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miércoles, 22 de mayo de 2019

Un árbol marchito en mi jardín.

  


  Con diecisiete años ya acariciaba la fama con la punta de los dedos. Le auguraban una carrera repleta de éxitos. En su caso no había que preguntarse si el genio nace o se hace. Había nacido con él.
  Driblaba como un demonio. Era ambidiestro. Podía jugar en cualquier posición. Tenía carisma. Al tiempo, al poco de destacar, la presión se hizo insoportable. Finalmente, decidió retar al destino. Todavía me estremezco cuando lo pienso.
  Plantó un hermoso árbol en el jardín de su casa. Quería así testimoniar la nueva vida que había decidido tomar. Quizás fueran delirios románticos de un adolescente, pero qué mas da. Era así. Fue lo que hizo. La cultura del éxito llevaba décadas causando estragos entre los pubescentes, y él fue una de sus víctimas.
  Compró una máquina de escribir. Pensaba que de esa manera podría descargar sobre el papel el peso que le atormentaba. Y se sintió bien. Muy bien. Y es entonces, solo entonces, cuando comenzó a creer que a alguien más le podría interesar aquello que hacía; el relato de un chico que iba para estrella del fútbol y decide tirarlo todo por la borda para ser escritor. No puede fallar.  
Compró un sombrero. Uno de esos. Y un puñado de moleskines. Estaba decidido a dar el salto. Lo anotaba todo. Lo preguntaba todo. Empapeló su cuarto con anotaciones y se puso a escribir frenéticamente convencido de que sorprendería al mundo con su relato. No sucedió.    
 Tomó ese camino y no sucedió. Perdió ese tren del que hablan y que solo pasa una vez en la vida. Ese que te lleva al lugar previsible donde todos esperan que llegues. Tomó el que iba en sentido contrario cargado de trabas. 
  Le asustaba perder, y perdió. Fue capaz de soportarlo. Le aterrorizaba el anonimato. Aprendió a vivir con él. Ansiaba la popularidad. Y sobrevivió a la indiferencia. Lo que no fue capaz de superar, lo que jamás pudo soportar, lo que nuca se perdonó fue; ver enfermo y marchito el árbol que decidió plantar en su jardín.
   

4 comentarios:

  1. Hola Jesús. La jardinería de la vida es así, sembrar, podar, recoger, regar, cortar, arrancar, transplantar, abonar, y todo es vivir.

    Me alegro de tu relato. Abrazos

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  2. Desde luego, pero a este chico le va a costar quitarse la espinita que tiene clavada... gracias por el comentario Arte Pun.

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  3. Hola Jesús. Me parece excelente la publicación que hiciste. Continua así. Tal vez reverdezca el árbol.

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  4. Yo creo que sí Capitán. Este chico es un luchador. No se dejará vencer tan fácilmente... Me alegro mucho de sentirte por aquí con tus comentarios Capitán!! Sigue adelante con 1980-2010 y otros de tus relatos por entrega. Qué no desfallezcas!

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