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PRAGA
CAPITULO I
-Sorry we can´t help you. If you want to travel
to Budapest, you have to wait to next Sunday.
-But why? I have my electronic ticket.
-Yes. But it´s wrong.
-But I don´t know anyone here. What am I going
to do?
-Sorry, we can´t do anything. Come back
next sunday.
Con
estas palabras se resignaba a permanecer cuatro días más en Praga. Una de sus
amigas, salió de la sala de abordar, para preguntarle:
-¿Qué pasó?
-Por más que les he explicado que
el boleto electrónico que les mostré es el que me dieron en la agencia,
insisten en que el mismo esta mal y que tengo que corregirlo, qué mientras no
lo haga no podré abordar el avión. ¿Y cómo lo voy a hacer desde acá? Pero,
además me dijeron que el próximo vuelo salé hasta el domingo ¿Puedes creerlo?
-¡Qué problema! ¿Qué vamos a
hacer?
-Ustedes no se preocupen, las
alcanzo el domingo en Budapest. Según recuerdo ahí íbamos a estar hasta el
lunes por la mañana.
-Pero cómo crees que te vamos a
dejar aquí sola, ahora mismo les aviso a las demás y nos quedamos contigo.
-No, por favor no lo hagas, no
tiene caso que todas se queden por mí.
-Al menos déjame preguntarles qué
opinan.
-Mira esto es un imprevisto y
todas pagaron su vuelo, si no toman el avión les va a costar el doble y eso es
algo que no puedo permitir. Por favor, regresa con las demás y váyanse a
Budapest. Yo llego el domingo.
-¿A qué hora sales?
-Igual que ustedes, a las doce.
Es el mismo vuelo, sólo que sale el domingo.
Ante
tales razonamientos la amiga estuvo de acuerdo y le comentó:
-Está bien, les voy a decir a las
demás todo esto y el próximo domingo te vamos a buscar al aeropuerto. De todas
formas, aun me puedo quedar contigo unos minutos mientras es la hora de
abordar.
Con
una de sus características sonrisas, asintió:
-Claro que si.
Al
cabo de cuarenta minutos las amigas se despidieron:
-Que tengan buen viaje.
-Y tú aprovecha ahora que vas a
estar sola, a ver si te ligas a un checo.
Por
respuesta sólo recibió una condescendiente sonrisa. Después de un abrazo y un
beso, una se fue a abordar el avión y la otra a se quedó unos instantes sentada
en la sala de espera. Caviló acerca del viaje y de cómo, sin tenerlo previsto,
se había embarcado en esta aventura. ¿Quién le hubiera dicho, mes y medio
antes, que iba a conocer Europa? Y, sobre todo, que iba a tener los recursos
para costearse el viaje. Recordó como Ana la invitó a desayunar y en la reunión
le platicó:
-Como sabes, mi hermana mayor
vive con su marido en Alemania.
-Si.
-Pues me ha invitado a visitarla
el próximo mes de septiembre.
-Que bien.
-Me sugirió que podríamos conocer
algunos países de Europa.
-Excelente.
-Pero, no me gustaría ir sola,
por ello se lo comenté a Mercedes y a Silvia a quienes les propuse que me
acompañaran y ellas me sugirieron que tu y Martha, se unan a nosotras.
Cuando
escuchó la propuesta se emocionó, pero sabía que tenía la limitante económica,
por ello le respondió:
-Pues nunca me he planteado ir a
Europa, aunque me parece increíble la posibilidad de viajar allá. Pero, en este
momento no creo poder hacerlo.
-¿Por qué no?
-Pues tengo muchas cosas que
hacer y no se cuantos días estaríamos fuera, además que debe de salir un poco
caro.
-Mira, de acuerdo a los cálculos
de mi hermana y míos vamos estar unas tres semanas.
-Huy, es mucho tiempo.
-No tanto, suficientes para
visitar unas ciudades en Alemania, Bulgaria, Austria y Checoslovaquia.
-Pero, son muchos lugares y debe
de salir carísimo.
-Bueno, si vamos a cruzar “el
charco”, pues que valga la pena. Además, con mi hermana de guía y traductora se
nos va a hacer más fácil el viaje.
-Pues si, pero, cómo con cuanto
hay que contar de dinero.
-Por eso no te preocupes, pues al
ser cinco personas las que viajamos nos hacen descuentos en algunos servicios.
De todas formas, te paso un presupuesto para que veas que no es tan caro.
-De acuerdo, pásamelo y ya yo te
digo.
-Pero tienes que decirme a más
tardar la semana que entra, pues estamos a finales de julio, y como te digo, el
viaje está programado para mediados de septiembre.
-De acuerdo, yo te aviso.
Al
día siguiente del desayuno recibió en su correo electrónico el presupuesto si
bien un poco alto para sus posibilidades decidió irse con sus amigas, aunque
antes lo platicó con su hermano Hernán.
-¿Sabes que Ana me esta invitando
a acompañarla a ella, a su hermana y a unas amigas a conocer Europa?
-Qué bien. ¿Y vas a ir?
-No sé. Es un poco costoso. ¿Tú
qué opinas?
-Que debes de aprovecharlo.
-Pero sale un poco caro.
-Utiliza las tarjetas, ya después
verás cómo pagas. Por el momento, aprovecha la oportunidad, yo me encargo de mi
sobrino.
-¿Si?. ¿De Verdad?
-Pues claro que si. Piensa que
vas con tus amigas, además va la hermana de Ana que les va a ayudar mucho.
-Pues lo voy a hacer.
Motivada
por las palabras de Hernán, le habló por teléfono a Ana y le dijo que estaba de
acuerdo con la propuesta del viaje, qué las acompañaría. Claro, qué como mujer
previsora, antes había visto con cuanto contaba de efectivo y cuanto debería de
gastar con las tarjetas. Y así, las cinco mujeres, una mañana de septiembre,
salieron de San Luis Potosí rumbo a Europa.
Con
una sonrisa en la boca, evocó esos momentos que la tenían sentada en el
aeropuerto de Praga. Ya se iba a levantar de su asiento cuando recordó las
últimas palabras de su amiga: “Y tú aprovecha ahora que vas a estar sola, a ver
si te ligas a un checo”. Que fácil es decirlo –pensó-. En seguida recordó su
fallido matrimonio después del cual,
salvo una efímera relación, no había conocido a nadie más. Vinieron a su
memoria esos primeros años en que José Eduardo, en la carrera, le propuso que
fueran novios, pero ella convencida de que primero debería de terminar su
carrera le dio largas a la relación. Él siguió insistiendo, hasta que
finalmente fueron novios en los últimos años de su carrera. Poco después de
recibirse se casaron y ella se hizo la promesa de poner todo de su parte para
hacerlo feliz y sacar adelante su familia.
