que anden los novios por la calle.
-Sí, en algunas ocasiones me tocó ver a parejas de novios paseándose por la ciudad, al parecer es una costumbre en Praga.
-Pues que hermosa costumbre.
-Sí, el ver a los novios recién casados felices y sonrientes es algo hermoso que alegra.
            Al cabo de algunos minutos una banda militar comenzó a tocar una marcha y se inició la ceremonia del cambio de la guardia real, en donde los gallardos soldados enfundados en elegantes uniformes azules llevaron a cabo su cometido con precisión y elegancia. Finalizado el evento, él comento:
-Qué bonito.
-Después de Inglaterra y España, este es el más admirable.
-¿Has estado en Londres y Madrid?
-No, sólo lo leí.
-Ah
-Ven, vamos a que disfrutes un poco de la vista de la Ciudad –y lo llevó al principio del balcón- mira que hermosa panorámica.
-Es preciosa esta vista, como tú –al decir esto le dirigió una reverente mirada-
            Desconcertada, pero alagada, cambió el tema
-Ahora vamos a la catedral.
            Entraron por la puerta principal del enrejado, en ese momento la tomó del hombro para sorpresa de Alexia, sin embargo el gesto se podía interpretar como una simple cortesía de parte de Carlos. No obstante esto le agrado a ella. Pasaron a través de un pasaje y al salir de este en un espacio de pocos metros, se encontraron de frente las puertas de la Catedral de San Vito, el poco espacio no les permitió admirar en perspectiva la fachada de la iglesia, pero no por ello se percataron de su hermosura de estilo gótico. Entraron al templo y comenzaron a admirar su interior, formado por tres grandes naves, en su parte posterior había enormes ventanas con significativos y llamativos vitrales, tomaron a su mano izquierda y comenzaron a admirar el interior de la catedral, poco antes de la mitad del recorrido Carlos vio una figura que le resultó familiar, acompañada de dos mujeres, y se lo comunicó a Alexia:
-Mira. Ese es Adal Ramones.
-¿De veras?
-Sí. Pregúntale.
            Se acerco tímidamente y le preguntó:
-¿Tú eres Adal Ramones?
            Sus acompañantes avanzaron un poco y el hombre comenzó a hablar en un idioma desconocido para ambos, pero que sonaba a Europa del este. Desconcertada permaneció a su lado escuchando su perorata, hasta que Carlos, en son burlón le espetó un:
-Aja.
            En ese momento los saludo en español. Carlos admiraba las dotes histriónicas de Adal, pensaba que con sus dotes y talento podría hacer grandes cosas, sin necesidad del doble sentido, por ello reprobaba su constante y continuo humor alburero y sobre todo su famoso y viral “güey”, y así se lo hizo saber.
-¿Sábes? He recibido correos electrónicos en los que manifiestan su desacuerdo con tu famoso “güey”.
-En serio –respondió Adal- es que por cada “güey” que se dice en televisión me pagan regalías.
-¿De veras? –preguntó asombrado Carlos, imaginando las ganancias-
-No, no es cierto.
            Los tres se rieron discretamente, pues estaban dentro de una iglesia. Charlaron unos minutos más y el actor se despidió, integrándose con su pareja y una guía, según supuso Carlos.
-¿Qué agradable es, verdad? –mencionó Alexia-
-Agradable y amable.
            Continuaron su visita a la Catedral, al pasar por la parte posterior el pasillo se volvió angosto y por el flujo de personas, Carlos se colocó a la espalda de su compañera, para evitar separarse de ella, le puso su mano derecha sobre su hombro, así hasta que salieron a la nave, caminaron admirando la estructura y llegaron a la calle. Ella lo llevó al costado izquierdo de la Catedral, a un amplio claro a fin de que pudiera verla por fuera desde una buena distancia y apreciar el perfil de la construcción. Ahí se sentaron en una banca de madera.
-Qué increíble construcción.
-Sí. –Le respondió Alexia-
            Desde ese lugar pudieron apreciar la maravillosa Catedral.
-El poder estar en este lugar, admirando esta belleza, tu y yo –enfatizó estas tres palabras- apartados del mundo, sin más preocupación que la de disfrutar el momento me parece maravilloso.
-A mi también –contestó Alexia-
-¿Quién nos iba a decir que nos conoceríamos aquí y que compartiríamos estos momentos?
-Si no hubiera sido por el error en el boleto, ahora estaría en Budapest con mis amigas. Aunque déjame decirte que no creo en las casualidades. Todo sucede por una razón.
