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viernes, 21 de marzo de 2014

El Beso





 ¿Quién no se ha despertado alguna vez antes de que suene el despertador? Esa mañana le ocurrió a él. Sonó a la hora de siempre. Pero este se despertó sobresaltado unos segundos antes de que sonara. Una imagen de vacío le había frustrado la última hora de sueño. Era primavera. Una mañana difícil de sortear, aun para un hombre como él que había sobrevivido a tantas mañanas como esas. Durante años, no había hecho nada distinto. La primavera era una de las pocas cosas que llegaban. 
  Destapó el tarro del café y comprobó que no había más de una cucharadita. Retiró el cazo del fuego, vertió la mitad del agua y removió el poso de café del fondo de la taza. Mientras esperaba a que hirviera su infusión en el microondas, sentado junto a la mesa de la cocina, experimentó la misma sensación de pesadez de cada mañana. Su esposa se incorporó de la cama cuando lo vio entrar al dormitorio con el café. Esa noche había sufrido otra crisis y ahora atravesaba por un estado de sopor. Pero se incorporó para recibir la taza, y lo besó.
  Bajó las escaleras. Se enfundó su abrigo y miró hacia atrás, a su alrededor. Las paredes estaban repletas de imágenes enmarcadas que atestiguaban un pasado florido. Cerró la puerta de casa, y marchó.
  Por la ventana de su despacho, a esa altura, parecían hormiguitas. Quiso aplastarlas. Subió por las escaleras de incendios. Al abrir la puerta de la azotea un fuerte frisa le sacudió el poco pelo que le quedaba. Su ya ridículo flequillo le hizo recordar que era su último día antes de su jubilación. Su vida laboral no había cumplido con sus expectativas. Se sentía insatisfecho. Con la sensación de haber perdido el tiempo. De haber aguantado estupideces con sus estúpidos autocomplacientes. Qué se dejó llevar. Qué no supo agarrar las riendas de su vida a tiempo. Qué vivió la vida de otros. Así, frente al vacío en la cornisa del edificio de oficinas donde trabajaba, asumió con resignación penitente no haber sido capaz de hacerle frente a aquello en lo que nuca creyó.  
  Segundos antes, al final del día y frente al vacío, un regusto le devolvió a la realidad. Recordó el sabor de sus labios. Las imágenes de los cuadros. El olor a café. Y entonces entendió que no todo estaba perdido. Finalmente, recogió sus cosas y regresó a casa ansioso de recibir otro beso suyo.

2 comentarios:

  1. Aunque inestable, parece que ha encontrado el equilibrio. Mañana será una mosca quien lo hará de nuevo vulnerable. Ha puesto demasiado de sí mismo en aquello que no tenía valor. Pero nunca es tarde para cambiar de rumbo, aunque solo sea el último día, aunque solo sea el último instante de despedida. Por otro lado, no deberíamos pensar que todo el tiempo pasado fue en vano, hay que tomarlo como el camino de aprendizaje, necesario, para llegar al final a poder cambiar el rumbo.

    Gracias por el relato y la reflexión Jesús
    Un abrazo
    Arte Pun

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  2. Gracias por el comentario Arte Pun. Va por delante que, antes que mis entradas van tus reflexiones. A la anterior "Lola", el comentario que dejaste me sirvió para desarrollar esta: "Hola Jesús, hay en tus escritos un poso de querer romper con la rutina que golpea al lector, así como un protagonista que normalmente desconoce el por qué. Y el por qué desconocido es precisamente un escollo que debe salvarse para poder abandonar la rutina...

    Gracias de nuevo por las reflexiones, que me son de gran ayuda para aclarar mis ideas... ¿Para cuando una entrada tuya?

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