Al
poco tiempo nació su único hijo y ella referendo su promesa, pues la misma se
reforzó con esa vida que trajo al mundo. Sin embargo, su matrimonio no fue lo
que ella esperaba, José Eduardo a los pocos años se volvió distante, huraño y
normalmente estaba de mal humor. Resultó poco apegado y cariñoso, no sólo con
ella, sino también con su hijo. Ella, fiel a su promesa, hacía todo lo posible
por sacar adelante a su familia, a su hogar, sin embargo nada parecía
satisfacer a su marido y tanto le reclamó o hecho en cara “sus errores” que
decidió tomar terapia psicológica. La psicóloga, después de algunos meses, le sugirió
que asistiera su marido. Ella se lo propuso, él aceptó y ambos asistieron a la
sesión, en la cual, José Eduardo dejó claro que él estaba bien, que la que
necesitaba cambiar era ella y de esa tesitura nunca modificó su postura.
Después de la quinta visita dejó de ir. Ella luchó por mantenerse fiel a su
promesa y hacer feliz a su marido, sin embargo, al cabo de algunos años se dio
cuenta de que nunca lo lograría y que vivía frustrada al lado de su esposo. En
la intimidad, él la acusaba de ser una mujer frígida, ya que cuando hacían el
amor él no se excitaba ó tenía eyaculación prematura, inclusive aduciendo que,
por su culpa, él no gozaba sexualmente introdujo a su vida la pornografía,
poniendo películas de ese género cuando deseaba tener sexo con ella, pero esto
tampoco logró que funcionara en el lecho conyugal.
Al
año de divorciada, un antiguo pretendiente la buscó con la intención de iniciar
una relación sentimental; Sin embargo,
debido a las múltiples ocupaciones que le imponía su trabajo y la
atención de su hijo, eran pocos los momentos que se podían dedicar,
transcurrido un año la relación se terminó. Después de esta hubo algunos
pretendientes, pero en ninguno surgió “la chispa” y fiel a sus convicciones y
formación católica se abstuvo de cualquier contacto físico, mientras no hubiera
de por medio algo más que el simple deseo.
Con
pasos tranquilo se dirigió a la ventanilla de los taxis, en principio se
dirigiría al hotel en el que se había hospedado, confiaba en que encontraría
una habitación y desde ahí trataría de comunicarse a la agencia de viajes en
San Luis para corregir el error en su boleto. Aunque en ese momento recordó la
diferencia de horario y supo que tendría que esperar al día siguiente que era
sábado, no le preocupó pues la agencia abría ese día. Se formó en la fila para
comprar el boleto para el taxi.
CAPITULO II
-Está sonando tu móvil.
-Si, en seguida lo contesto.
-No te preocupes ya dejó de sonar.
-En cuanto termine de peinarme veo quien me llamó –dijo esto
desde el baño y encendió de nuevo la secadora-
El teléfono
volvió a sonar, entonces Carlos se incorporó de la cama y se lo llevó al baño.
-Te están llamando.
-Hola, ¿quién es?
La
voz del otro lado del móvil dijo algo y Laura contestó
-Es que estoy en Praga, la
llamada te va a salir muy cara. ¿Cómo qué mañana tengo una
audiencia?.........Pero el Procurador* [1]no
me dijo nada………..No, no sabía que lo habían cambiado…………¿Y cómo te enteraste
tú?...............Pues qué afortunada casualidad y muchas gracias por
avisarme…………….Qué bueno que te comenté lo del viaje, sino no me hubieras podido
avisar………Si ya sé que ahora tengo el problema del regreso, pero no tengo
alternativa…………Si, está aquí conmigo, a mi lado, está escuchando lo que
digo………Bueno, nuevamente te agradezco mucho tu llamada y ahora pongo manos a la
obra. Adiós.
-¿Qué pasó? –preguntó Carlos-
-Que cambiaron al Procurador y
mañana tengo una audiencia.
-Cómo. ¿Y entonces qué hacemos?
Llegamos ayer y nuestro regreso es el domingo. ¿No hay nadie que te pueda
sustituir?
-No, no cuento con nadie y es una
audiencia muy importante, tengo que regresarme hoy mismo a Sevilla.
-Bueno, pues haremos las maletas
y nos vamos al aeropuerto.
Así
lo hicieron, en un santiamén empacaron sus cosas y fueron a la recepción a
explicarles su situación, el gerente les comentó que no podía regresarles el
pago de las cuatro noches que habían hecho desde España, pero que si
necesitaban volver al hotel con gusto les daría una habitación. Sin deseos de
entrar en discusiones, aceptaron el trato y llamaron a un taxi para dirigirse
al aeropuerto.
En
la terminal aérea fueron a diversas compañías aéreas, comenzando por Iberia,
pero lo único que lograron fue conseguir un boleto para Barcelona a las doce y
diez. De ahí en fuera, sólo encontraron dos pasajes a Barcelona para el día
siguiente. Como sus boletos eran de Iberia y el que estaba disponible era de la
misma compañía, no tenían que pagar nada extra. Ante esta situación Laura
comentó:
-Creo que lo mejor es que tome el
avión que sale a las doce y diez a Barcelona y luego tu me alcances.
-Entonces me voy mañana.
-Si, creo que es lo mejor. Puedes
regresar al hotel y mañana tomas el vuelo a España.
-De acuerdo. Pero ahora mismo lo
importante es comprar el boleto, no sea que lo vayan a vender.
Compraron
el pasaje, documentaron la maleta de ella y como eran cerca de las once de la
mañana la acompaño a la entrada de embarque, se dieron un beso de despedida,
ella avanzó hacía las maquinas de rayos “x” y desde el límite permitido la
observó como pasó la revisión y una vez del otro lado se despidieron a señas con
la mano.
Desconcertado
por el repentino cambio de planes se sentó en la sala de espera a asimilar todo
lo acontecido en las tres últimas horas. Al sentarse observó que al final de la
línea de asientos se encontraba una mujer atractiva y guapa, como tenía un par
de maletas a lado se imaginó que estaba a punto de salir de Praga, sin más
regresó a sus pensamientos.
-A ver ¿Por qué “fregaos” estoy
en Praga y qué hago aquí? Yo no pensaba en venir a esta Ciudad, fue Laura quien
la escogió y prácticamente me trajo. Yo tenía pensado que tomáramos un crucero,
se viaja tan a gusto en un barco, prácticamente no necesitas bajarte del navío
para pasártela bien.
Entonces,
se acordó del año pasado en que habían hecho un crucero. También se acordó de cómo lo trajo caminando
por todos los puertos a los que llegaron y no era que no le gustara conocer
lugares pero no al ritmo de Laura, a quien le encantaba caminar y caminar y
caminar, de tal manera que todos los días terminaba con los pies hinchados, y
el visitar o conocer ciudades se convertía en un martirio. Cuando pensó en
ello, rememoró como, en tono de burla se quejaba ante él o amigos de lo
“deficiente” qué era para visitar lugares, pues de inmediato se cansaba. En
cambio, ella alardeaba de su resistencia y deseo de disfrutar los paseos.