-En eso tienes razón –dijo Carlos en tono de broma, parafraseando a Alexia y ambos rieron-
-Pues vamos a continuar.
-Pues vámonos.
            Pasaron al Castillo y caminaron por los amplios recintos, subieron a una torre, en la cual a través de sus grandes ventanas permitía admirar la Ciudad de Praga. Visitaron el salón del trono y tras una vitrina admiraron las joyas de la corona. Para Carlos era una experiencia maravillosa el ver tanta belleza acompañado de Alexia, para ella el poder disfrutar nuevamente de estas maravillas se veía potenciada con la compañía de su coterráneo. Caminaron por el callejón del oro admirando las casitas multicolores, otrora habitadas por orfebres. Y desde luego que no dejaron de visitar la Basílica y Convento de San Jorge y las torres Dalvorka, de la Pólvora, la Blanca y la Negra. Al salir de la última torre, Carlos, bastante cansado y hambriento, vio que su reloj marcaba las cuatro y media de la tarde y justo cuando pasaban por una especie de cafetería, sutilmente se dirigió a Alexia.
-No se si deseas que comamos algo.
-Si, ¿verdad? Ya tengo un poco de hambre.
-Sí gustas podemos comer ahí –señaló la cafetería-
-¿Sabes? en la calle de la entrada se encuentra un excelente restaurante. La vez que vine con mis amigas no pudimos entrar debido a que algunas querían ir a visitar otros lugares y me quede con las ganas de ir. ¿Te parece bien si vamos?
-Si claro que si. ¿Y como se llama?
-Tiene un nombre raro, como todos los nombres checos, pero creo que se llama Lvi Dvur.
-Pues vamos.
            El restaurante resultó estar en una esquina, justo enfrente de la parada del tranvía. Entraron y por la hora no había muchos comensales, así que les asignaron una mesa en la terraza frente al Jardín Real, la vista que presentaba permitía sentirse dentro de un entorno natural y, por ende, respirar tranquilidad. Alexia pidió una ensalada de rúcula con queso de cabra, rábanos y nueces y de plato fuerte Krušovice goulash de ternera con albóndigas de pan, él pidió Lomo de cerdo asado con ragout de setas y puré de papas con tocino, y para acompañar la comida Carlos, a sugestión del mesero, escogió vino tinto de la región, un Lemberger 2008. Conforme comían y bebían más a gusto se encontraban los dos, Alexia risueña por naturaleza no dejaba de sonreír al cabo de cada frase que pronunciaba.
-¿Alguna vez has pensado en rehacer tu vida? –inquirió Carlos-
-Claro que si……..
-¿Pero?
-Pero no se trata de rehacerla con la primera persona que se me presente. Lo de menos es acostarme con cualquiera, pero eso no es lo que deseo para mi. El tener sexo, por el sexo se me hace algo vacío. Creo que cualquier relación debe de estar sustentada sobre la base de un sentimiento. De lo contrario se vuelve vacua.
-Si, creo que te entiendo. Aunque eso suena un poco difícil de llevar a cabo.
-No me importa si lo consigo o no, ni el tiempo que me lleve. Lo que me importa es tener una relación basada en el amor y no en el deseo.
            En ese momento Carlos alargo delicadamente su mano hasta el rostro de alexia y le retiro un mechón de pelo que le obstruía su ojo. Ella sintió tenuemente el roce de la yema del dedo sobre su rostro y la sensación le agradó. Continuaron su charla la cual iba desde aspectos docentes, hasta temas políticos de México, en los cuales coincidían en sus puntos de vista. Terminada la opípara comida y vacía la botella de vino, pidieron les recomendaran dos postres, la sugerencia que les hizo el mesero fue: un “Warm strudel” de manzana con salsa de vainilla, que él escogió y pastel de chocolate con “coulis” de frambuesa lágrima para ella, acompañados con una taza de café.
            Cuando cada uno tuvo su postre, Carlos le preguntó a Alexia:
-¿Cómo está tu pastel?