Analizó
como nunca estaba satisfecha con él, a pesar de que se esforzaba en complacerla
y ser un compañero ideal, Laura siempre le pedía más y más. En los tres años
que llevaba en España se había dado cuenta que culturalmente las mujeres eran
las que llevaban la dirección de la pareja y que con la Ley de Equidad de
Género tenían un respaldo jurídico y moral que les daba un poder omnímodo. Vio
que, desde el inicio de su relación, primero sutilmente tomó las riendas de la
misma y posteriormente, en forma abierta, se convirtió en la directora de la
pareja. Se dio cuenta que su relación se había tornado gris, que la llama
inicial se había extinguido y que lo único que quedaba era la carcaza de la
relación.
Concluyó
que el motivo del viaje a Praga fue satisfacer su deseo de conocer esa ciudad
y, ahora que tenían que regresar, no le importó mayormente el gasto y deseo de
él. Simplemente tomó la decisión de regresar y que él lo hiciera al día
siguiente.
En
ello meditaba cuando se planteó la posibilidad de conocer la Ciudad él solo.
¿Por qué no? Laura de seguro se la iba a pasar trabajando el jueves y viernes y
los dos restantes días tendrían que permanecer en la casa. Le pareció buena
idea. Con una sonrisa volteo la cara y vio que la atractiva mujer del extremo
de la fila se estaba levantando, discretamente le echó una mirada: de
complexión mesomórfica iba enfundada en unos ajustados “jeans” que resaltaban
un exuberante y atractivo trasero, portaba una blusa de satén verde botella que
contrastaba con su negro cabello y resaltaba las finas y delicadas líneas de su
rostro de grandes y expresivos ojos y delicados y sugerente labios. ¡Qué
mujer! -pensó- Al pasar frente a él pudo
apreciar su porte y soltó un profundo suspiro. En ello se recreaba, cuando sonó
su móvil, vio que era Laura y contestó:
-Si.
-Ya dentro de poco abordamos.
¿Cómo estas?
-Bien. Voy a tomar un taxi para
regresar al hotel y tú.
-Bueno. Creo que no falta mucho
para que abordemos. Pero ya tienes tu boleto.
En
ese momento se dio cuenta de que había dado la respuesta incorrecta, tenia que
haber dicho estoy comprando el boleto, así que de inmediato rectificó.
-Tienes razón, ya se me había
olvidado, tengo que pasar a comprar el boleto. Bueno, te dejo, me voy a
regresar a Iberia. Adiós.
-Un beso. Adiós.
Colgó
y se dijo: Definitivamente me quedo en Praga, así descanso de Laura y conozco
la Ciudad, a mi ritmo, se incorporó, tomo su maleta y la haló rumbo al
mostrador de los taxis, para su sorpresa vio que adelante del hombre que lo precedía
estaba la mujer de blusa verde. Curiosamente, sólo ella y él llevaban maletas,
pues era la salida de los aviones. Eso lo intrigó un poco, pues salvo que
hubiera perdido el avión no tenía porque ir con maletas. En su posición poco
podía apreciar de ella, salvo la mediana cabellera negra y unos proporcionados
hombros. Trató de adivinar su nacionalidad y especuló entre francesa o italiana,
tenía que ser de cualquiera de las dos nacionalidades. Se imaginó hablándole en
francés o inglés, de seguro hablaría cualquiera de los dos idiomas. De
inmediato se ilusionó y fantaseó ligándosela y quedando con ella para visitar
Praga. Pensó infinidad de formas para iniciar una conversación, sin embargo,
terminó asumiendo su realidad: él no era de ese tipo de hombres que tienen la
facilidad de conocer mujeres en la calle y menos en otro idioma. La fila avanzó
ella compró su boleto y se dirigió a la salida de los taxis, pasó a lado de él
y se dio cuenta que le llevaba a ella unos cuantos centímetros de altura y él
media poco más de uno ochenta. Vio como se alejaba y no dejo de admirar su
anatomía posterior. Al fin le tocó su turno y estaba comprando su boleto,
cuando a su lado se paró la hermosa desconocida.
-Excuse me –le dijo y se dirigió
al vendedor-
-Sorry, but I forgot my pourse and I think
there is my Passport inside.
El
vendedor sonriente se lo entregó y ella lo abrió para comprobar que en efecto
su pasaporte estuviera ahí. Todo esto sucedía frente a los ojos de Carlos,
quien estaba pendiente de todos los movimientos de la mujer. Al abrir su bolso
apareció de inmediato el pasaporte y el corazón de Carlos dio un “brinco de
alegría” al ver que era mexicano. Inmediatamente le dijo:
-¿Eres mexicana?
Con
una sonrisa, que le pareció a Carlos la más hermosa que había visto en su vida
le respondió:
-Si. ¿Tú también?
Se
disponía a contestarle cuando le entregaron su boleto y cambio del billete con
que había pagado.
-Disculpa. Sí, también soy de
México- un poco nervioso continuo-si quieres te acompaño a tomar tu taxi. ¿Para
dónde vas?
-Claro. Voy al centro de Praga y
tú.
-Yo voy a las afueras de la
ciudad. ¿Cuánto tiempo vas a estar en Praga?
-Hasta el domingo a medio día.
-¿Y con quien vienes?
-Sola.
Al
escuchar esto último su corazón dio un “brinco”
-Pues yo también estoy solo.
Iba
a continuar cuando sonó su móvil, vio que era Laura y lo apagó de inmediato.
-Como te decía yo también estoy solo. ¿Qué
coincidencia?
Sin
explicárselo, sintió una agradable sensación cuando escuchó el comentario de
Carlos
-¿De dónde eres?
-Vivo en San Luis Potosí ¿y tú?
-Soy del D.F., pero vivo en
España.
Conforme
hablaba comenzaba a controlar la euforia que le carcomía por dentro. No creía
lo que estaba sucediendo. Alexia un poco sorprendida encontró amable y
agradable a su compatriota.
-¿En qué parte de España vives?
-En Sevilla. Ahí trabajo en una
empresa editorial.
-A de ser muy bonito vivir en
España.
-Como todos los lugares. Siempre
encontraras cosas y sitios hermosos. Como en México, en donde encuentras
lugares y paisajes hermosos.
Conforme
avanzaba la plática Alexia se sentía más a gusto con la compañía de Carlos,
casi de inmediato se dio cuenta, para su satisfacción, que a pesar de que
llevaba un moderado tacón, él era mas alto que ella y sobre todo que era un
hombre esbelto, el prototipo de su preferencia masculina.
Faltaban
pocos metros para que llegaran a los taxis y él se percató de que no tenía sus
datos, pero dudaba en pedírselos, así que dejó que continuara la charla:
-¿Y cómo es Sevilla?
-El centro de la Ciudad es muy
hermoso, cuenta con una catedral imponente y hermosa y a un costado de la misma
una hermosa torre de noventa y siete metros de altura que se llama “La
Giralda”. También están los jardines del Real Alcázar que son verdaderamente
hermosos. Cuando los reyes de España van a Sevilla, se quedan a dormir ahí.
La
voz de Carlos le pareció dulce y varonil, le agradaba escucharlo y encontraba
muy interesantes sus comentarios.
-Debe de ser hermoso vivir en
Sevilla.
-Bueno, como todo en la vida, una
vez que estas ahí te acostumbras y lo hermoso pasa a ser lo cotidiano.
En
ese momento estaban justo delante de los taxis, fue entonces cuando se animó a
dar el primer paso.
-Si gustas, podemos vernos más
tarde.
Con
una radiante sonrisa, qué dejó al descubierto unos hermosa dentadura, le
respondió.
-Desde luego. ¿Pero cómo le
hacemos? Porque ahora voy a ver si hay cupo en el hotel en el que estaba
hospedada. Si hay habitación ahí me quedo, pero si no, tendré que buscar en
otros hoteles.
Casi
estuvo a punto de invitarla a quedarse en su hotel, pero le pareció demasiado
atrevido, independientemente de que su interlocutora pudiera ofenderse o
espantarse y corría el riesgo de que Laura lo llamara al hotel, por ello le
sugirió:
-Mira aquí tengo una tarjeta con
los datos de mi hotel tómala, si quieres nos vemos en algún lugar de la ciudad,
aunque todavía no conozco ninguno.
-Yo ya conozco algunos, si te
parece bien nos vemos en el puente de Carlos. Es sumamente conocido.
El
taxista abrió la cajuela del coche y subió la maleta de Alexia
-De acuerdo ¿en qué parte del
puente nos vemos?
-La que da al centro de la ciudad
y tiene a un costado un pasaje de venta de recuerdos.
El
chofer se subió al coche y la estaba esperando.
-¿A qué hora?
Como
no sabía si encontraría habitación o no, procuró dejar un buen tiempo de
margen.
-A las cuatro de la tarde.
-De acuerdo. Puente de Carlos a
las cuatro de la tarde en el extremo que da al centro cerca de un pasaje de
venta de recuerdos.
Ya
dentro del coche, antes de cerrar la portezuela, alcanzó a decirle.
-Exacto. Adiós.
-Adiós.
Y
arrancó el taxi.
CAPITULO III
Alegre
abordó su taxi, cuando cayó en la cuenta que no sabía el nombre de su nueva
amiga, lo cual le preocupó un poco por la posibilidad de que quisiera
localizarlo en el hotel para cualquier cambio de planes y no sabría con quien
comunicarse. Sin embargo se tranquilizó saboreando los momentos vividos. Al
cabo de un largo trayecto llegó a su hotel y encontró al gerente del que se
había despedido, al explicarle la situación de inmediato le dieron una
habitación. Para prevenir cualquier eventualidad, en su rudimentario inglés le
dijo a la recepcionista que, a lo mejor, recibía una llamada de una compatriota
mexicana, pero que no se acordaba de su nombre, qué si llamaba se la
comunicaran. Por si acaso, preguntó si había más mexicanos hospedados y la
respuesta fue negativa.
Alexia
de regreso a su hotel, no pudo dejar de pensar en su nuevo conocido y en lo
agradable que le había resultado su conversación, pensó que después de todo no
se la iba a pasar tan sola en Praga, que podrían compartir agradables momentos
visitando la ciudad. Era verdad que ya había visitado la mayoría de los lugares
emblemáticos de Praga, pero no por ello dejaría de volverlos a ver, y
probablemente los disfrutaría más que la primera vez. Al llegar al hotel le
informaron que contaban con una habitación doble, lo que aumentaba un poco el
precio respecto al anterior, pero en ánimo de no tener que buscar una
habitación con las maletas rodando, aceptó y se instaló en su habitación. Miró
su reloj y se dio cuenta de que eran cerca de las dos. Llegar al puente de
Carlos no le llevaría más de diez minutos, así que tendría tiempo para comer,
antes de verse con….. y justo en este momento se percató de que no sabia su
nombre y que ella no le había dicho como se llamaba, entonces sonrió, con esa
desenfadada y fresca sonrisa suya.
En
el hotel le informaron a Carlos que el puente de su homónimo estaba en pleno
corazón de la Ciudad Vieja a unos cuarenta minutos del hotel, pero que no era
complicado llegar ya que a media calle podía tomar un autobús que lo dejaba en
la estación del metro, para luego de abordar este se bajara en la estación
Staromestská. Y caminara unas cuantas calles al puente. Previniendo cualquier
situación decidió salir con una hora y cuarto de antelación. Abordo el autobús
y al pagar tuvo ciertos problemas pues no sabia el costo del mismo y puso menos
coronas de las que realmente era el precio y como el chofer sólo hablaba checo,
tardaron algunos instantes en ponerse de acuerdo, sin embargo, al final de
cuentas el conductor escogió las monedas de su mano y ajustó el precio. El
siguiente problema se le presentó en la estación del metro, en la cual había
maquinas expendedoras de boletos con instrucciones en checo, sin saber que hacer
se acercó a un puesto de revistas y periódicos e intento pedir informes, para
su sorpresa la dependiente hablaba inglés y le comentó que ella vendía abonos
para el metro, los cuales funcionaban por días por lo que compró uno para tres
días. Hecho esto, bajó al subterráneo y como en la mayoría de los metros vio
que dijera dirección Dejvická, al llegar a la estación Staromestská se bajó del
metro y salió a una atractiva avenida camino por ella rumbo al río Moldava, no
obstante el tiempo que llevaba viviendo en Europa la arquitectura le llamaba la
atención. Al cabo de unas calles vio un puente y se imagino que había llegado a
su destino, poco antes de este, se topo a su mano izquierda con un moderno
edificio que contrastaba con la típica arquitectura, el cual resultó ser el
moderno Teatro Nacional, cruzando la siguiente avenida con un señorial diseño
se encontraba el Teatro Nacional de Praga y en seguida el puente. Como había
salido sobrado de tiempo, aun le quedaban más de cuarenta minutos para la cita
así que se detuvo a admirar ambos edificios, quince minutos después se acercó
al puente, pero al buscar el pasaje de recuerdos no lo encontró, entonces le
preguntó a un checo en inglés por el pasaje y este le respondió:
-A lado de este puente nunca ha
existido ningún lugar de recuerdos.
Al
escuchar esto, se le hizo un nudo en estomago, pues pensó que su compatriota lo
había engañado, entonces el checo agregó.