-Muy rico. ¿Quieres probarlo? –al decir esto le acercó el tenedor con un trozo de pastel a la boca-
-Mmmm de veras esta rico –e hizo otro tanto con su strudel-
            Ella lo recibió con agrado en su boca, y ambos cruzaron una tierna mirada, enmarcada con una dulce sonrisa de Alexia. Terminada la comida Carlos pagó la cuenta, a pesar de las protestas de su acompañante pues ella pretendía cubrir la mitad. Salieron del restaurante y comenzaron a caminar por el Jardín Real, el cual se encontraba sin visitantes, probablemente por la hora, la tarde era cálida, se oía el trinar de los pájaros. La sensación de satisfacción y bienestar era mayúscula, de forma natural la tomó de la mano y ella se dejo guiar por las veredas. De vez en cuando volvían sus rostros hacia si e intercambiaban una elocuente mirada y una delineada sonrisa. Cruzaron una pequeña barda y él se detuvo, se plantó frente a ella y le acaricio suavemente su rostro, Alexia desconcertada e impactada, recibió con agrado la caricia, mientras Carlos dirigía su mirada hacia el lugar de su mimo, ella entrecerró sus ojos y se dejó llevar por la sensación en su piel. Carlos pasó su mano al cuello de su compañera y acercó sus labios a los de ella. Alexia entreabrió sus finos y firmes labios para recibir a Carlos, entonces ambos se unieron en un prolongado y vehemente beso, al termino del cual la joven extasiada en voz baja expresó:
-No puede ser.
-¿Qué?
-Esto que me está sucediendo. No puede ser.
            En ese momento la abrazó tan fuerte como pudo y ella correspondió con la misma intensidad, él se separó un poco y busco los labios de alexia, quien retribuyó con la misma viveza que emanaba de su compañero. Al cabo de unos instantes, sus besos se tornaron apacibles y delicados y volvieron a abrazarse. Alexia volvió a proferir con suave voz:
-No puede ser.
-¿No puede ser qué?
-Que me esté pasando esto.
-¿Cuál?
-Que este a tu lado de la forma en que estoy.
-¿Te incomoda? – inquirió preocupado-
-No. No es eso. Es que todo esto es tan repentino, tan inesperado.
-Lo se. Yo mismo no se lo que está pasando. Pero es que esto rebaza mi entendimiento y voluntad. Sólo se que desde ayer que te conocí has impactado mi vida.
-Tu lo has dicho, no tenemos ni cuarenta y ocho horas de habernos conocido y esta sucediendo esto. Es que no lo puedo creer.
-Yo tampoco, tal vez por lo maravilloso.
            Dicho esto, la atrajo hacia si y comenzaron a besarse, se sentaron en una banca y dejaron que el tiempo transcurriera, comenzó a anochecer y ellos continuaron abrazados y besándose. Cariñosamente Alexia mencionó:
-No se lo que nos está pasando, pero es algo hermoso.
-Yo tampoco lo entiendo muy bien, sin embargo coincido contigo.
-Pero te das cuenta de que en horas nos vamos a dejar de ver.
-Tienes toda la razón, pero por favor no pienses en ello. Hay oportunidades únicas en la vida y creo que esta es una de ellas.
            En ese momento acerco sus labios a los de su acompañante y la besó. Alexia dentro de su desconcierto, tuvo claro lo expresado por Carlos, pues nunca en su vida había sentido lo que su corazón estaba experimentando en esos momentos, lo cual era más fuerte que su entendimiento y su razón y correspondió al beso con todas sus fuerzas. Ninguno de los dos deseaba abandonar la banca, sin embargo la joven preocupada por que su compañero conociera la ciudad le expresó:
-Mi cielo –al decir estas palabras se sorprendió de haberlas pronunciado y por el tono que con que salieron de su boca- tenemos que continuar con la visita a Praga.
            Carlos lanzó un suspiro y manifestó:
-A pesar de que tienes razón, preferiría permanecer aquí contigo que continuar con la visita.
-Yo también, pero piensa que al final de cuentas vamos a estar juntos.
-Es cierto, vámonos, antes de que me arrepienta. Por cierto ¿A donde vamos?
-A la plaza de Wenceslao. Según leí, este es un héroe nacional.