-En donde hay un pasaje de venta
de recuerdos es aquí derecho. Está antes de llegar al siguiente puente.
Ansiosamente
le preguntó señalando al puente.
-¿Cómo se llama ese puente?
-Es el puente de Carlos.
Sintió
un gran alivio cuando escuchó el nombre del puente y la alegría regresó a su
corazón. Con una sonrisa en los labios caminó hacia el puente por la acera
adoquinada rematada con un barandal de color verde en la ribera del río, de vez
en cuando volteaba la vista para admirar el río. Caminó hasta el pasaje y lo
atravesó, viendo para ambos lados todos los productos exhibidos, finalmente
salió del pasaje, frente a él encontró la recatada fachada de la iglesia de San
Francisco y a su izquierda una hermosa torre angular de más de cuatro o cinco
pisos de altura, con un arco que se levantaba de su base hasta casi dos pisos y
era la puerta de entrada al puente de Carlos. Caminó hacia la torre para poder
apreciarla de cerca y esperó a su amiga. En eso sonó su móvil, vio en la
pantalla que era Laura y dudó en contestar pero al fin respondió.
-Si.
-Soy yo ¿Cómo estas?
-Bien ¿Ya llegaste a Sevilla?
-No, dentro de unos minutos voy a
abordar el avión. Sólo quería avisarte.
-Ah gracias.
-¿Y tu que haces?
-Estoy en el puente de Carlos.
-¿Pero ya viste tu billete de
regreso?
-Si, no te preocupes.
-Te dejo pues la llamada sale
cara. Te llamo cuando llegue a Sevilla.
-De acuerdo.
En
ese momento apagó su teléfono y atisbó a su alrededor para buscar a su amiga,
al no verla volteo a su reloj y vio que eran las tres cincuenta y cinco.
Aguardo diez minutos más y la vio venir hacia él. Volvió a apreciar su porte,
su figura y cuando la tuvo cerca, su radiante rostro y sus grandes ojos. Se
saludaron con un alegre
-Hola.
Y
ella le comentó:
-Si gustas podemos recorrer el
puente al otro extremo y regresamos.
-Con gusto.
Conforme
caminaban y admiraban las esculturas del puente intercambiaban comentarios.
-Que bonito puente.
-Si, en verdad es hermoso, fue
construido en mil trescientos y tantos por el rey Carlos IV y en honor a él, se
le puso su nombre mide mas de quinientos metros. Más adelante está la estatua
de Juan Nepomuceno, bajo sus pies hay un relieve en donde aparece cuando lo
echaron al rio, dicen que si la tocas te concede un deseo y a su izquierda está
otro relieve con un perro, dicen que si lo tocas regresas a Praga.
Mientras
caminaban y Alexia le iba comentando acerca del puente, no dejaba de sentirse
feliz de estar a lado de una mujer tan hermosa como su compatriota.
-¿Y cómo sabes tanto del puente?
-Por dos motivos, primero porque
leí todo lo que pude antes de venir y el segundo porque ya visité la ciudad.
-No te entiendo esto último.
-En la mañana trate de abordar mi
avión rumbo a Budapest con mis amigas, pero por un error en el boleto
electrónico no pude irme.
Ansioso
preguntó:
-¿Y cuándo te vas?
-Hasta el domingo.
Cuando
escuchó esto sintió una inmensa alegría, conteniendo o disimulando la emoción,
le preguntó.
-Entonces, ¿Podemos pasar juntos
estos días?
Un
poco desconcertada por la pregunta, pues no sabía a que se refería Carlos,
exclamó.
-Disculpa, a que te refieres.
Consciente
de su desatino y para evitar una mala impresión, de inmediato aclaró.
-Me refiero a que si estos días
me puedes ayudar a conocer la Ciudad, pues, a diferencia de ti, no he leído
nada de Praga y no sabría que ver de importancia. Si no tienes inconveniente y
gustas podemos verla juntos.
Sonriente
respondió:
-Claro, con mucho gusto. Mira,
por cierto esta es la estatua de Nepomuceno ¿Quieres pedir tu deseo?
Más
por forma, que por creencia, tocó ambos relieves y sin proponérselo deseo poder
entrar al corazón de Alexia.
-Pues ya está –dijo retirando su
mano del segundo relieve- Ahora sólo a esperar. Por cierto, a qué te dedicas:
-Doy clases en la Universidad de
San Luis Potosí. ¿Y tú?
-Trabajo para una empresa
editorial en Sevilla.
-Qué interesante.
-Un poco. ¿Y cómo fue que
decidiste hacer este viaje?
Alexia
comenzó a contarle con lujo de detalles el preámbulo de su viaje, en ello
estaban cuando llegaron al final del puente en donde pudo apreciar una
barbacana en la que se encontraba la entrada a la ciudad, a lado derecho un
torreón cuadrangular con una altura de siete pisos rematado con almenas y en
sus ángulos por cuatro grandes pináculos negros en cuya punta había esferas
doradas y en medio estaba un gran pináculo trapezoide de color negro, que le
daba majestuosidad a la torre. La evocadora imagen transportaba al medioevo.
Mientras Carlos admiraba la construcción su aparato digestivo le recordó que no
había comido, sin embargo no se atrevía a comentárselo a Alexia, en cambio le
dijo:
-Tengo un poco de sed.
-Después del puente hay un
pequeño mini-super si quieres ahí podemos comprar algo de tomar.
-Perfecto.
Pasaron
por las puestas de la barbacana y, a unos pasos entraros al super. Ahí compró
dos bebidas, una para él y otra para su amiga y desde luego, un sándwich.
Salieron y cruzaron el puente hacia la “Ciudad Vieja” como se conoce a la
céntrica zona de Praga. En el camino Alexia terminó de contarle los pormenores
de su viaje y de cómo se había quedado en Praga, a su vez ella le preguntó:
-¿Y por qué viniste a Praga?
Desde
luego que no podía decirle que estaba ahí por deseo expreso de Laura y que esta
por motivos de trabajo se había vuelto a Sevilla, en cambio le dijo:
-Es una ciudad muy hermosa, digna
de conocerse.
-¿Y acostumbras viajar solo?
-A veces.
-A mi no me gusta viajar sola. No
hay como la compañía para poder compartir momentos hermosos.
-A veces se puede, a veces no. Me
dices que vienes con tus amigas pero ¿tienes familia? –preguntó titubeante-
-Hace tiempo me divorcie y sólo
vive conmigo mi hijo.
-¿A que edad te casaste?.
-A los veinte años.
Se
dio cuenta en esos escasos momentos que llevaban platicando que estaba llena de
jovialidad.
-¿Y tú estas casado? –Le preguntó
con naturalidad, aunque en el fondo de su corazón esperaba una respuesta
negativa-
La
pregunta lo regresó a la realidad. Desde luego que no podía decirle que vivía
con Laura desde hacia tres años.
-Tengo una relación fallida con
una española. Prácticamente se está terminando.
La
respuesta no era la que ella hubiera preferido oír y si bien “el prácticamente
se está terminando” era alentador, su formación le había enseñado a no desear a
ningún hombre comprometido y mucho menos a ser el vehiculó del rompimiento de
una relación. Por otra parte, sin esperar más que unos momentos afables en la
compañía de Carlos en Praga, se daba cuenta de que el trato y comentarios de su
compatriota eran agradables.
-Qué lastima que tengas una
relación así.
-Si. Lo mismo pienso yo. Pero,
como todo en la vida, a veces nace una relación y a veces se termina. Ya ves,
tu matrimonio, te aseguro que cuando nació la ilusión y felicidad fueron
enormes y cuando se terminó la tristeza y frustración te deben de haber
afectado de sobremanera.
En
ese momento llegaron al final del puente y frente a si tenían “La Ciudad
Vieja”, sólo había que cruzar la calle que curiosamente de lado derecho pasaba
debajo de un edificio a través de dos arcos. Atravesaron la calle y comenzaron
a caminar por un callejón, más peatonal que vehicular. Conforme avanzaban
Carlos no dejaba de maravillarse con las imperiales construcciones de tenues
colores pastel, no pudo más que expresar:
-Qué hermoso es todo esto. Jamás
me imaginé que pudiera existir una ciudad tan bella.
Su
mirada iba de izquierda a derecha y viceversa, así como de arriba abajo. Lo
mismo había un edificio amarillo pálido con cornisas grises que uno con un
sutil rosa con cornisas de delicado verde y que decir de ese edificio con
fachada color mamey, dinteles blancos y cornisas grises. Sus emociones estaban
exaltadas, era un placer caminar por ese callejón y esto lo quiso compartir con
Alexia.
-Qué hermosa arquitectura, me
siento transportado a otro mundo y no tengo palabras para expresar lo que
siento en este momento. Es increíble lo que estoy viendo y sobre todo que lo
puedo compartir contigo.
Intuitiva
por naturaleza y sensible a los sentimientos de los demás, percibió el
arrobamiento de su compañero y compartió el mismo sentir, pues en verdad era
algo distinto y sublime lo que estaban mirando.
-Parece mentira que unos
edificios puedan exaltar nuestros sentidos e inclusive que nuestros
sentimientos se vuelvan sensibles a su belleza.
Terminada
su frase ambos guardaron tácito silencio y continuaron caminando y admirando
las construcciones. Llegaron a una “y” griega en donde encontraron de frente un
edificio de cuatro pisos en color crema, en su fachada lucía una reluciente
estrella dorada, de más de medio piso de tamaño, ungida con una corona del
mismo color y franqueada por cuatro grandes relieves de figuras humanas.
-¡Qué belleza! –exclamó él-
-Sí, la gente que vive aquí es
afortunada, pues está rodeada de esta hermosa arquitectura.
A
sugerencia de Alexia tomaron a su
derecha y continuaron el camino admirando los hermosos edificios que
encontraban a su paso. Al cabo de unas calles llegaron a una pequeña plaza triangular
y continuaron caminando hasta la esquina derecha de la misma, conforme fueron
avanzando vieron que la calle, después de la esquina, se ampliaba y no muy
lejos se apreciaba una majestuosa construcción gótica con dos imponentes
torres.
-¡Qué hermosa!
-Sí, es la iglesia de Tyn, en
seguida iremos, pero primero déjame mostrarte algo.
Avanzaron
unos pasos por la amplia avenida, de lado derecho continuaron los llamativos
edificios color pastel, mientras que de lado izquierdo los edificios eran más
sobrios. Empero, al llegar a la esquina se encontraron con una antigua torre de
corte gótico y en su parte media dos círculos de colores azul rey, turquesa y
dorado, principalmente Alexia le explicó:
-Es el reloj más antiguo de la
edad media. En la esfera inferior se representan los meses del año y se pueden
apreciar los signos del zodiaco. En la esfera superior se representan las
órbitas del sol y la luna.
Interrumpió
su explicación para ver su reloj y continuó. Poco a poco la gente comenzaba a
congregarse frente a la torre.
-En la parte superior a los
costados del reloj están las figuras del Turco, la Avaricia, la Vanidad y la
Muerte y espera unos minutos y verás algo hermoso.
Mientras
ella hablaba, Carlos no perdía detalle de su rostro, del cual no podía apartar
la vista, sus grandes y expresivos ojos eran un imán para los suyos. Deseó
tocarla, sentir levemente en las yemas de sus dedos su atractiva piel, pero no
se atrevió.
-Mira. Allá arriba.
Apartó
su mirada de Alexia y dirigió su mirada a donde su acompañante le indicó. En la
parte superior del reloj, mientras se escuchaban unas campanadas, comenzaron a
salir por una puerta unas figuras y a desfilar frente a la multitud congregada.
-Son los doce apóstoles –le
mencionó la joven-
-Qué increíble reloj, jamás había
visto algo igual.
Terminado
el desfile de las figuras, se dirigieron a la plaza que se encontraba a un
lado.
-Es uno de los atractivos de la
ciudad. Mira esta es la plaza de la ciudad Vieja, puedes apreciar los hermosos
edificios de su alrededor.
-Parece mentira que pueda haber
tantos edificios tan hermosos como los que hay aquí.
En
ese momento, sintió que podía hacer un comentario que la halagara y le
permitiera dar un pequeño paso.
-Por cierto, cambiando un poco de
tema. Y con todo respeto; el que una mujer tan atractiva como tu me acompañe en
este increíble recorrido admirando esta hermosa ciudad me parece algo
extraordinario.
El
sutil comentario tomó por sorpresa a Alexia, quien fiel a su línea personal,
siempre había procurado marcar una barrera entre su vida laboral y personal, de
tal manera que sus compañeros de trabajo y amigos la trataban con familiaridad,
sin intentar franquear esa frontera. Sin embargo, dada la sutileza del
comentario y para disipar cualquier mal entendido respondió.
-Te agradezco tu comentario, pero
te recomiendo que te concentres básicamente en la belleza de Praga. Ven, vamos
a ver la iglesia de Tyn, con mis amigas no tuvimos tiempo de visitarla. Así que
ahora quiero aprovechar.
Inconsciente
de que sus palabras fueron enmarcadas con una cálida sonrisa, Carlos las tomó
más como una tácita aceptación de su piropo que como un rechazo al mismo. Eso,
desde luego lo entusiasmó. Alexia al terminar su comentario e invitación dedujo
que las palabras de su compañero eran un sutil halago y pensó que hacía mucho
tiempo no había recibido o escuchado algo así. Entraron el templo y se
encontraron en una hermosa iglesia con columnas y paredes de mármol blanco y
rosa, combinado con adornos dorados al estilo barroco, todo un banquete para los
sentidos.