CAPITULO VI

            Abordaron el tranvía de regreso, se apearon en la Ciudad Vieja y caminaron hasta el inicio de la Plaza, que asemeja más a una gran avenida con varias calles de extensión, al final de las cuales, en una pequeña colina al centro, se encontraba el monumento de Wenceslao. Caminaron sobre la acera de su derecha, tomados de la mano, se detenían frecuentemente para abrazarse y besarse, cuando esto no sucedía admiraban los escaparates de los negocios. Uno que les llamó la atención fue en él que tras el aparador se encontraba una pileta de cristal llena de agua, con peces y algunas personas sentadas frente a la pila con los pies dentro del agua y los peces pegados a ellos. Continuaron su andar hasta llegar al monumento, lo observaron y volvieron a besarse profusamente. Decidieron regresar a la Ciudad Vieja por la acera contraria y en su camino continuaron con su rutina, al pasar frente a un restaurante escucharon la música de un piano y decidieron entrar, curiosamente el restaurante se llamaba “COMO”. Ya que no tenían mucho apetito, decidieron pedir un plato de carnes frías y quesos. Para acompañar el plato, le preguntaron al mesero por la bebida típica del país y este les recomendó el becherovka, el cual aceptaron. El licor servido frio resultó delicioso aromático con un tenue sabor a clavo. La velada, amenizada con la suave música de románticas melodías era el marco perfecto para las miradas y besos de Carlos y Alexia. Cerca de las once de la noche el pianista cesó sus interpretaciones y decidieron marcharse, caminaron por la plaza hasta la Ciudad Vieja, atravesaron esta, envueltos por su belleza, rumbo al hotel de Alexia el camino se alargo debido a las constantes paradas que efectuaban para besarse. Al fin llegaron a las puertas del hotel, tímidamente Carlos le preguntó:
-¿Te puedo acompañar a tu habitación?
            Respondió con un sutil y aterciopelado:
-Si.
            Subieron al cuarto piso y entraron a una habitación con vista al Moldava, el espectáculo era soberbio. Alexia iba a encender las luces, sin embargo Carlos, le pidió que no lo hiciera, la tomó de la mano y la llevó frente a la ventana, ahí disfrutaron de una maravillosa vista, lentamente la atrajo hacia si, quedando la ventana como marco a sus siluetas, se acercó a Alexia, la abrazó y la besó, la joven empezó a experimentar una sensación desconocida que comenzó a apoderarse de su voluntad y hacerla perder el control y conciencia de si misma, los besos de Carlos se extendieron a su cuello, mientras sus manos acariciaban, bajo su coral blusa, frenéticamente su espalda. Sin saberlo el deseo comenzó a apoderarse de su cuerpo y este se volvió hipersensible a las caricias que su compañero le prodigaba, la despojó de su blusa y sostén, quedando al aire unos redondos y apetitosos senos, bajó sus labios hasta ellos y comenzó a besarlos, sin apartar sus manos de su espalda, entonces para sorpresa y desconcierto de Alexia, sintió algo desconocido hasta ese momento: un intenso y prolongado orgasmo al unísono que emitía un gemido de placer. Carlos estupefacto por el efecto conseguido con sus besos, continuó con su labor, arrancando del cuerpo de su amiga innumerables orgasmos, al cabo de los mismos le desabrochó el pantalón y ella se lo quitó dejando al descubierto un hermoso y atlético cuerpo; de inmediato él se desnudo y de pie siguieron besándose, sintiendo en sus cuerpos el deseo de unirse en uno sólo. Carlos la llevó a la cama y ella se recostó boca arriba, entonces el se colocó sobre ella y se besaron apasionadamente, él le besó el cuello, sus senos y comenzó a bajar sus labios por su vientre hasta llegar a su pubis, que se encontraba bellamente delineada, y la besó repetidas veces. La sensación que Alexia experimentaba iba más allá de todo lo que había sentido e imaginado y dejándose llevar por esta, llegó repetidas veces al clímax. En su fuero interno no alcanzaba a entender que le estaba sucediendo, con su ex esposo nunca había sentido ni remotamente lo que estaba percibiendo y con su anterior pareja, sus sensaciones encontraron cierto eco, pero jamás como lo estaba viviendo en esos momentos. Al cabo de algunos orgasmos, Carlos cesó su actividad y volvió a besar sus labios, todo en ellos era pasión y entrega, entonces la tomó e hicieron el amor hasta quedar exhaustos. Desnudos, durmieron abrazados. Por la mañana él se despertó al ver luz en la ventana, entonces se incorporó y vio el rostro de Alexia que recostado sobre la almohada mostraba tres cuartos de su perfil izquierdo, el resto de su cuerpo lo cubrían los cobertores, se quedo extasiado admirando sus finos rasgos y sus grandes ojos cerrados, era tal la pasividad y tranquilidad con que dormía que no se alcanzaba a escuchar su respiración, ni a percibir movimiento alguno en su cuerpo, permaneció embelesado durante varios minutos viendo el rostro de la joven. Hacia muchos años que se había acostumbrado a vivir una vida plana, sin emociones, sin altibajos sentimentales. Su vida con Laura era rutinaria, tanto en actividades como en sentimientos, al cabo del tiempo su comportamiento era como el de un vetusto matrimonio, en el que la ausencia de sexo e ilusión eran el común denominador. Por ello, lo que estaba viviendo con Alexia lo hacia resurgir de las cenizas de su relación con Laura, como resurgió el ave Fénix. Se acostó nuevamente a la espalda de Alexia y por debajo de la sábana juntando su cuerpo con el de ella la abrazó, adormilada sintió el cuerpo de Carlos y recibió con agrado su brazo, emitiendo un amodorrado.