-No tengo palabras para expresar
lo que siento en este momento. –dijo él-
Alexia
educada en la religión católica al ver la belleza del recinto se sintió
afortunada y trasportada a un mundo ideal. Sólo atinó a lanzar un profundo
suspiro y sus ojos se le nublaron. De reojo Carlos notó la situación de su
compañera y tomó su mano, dándole un débil apretón, para acompañarla en su
sentir. Alexia no retiro su mano, recibió la solidaridad de su compatriota y
lanzó un segundo suspiro, en seguida separaron sus manos.
-¿Nos vamos? –preguntó ella-
-Vámonos.
CAPITULO IV
Continuaron
caminando por las calles de la ciudad Vieja, admirando los edificios, cuando
Alexia comentó:
-Creo que debemos de regresar al
puente de Carlos para que aprecies esa parte de la ciudad iluminada. Aunque
antes vamos a pasar a la Torre de la Pólvora.
-Pero ya son más de las ocho y
media.
-No te preocupes, en verano la
cierran a las diez de la noche.
Carlos
se sentía cansado y hubiera preferido sentarse en algún restaurante a tomar
algo, sin embargo el entusiasmo e iniciativa de Alexia le impedía poner
objeción alguna a la propuesta, tras de si dejaron la iglesia y se internaron
en la Ciudad, caminaron por una adoquinada calle, sin banquetas, flanqueados
por los indescriptibles edificios y al cabo de unos metros vieron la Torre.
Desde donde estaban se apreciaba su altura de aproximadamente diez pisos, de
construcción cuadrangular con una amplia fachada en la que se apreciaban tres
grandes ventanales, permitía pasar por en medio de ella, a través de un gran
arco, el tráfico de vehículos, estaba rematada, al igual que el torreón del
puente de Carlos, en sus ángulos superiores con cuatro grandes pináculos negros
en cuya punta había esferas doradas y en medio por un gran pináculo trapezoide
de color negro. Se acercaron y Alexia le propuso pasar a visitar el interior.
Una vez que Carlos compró los boletos de entrada (la potosina insistió en pagar
su boleto, pero él no se lo permitió), pasaron a su interior en el cual
apreciaron diversas armaduras, así como parte de la historia de Praga, aunque
lo más hermoso fue la vista que les brindo la ciudad desde la parte superior de
la torre. Eso si, al llegar al final, contrario a su acompañante, a Carlos le
faltaba aire.
-¿Cómo le haces para estar tan
fresca?
-Es que todos los días nado una
hora.
-Aaaah –dijo un poco abochornado-
La
vista que ofrecía la parte alta de la Torre era magnifica desde sus cuatro
costados se podía admirar gran parte de la Ciudad Vieja, que a esa hora se
encontraba iluminada.
-¡Qué belleza y qué tranquilidad!
–comentó Carlos- al momento que lanzaba un suspiro.
-Sí, me podría pasar horas en
este lugar, que a pesar de estar en medio de la ciudad es un remanso de paz y
beldad.
-Estoy de acuerdo contigo y te
doy gracias, porque si no fuera por tí, nunca habría vivido esta experiencia.
-No tienes nada que agradecer. Yo
también lo estoy disfrutando, pues el otro día que vine con mis amigas fue en
la mañana y parece mentira, pero de noche es muy diferente al estar aquí que de
día.
Ambos
se expresaban con tranquilidad, con placer, sin tomar en cuenta el tiempo que
pasaron admirando la Ciudad. Aproximadamente treinta minutos después decidieron
bajar, lo hicieron sin prisas, disfrutando cada paso que daban, ya en la calle
Alexia le propuso.
-Mira aquí a lado esta la Casa
Municipal, es uno de los mas emblemáticos edificios construidos en estilo Art
Nouveau en Praga, si quieres vamos a verla antes de ir a ver el puente Carlos.
-Claro que si. –respondió
entusiasmado-
Pasaron
a un lado de la Torre, caminaron unos cuantos pasos a su izquierda y se
encontraron con una llamativa construcción de dos pisos, si bien la noche y el
alumbrado del edificio distorsionaban los colores del mismo, se podía apreciar
que su fachada era de color crema, sus techos y vivos eran verdes. El edificio
se extendía a lo largo de dos calles en la misma manzana. Destacaba en el
centro de su fachada, exactamente en la esquina de las calles, un hermoso mural
semicircular y bajo este una llamativa terraza, circundada por un artístico
barandal de color verde con vivos dorados.
-Pero es que aquí la belleza es
interminable –balbuceó Carlos-
-Sí, cada paso que das por Praga
es un gusto a los sentidos.
Carlos
miró calle abajo y se encontró con más de los llamativos y singulares edificios
del lugar.
-Tienes toda la razón, es un
regalo a los sentidos. Por donde hemos caminado y hacia donde he volteado, sólo
he encontrado belleza. Esta es una ciudad extraordinaria.
-Bueno, pues ahora vamos a ver el
Puente Carlos.
-Pues vamos a ver a mi tocayo.
-Jeje, es cierto se llama igual
que tú. Pues vamos a ver a tu tocayo.
Alexia
escogió atravesar en diagonal por diferentes callejones el trayecto hacia el
puente, para que su compañero conociera esa parte de la ciudad de noche, él iba
extasiado volviendo la vista en todas direcciones, comentándole o señalándole
alguna construcción o fachada que llamaba su atención, lo cual era continuo.
Ella siempre con una sonrisa confirmaba sus laudatorios comentarios. Al fin
llegaron al puente, pero no al de Carlos, si no al que inicialmente el mexicano
había confundido con el primero.
-Este no es el puente.
-No este no es el Puente Carlos,
pero desde este vamos a ver el de Carlos.
-¿Y este puente tiene nombre?
-Creo que se llama el Puente de
las Legiones, pero no estoy segura.
Él
se daba cuenta de que no sólo era una mujer atractiva y simpática, sino que era
culta y conocedora de la Ciudad. Caminaron hasta la parte media del puente y
desde ahí pudieron apreciar el otro puente y en la margen derecha del rio los
edificios señoriales, en la margen izquierda, en una parte alta le señaló el
castillo de Praga, todo ello iluminado, el espectáculo era grandioso. Con voz
suave y pausada expresó su sentir del momento.
-Hay ocasiones que se convierten
en especiales por el momento, el lugar, el ambiente y la compañía y creo que
esta es una de esas ocasiones. Me siento arrobado, transportado, siento que
este es uno de los más hermosos momentos de mi vida.