-Ummmm que rico.
-Delicioso.
-¿Qué hora es?
-Aun es temprano, no son más de las siete.
-Si quieres nos levantamos.
-En este momento lo único que deseo es permanecer así.
            Se incorporó un poco y ella volteo su rostro:
-Eres tan hermosa, que podría pasarme toda la vida admirándote.
-Ay mi vida.
-En serio eres una mujer espectacular, cualquier hombre se sentiría orgulloso de caminar a tu lado.
-Que lindo eres.
            Acercó sus labios a los de ella y la besó tiernamente, espaciadamente, degustó sus labios con calma, disfrutando el contacto con los mismos. Con su mano en el pecho de Alexia, comenzó a acariciarle su seno y esta profirió un apasionado:
-Ay mi vida, ay mi vida, no me hagas eso.
-¿Porqué?
-No ves como me pongo.
-Precisamente por eso lo hago.
            Carlos continuó acariciando el seno y su pezón y sucedió lo inevitable, alcanzó el orgasmo. A este le sucedieron varios más a lo cual la joven expresó:
-No es posible, no es posible, no es posible.
            Con parsimonia comenzó a hacer el amor con su compañera, uno tras otro, se sucedieron los orgasmos, hasta que profirió:
-Ya no puedo más.
            Entonces ambos alcanzaron al unísono el clímax, permaneciendo abrazados, así permanecieron durante varios minutos, al cabo de los cuales él se separó recostándose boca arriba y atrayéndola para que posara su cabeza sobre su pecho, para comenzar a acariciar su sedoso cabello y de vez en cuando darle un beso en su cabeza. Finalmente el cansancio los venció y se durmieron. Al despertar se besaron tiernamente y él le susurró:
-En verdad eres una mujer preciosa.
            Contra el deseo de ambos se levantaron y ella entró a la regadera a bañarse, al cabo de unos instantes Carlos la alcanzó. Para Alexia el agua siempre había sido un importante elemento en su vida, por el cual tenia una especial predilección, así que cuando su compañero se puso a su lado y comenzó a besarla cayéndoles  el agua, experimento por primera vez ese indescriptible placer. Carlos tomó un jabón y con una esponja enjabonó el cuerpo de Alexia, una vez que ella se enjuago, hizo lo propio con Carlos, hasta que él se enjuago, obviamente el baño duró más tiempo del normal. Al fin terminaron de bañarse, se secaron y se vistieron, durante todo este tiempo interrumpían continuamente sus actividades para darse apasionados besos. Por fin salieron de la habitación y desayunaron en el restaurante del hotel, durante esté sus miradas se volvieron más elocuentes que las palabras, al darse cuenta Alexia de ello, meditabunda manifestó:
-¿Que es lo que nos está sucediendo?
-Creo que estamos viviendo una experiencia que pocos tiene oportunidad de vivir. Me parece que nuestros corazones se están encontrando.
-¿Pero es posible? Si no tenemos ni cuarenta y ocho horas de conocernos. ¿Cómo es posible que esté sintiendo lo que estoy sintiendo?
-Pues lo mismo me pasa a mí. A tu lado me siento inmensamente feliz. Es más, a pesar de que sólo llevamos unas horas de conocernos, me parece que te conozco de toda la vida.
-Que curioso, yo siento lo mismo.
            Entonces, ambos entrecerraron su ojos, acercaron sus labios y unieron sus bocas en un prolongado beso, al cabo del cual Carlos inquirió:
-¿Y ahora dónde vamos?
-Vamos al monte Petrin.
-¿Y qué es el monte Petrin? ¿Está muy lejos?
-Es un jardín, desde el cual puedes apreciar la ciudad y está muy cerca.
-Pues vamos.
            Caminaron tomados de la mano y besándose continuamente hasta la parada del tranvía, lo abordaron y como iba lleno, tuvieron que permanecer de pie, lo que les permitió continuar con sus miradas y besos. Se bajaron cuando Alexia lo indicó y tras caminar unos metros, abordaron un simpático funicular, al cabo de unos minutos y una estación intermedia, llegaron a su destino. Al salir de la estación tomaron a su mano izquierda y a de unos pasos se encontraron con un hermoso jardín de rosas de variados colores, al caminar por sus pasillos no podían contener la emoción que les proporcionaba contemplar tanta belleza, y entonces se fundieron en un apasionado beso, rodeados de rosas. Continuaron su visita, caminado por las veredas del jardín, admirando sus prados y frondosos árboles. Su andar era lento, para disfrutar tanta belleza no había prisa, al contrario, entre más lento se avanzara más se apreciaba el lugar, pero sobre todo, se disfrutaban a ellos mismos. En su caminar, al ver a parejas y familias sentadas en el pasto, bajo la sombra de un árbol, Carlos la condujo bajo un enorme árbol y se sentaron a su sombra.
-No puedo creer que ahora mismo esté contigo en este hermoso lugar –manifestó lanzándole una tierna mirada a Alexia-
-Yo estoy en la misma situación, jamás me imagine que viviera lo que estoy viviendo. Es que puedo decir que no te conozco y que me siento increíblemente bien contigo.
            Al termino de su frase se abrazaron tan fuerte como las fuerzas de ambos lo permitieron, así permanecieron durante un tiempo, después del cual se separaron y se quedaron mirando a los ojos.
-Qué hermosa eres.
-Qué guapo estás.
            Ese pequeño dialogo termino con un apasionado beso y un prolongado abrazo, durante el cual, Alexia dejó escapar uno que otro suspiro. Permanecieron bajo el árbol veinte minutos más, finalmente ella le expresó:
-Aun tenemos que visitar la torre de aquí.
-No creo que nada pueda ser más atractivo e interesante que estar aquí a tu lado. Pero, vamos a donde digas.
            Perezosamente se levantó y le tendió la mano a su compañera para ayudarla a incorporarse. Tomados de la mano caminaron hasta la torre que Alexia había mencionado, la cual resultó ser similar a la Torre Eiffel.
-¿Te gusta?
-Sí, está muy bonita. ¿Qué altura tiene?
-Como unos sesenta metros.
-Como un edificio de veinte pisos.
-Ven. Vamos a subir.
            Atisbando sólo escaleras para subir, dudó un poco en consentir.
-Pero es un poco pesado subir por las escaleras.
-Sólo son doscientos noventa y nueve escalones –dijo riendo por ver el espanto de su compañero-
-Bueno, si consideras que vale la pena adelante –respondió resignado-
-Claro que si. Además te juego una carrera, a ver quien llega primero.
            Carlos procuraba hacer una hora de ejercicio todas las mañanas, no obstante ello, comprendía la diferencia entre hacer ejercicio en un gimnasio y subir escaleras. Sin embargo, sabia que no podía decir o hacer nada en contrario, pues se vería mal a los ojos de Alexia. Al llegar a la torre, con una sonrisa, la joven le espetó:
-Listo para la carrera.
-Listo.
            Entonces con una iridiscente sonrisa expresó:
-Era broma, vamos a subir por el elevador.
            Él sonrió y subieron por el elevador hasta el mirador de la Torre. La vista de la ciudad resultó espectacular y ello amerito un apasionado y prolongado beso. Permanecieron en la Torre por mas de treinta minutos. No tenían prisa, era disfrutarse disfrutando la excepcional vista. Bajaron de la Torre y volvieron sobre sus pasos hasta la estación del funicular, descendieron y tomaron un tranvía de regreso a la Ciudad Vieja. Alexia lo llevó a visitar las sinagogas, aunque por ser sábado no pudieron entrar y por fuera visitaron el antiguo cementerio judío. Eran poco más de las cuatro de la tarde cuando decidieron ir a comer, escogieron un pequeño restaurante que encontraron cerca de una de las sinagogas que visitaron. Ella pidió un plato de spanelsky ptacek (rollo de carne de ternera enrollado) y él svikova (una especie de rost beef). Acompañados de frescas cervezas checas. Para el postre el mesero les recomendó la tarta de grosella negra que era la fruta de la estación, la cual resultó deliciosa y a la que acompañaron con un café. Sus miradas continuaron diciendo lo que sus corazones estaban sintiendo, sus labios siguieron uniéndose continuamente y sus mentes se mantenían abstraídas de su realidad. Salieron del restaurante y caminaron rumbo a la Ciudad Vieja, como había sucedido en las horas anteriores, caminaban sin prisa, tomados de la mano, admirando las fachadas de los edificios y desde luego besándose continuamente, en ello estaban cuando Alexia le mencionó.
-¿Qué va a pasar con nosotros?
            Esto era algo que Carlos se había planteado y a lo que no tenia respuesta. Él mismo ignoraba a dónde podría conducirlos su relación.
-No lo se. Sólo se que esto es algo que nunca había vivido y es verdaderamente maravilloso.
-A veces pienso que me he precipitado y que estoy haciendo algo indebido. Pero en cuanto veo tus ojos me olvido de todo. Y esto me preocupa, pues tu vives en España y yo en México.
            Carlos sabía que Alexia tenía razón, los sentimientos de ambos habían surgido exponencialmente arrasando cualquier razonamiento, sin embargo el tiempo que tenían de conocerse, al final de cuentas, se reducía a poco mas de setenta y dos horas. El razonamiento de su compañera lo llenó de angustia, pues en poco menos de veinticuatro horas se despedirían, sin saber si se volverían a ver, y lo peor, él tendría que regresar con Laura.
-A mi me pasa lo mismo. Pero prefiero no pensar en ello.
-Después de conocerte nada va a ser igual en mi vida. Sólo puedo decir que lo que estamos viviendo es un regalo a nuestras vidas.
-Coincido totalmente contigo.
            Conscientes ambos de que su plática los acercaba al final de su relación, no dijeron más al respecto. En cambio él le preguntó:
-¿A dónde vamos?
-Aquí –señalo la entrada a un teatro- no puedes venir a Praga sin disfrutar una obra de teatro Negro.
-Porqué negro.
-Dentro lo descubrirás.
            Compraron las entradas y se acomodaron en unas butacas dentro de un pequeño teatro, ahí permanecieron tomados de la mano. Carlos comprobó él por que del nombre cuando vio la obra. Al final comentó:
-Nunca me hubiera imaginado una obra de teatro así.
-¿Verdad que es original?
-Bastante original.
            Eran cerca de las diez de la noche, ninguno de los dos tenia apetito. Ambos sabían que únicamente les quedaba esa noche y algunas horas de la mañana. Ninguno de los dos se atrevía a proponer al otro qué hacer el resto del tiempo que les quedaba libre. Caminaron unos pasos sin pronunciar palabra cuando al mismo tiempo quisieron decir algo.
-Oye……
-Mira……..
            Los dos se rieron y se cedieron la palabra mutuamente. Él caballerosamente insistió que fuera ella quien hablara, sin embargo ella permaneció en silencio, dejándole la alternativa
-Quisiera decir muchas cosas, pero no se que decir. Sólo que esta noche no quiero estar sin ti.
-A mi me pasa lo mismo –respondió Alexia con la voz entrecortada-
            Abrazados caminaron hacia el hotel de la joven y dentro de la habitación bañados con la luz de la luna que la inundaba se amaron tan intensamente como sus corazones, mentes y cuerpos se lo permitieron. Alexia cada vez más sensible a las caricias y besos de Carlos disfrutó su compañía como nunca antes lo había hecho con nadie. Se sintió y supo amada, deseada y admirada. Carlos no cesó de ponderar su belleza y lo increíble que resultaba estar a su lado, al fin al cabo de un par de horas se durmieron abrazados.
            Al día siguiente, al despertarse Carlos, lo primero que hizo fue ver su reloj, que marcaba las seis, recordó que su avión salía a las once de la mañana. Tenía el tiempo justo para bañarse, ir a su hotel a recoger el equipaje y marcharse al aeropuerto. Se percató que dentro de todo lo que habían hablado nunca se habían puesto de acuerdo para ir al aeropuerto. Se detuvo unos momentos para admirar el apacible rostro de Alexia y volvió a extasiarse con la belleza de sus finos rasgos y esos parpados que escondían tras de si sus enormes y expresivos ojos. Hasta donde el recordaba nunca había admirado tanto la belleza de una mujer. Al cabo de unos instantes Alexia, entre abrió los ojos:
-Buenos días……amor.
-Buenos días mi vida. ¿Dormiste bien?
-A tu lado de maravilla.
            Él se acercó y la besó sutilmente. Ella cerro sus ojos y adormilada correspondió. Carlos le comentó:
-¿Sabes? me gustaría comenzar una nueva vida contigo.
-¿Lo dices en serio?
-Si lo digo muy en serio.
-¿Pero nos acabamos de conocer?
-Sin embargo me parece que te conozco de toda la vida.
-A mi me pasa lo mismo. Y me encantaría vivir a tu lado. Sin embargo tu vives en España y yo en México.
-Si lo se. Pero creo que he encontrado a la mujer de mi vida y no quisiera perderte.
-Pues tenemos una situación un poco difícil.
-Nada que nuestros sentimientos y esfuerzos no puedan vencer.
            La atrajo hacia sí y se abrazaron tan fuerte como pudieron, al estar así del fondo del corazón de Carlos brotó un casi inaudible.
-Te amo…..te amo….te amo –poco a poco fue aumentando de volumen, hasta convertirse en un fuerte- “te amo”
-Y yo mi vida. Te amo también.
            Se volvieron a abrazar intensamente durante algunos momentos. Ella un poco preocupada por el tiempo le preguntó:
-¿A qué hora sale tu avión?
            Miró su reloj y vio que eran cerca de las siete de la mañana.
-Sale a las once ¿y el tuyo?
-A las doce.
-Si te parece bien me voy a mi hotel recojo mis cosas y nos vemos en el aeropuerto dentro de dos horas y media para desayunar y planear el futuro de nuestra vida.
            Con la ilusión reflejada en su mirada.
-Claro que si. Me parece un sueño esto que estamos viviendo.
-Es un sueño. Al menos para mi.
            Se despidieron y Carlos se fue a su hotel en un taxi que hizo poco menos de veinticinco minutos, él había calculado su horario en base a que el trayecto del hotel al aeropuerto era de cerca de una hora. Alexia se levantó, se baño, se vistió y comenzó a arreglarse, quería estar lo más guapa posible para Carlos y ello le llevó un poco más de tiempo de lo normal, pero seguía estando en tiempo. Al terminar preparó sus maletas eran poco menos de las ocho y media. Bajo a la recepción y tuvo que esperar a que atendieran a tres personas que se encontraban delante de ella. Cuando le tocó su turno miró la hora; eran las ocho cuarenta y, pidió su cuenta. Una vez que se la presentaron entregó su tarjeta de crédito para pagarla y resultó que la rechazaron. Insistieron dos veces más, pero no pasó, entonces sacó su tarjeta de debito y esta fue aceptada. Al salir del hotel su reloj marcaba las nueve de la mañana. A la salida del hotel había un hombre esperando un taxi, así que se tuvo que esperar a tomar el siguiente, su reloj indicaba las nueve con quince minutos.
            Carlos tuvo un poco de problemas para llegar al aeropuerto por causa del trafico, así que llegó cerca de las diez. De inmediato buscó a Alexia y al no encontrarla supuso que se encontraba en la sala de abordar. Por ello se dirigió al mostrador de su línea aérea a documentar su equipaje. Impaciente veía como avanzaba lentamente la fila de pasajeros. Se daba cuenta como el tiempo corría. Pero se dijo:
-Lo importante es intercambiar nuestros correos y teléfonos para estar en contacto. Poco a poco iremos estableciendo nuestros canales de comunicación y veremos la forma de encontrarnos.
            Pasó la revisión y comenzó a buscarla en las salas de abordar, al no encontrarla, supuso que aun no había llegado, entonces se dirigió a la entrada con la esperanza de verla al entrar.
            Alexia arribó al aeropuerto a las diez veinte. Echó una rápida ojeada por el aeropuerto esperando encontrar a Carlos, después de recorrerlo todo, lo que le llevó más de veinte minutos, se formó para documentar su equipaje con la esperanza de encontrarlo en las salas de espera.
            Carlos permaneció, cada vez más impaciente, en la entrada principal a las salas de abordaje, sin embargo no llegaba y los minutos corrían. De pronto escuchó que por los altavoces del aeropuerto pronunciaron su nombre, como no entendía lo que dijeron se acercó a un guarda y en inglés le preguntó si podía ayudarlo, esté le respondió:
-Sólo falta el señor Carlos …. Debe abordar el avión, lo están esperando.
            Echó una última mirada al pasillo y al no verla se dirigió a su avión. Cuando él estaba entrando a su sala de abordar, Alexia llego a la entrada de las salas de abordaje, pasó los controles de vigilancia y corrió por todas las salas buscándolo, sin embargo no lo encontró, miró su reloj eran las once cinco.
            En el avión Carlos se sentía abatido, frustrado e impotente. Todas sus ilusiones se habían convertido en cenizas. Sabia que regresaría a su monótona vida, en donde a sus sesenta años poca esperanza tenia de volver a vivir una pasión como la que había vivido.
            Alexia lloró, lloró en silencio sentada en una sala vacía de abordaje, el viaje ya no sería el mismo y a su regreso a San Luis, difícilmente encontraría un amor como el que había encontrado a sus cincuenta años, aunque como consuelo le esperaba su hijo que pronto cumpliría los veinte años.



FIN





[1] *Procurador:- La persona encargada de revisar los expedientes en los juzgados.