Alexia
no manifestó nada, dejó que el comentario de su compañero flotara en el aire,
empero compartió el mismo sentimiento y razonamiento. Sin decir más palabras
permanecieron embelesados con el panorama. Él sintió unos enormes deseos de
abrazarla, pero se contuvo. Ella se sentía cómoda, aunque algo inquieta dentro de
si. Sólo tenía algunas horas de convivir con Carlos, no obstante se sentía a
gusto con él, la comunión de emociones ante la belleza de Praga, la hacia
sentirse empática con su coterráneo. Transcurrieron en su actividad
contemplativa más de treinta minutos, al cabo de los cuales, al unísono, ambos
voltearon a verse y dijeron:
-¿Nos vamos?
De
inmediato los dos soltaron una carcajada de sorpresa y alegría.
-¡Qué coordinación! No cabe duda
que hacemos un buen equipo.
-Es cierto –expresó Alexia con una
de sus radiantes sonrisas- ven vamos a cruzar el puente, hay un hermoso jardín
del otro lado.
La
noche era agradable, no hacia frío y el lugar estaba casi desierto, eran pocas
las personas que transitaban por él. Caminaron hasta llegar a la entrada de un
restaurante de nombre Mlynska kavarna. Curiosamente para entrar en el recinto
había que cruzar un pequeño puente de madera, a un costado de la entrada se
encontraba una noria, impulsada por el arroyo que corría bajo el puente. El
tenue alumbrado de la entrada le daba un singular toque romántico. Carlos se
acordó que no había comido y que a esa hora les vendría bien cenar, por lo que
se lo propuso:
-¿Te parece bien si cenamos aquí?
-Sí.
Más
que un restaurante resultó ser un acogedor café en donde ambos pidieron cerveza
checa y consumieron algunas botanas checas como el bramboraki (hot cakes de
papa fritos) y bratwursts (salchichas encurtidas), que les encantaron.
-¡Qué rápido se ha ido el día!
-Sí, cuando estas a gusto se va
rápido el tiempo.
Sentados
en una pequeña mesa, de frente el uno de la otra, Carlos contemplaba embelesado
el rostro de Alexia, sus finos rasgos resplandecían cuando sonreía y en cada
sonrisa unos delineados labios daban paso a una hermosa dentadura.
-¿Qué haces, no me estas
escuchando?
-Sí, tienes razón, discúlpame. Es
que estaba abstraído viendo tu rostro.
Aparentemente
indiferente al comentario, añadió:
-Pues como te decía, mi trabajo
me encanta, lo disfruto mucho.
-Te entiendo, cuando di clases en
la Universidad viví una experiencia increíble.
Hablaron
de sus vivencias universitarias con alegría y entusiasmo. Para ambos
representaba una hermosa etapa de su vida, se identificaron no sólo en la
necesidad de dar más que conocimientos, sino en la gran responsabilidad que
implicaba formar a la juventud. Compartieron diversas experiencias, tanto
jocosas como amargas. Al final del tema, ya se consideraban antiguos colegas.
El ambiente en el lugar era festivo y se combinaban nacionales con turistas, el
tiempo se fue ligero. Carlos no tenía prisa en irse. Alexia, por su parte,
estaba disfrutando la conversación como hacia tiempo no lo hacia con un hombre
y deseaba permanecer más tiempo en el café, sin embargo no quiso ser una
molestia para su compañero, así que le preguntó mirando su reloj:
-¿Cuándo gustes nos vamos? Creo
que ya es un poco tarde.
-Por mi no hay problema, pero no
te preocupes, en seguida pido la cuenta.
Al
decir esto, a su pesar, le hizo una seña al mesero y este al cabo de unos
instantes les llevó la cuenta. Ella quiso pagar su parte, pero el no se lo
permitió. El hotel de Alexia no se encontraba lejos, así que decidieron caminar
hasta él. En la noche Praga dejaba de ser esa ciudad maravillosa para
convertirse en un lugar extraordinario, si de día se podía decir que era un
lugar increíble, de noche se volvía inefable.
-Siempre pensé que Brujas era la
Ciudad más hermosa de Europa, sin embargo, me doy cuenta de que estaba
equivocado, creo que la más bella es Praga -comentó Carlos-
-No conozco mucho de Europa, como
te dije este es mi primer viaje, pero esta Ciudad es un sueño.
-Que bueno que nos tocó vivir
estos momentos, creo que nunca los olvidare.
-Yo tampoco.
La
noche era templada y ambos caminaban sin prisa disfrutando Praga, él le
preguntó.
-¿Y actualmente andas con
alguien?
-No, después de mi divorcio tuve
una relación, pero no funcionó y desde entonces continuo así.
-¿Pero una mujer tan guapa como
tú, no has tenido pretendientes?
-Algunos, pero primero que nada
no se trata de tener una relación porque si y hasta el momento no he encontrado
a nadie con quien me pueda identificar. Por lo demás, entre la Universidad y mi
hijo difícilmente tengo tiempo para alguien. ¿Y tú?
-Como te comenté tengo una
relación fallida con una española. En el tiempo que ha durado me he percatado
de que las mentalidades española y mexicana son muy distintas, contrariamente a
lo que se pudiera pensar en razón de las raíces e idioma.
-Por lo que me cuentas debe de
ser difícil con tu amiga. –no se atrevió a decir esposa o pareja, sin embargo
se aventuró a cuestionar- ¿Pero estás casado?
-No –no quiso decirle que vivían
juntos- creo que fue un error esta situación. Finalmente, creo que como las
mujeres mexicanas no hay mejores. En términos generales, son cálidas y,
perdóname que te lo diga, muy ardientes en comparación con las españolas.
En
ese momento Alexia recordó como su ex marido le recriminó durante todo su
matrimonio su frigidez, culpándola de su precoz eyaculación y se sintió
mortificada, sólo alcanzó a lanzar un suspiro que pasó desapercibido para su
acompañante.
-Aunque –continuo hablando
Carlos- es difícil encontrar a la persona ideal, con el tiempo he aprendido a
aceptar a la gente y tratar de sobrellevar las situaciones.
-Sí, es muy complicada una
relación entre un hombre y una mujer. Deben de amarse mucho para poder sacar
adelante la relación.
-Lo importante es no perder la
esperanza y tener el corazón abierto para cuando se presente la oportunidad de
conocer a la persona ideal. Al menos eso pienso.
-O, vivir la vida sin esperar esa
oportunidad hasta que se de. En mi caso, creo que el amor llegará a mi vida
repentinamente, sin pensarlo, sin proponérmelo. No soy de las mujeres que se
fijan en un hombre como objetivo. Creo en el flechazo y la espontaneidad del
momento.
-Qué hermosa expectativa del
amor.
-Es mi expectativa.
Mientras
caminaban y platicaban, él deseaba tomarla de la mano, abrazarla y besarla,
pero se contenía por temor a su reacción. Ella se sentía a gusto charlando con
él, curiosamente le inspiraba la suficiente confianza para comentarle sus
pensamientos acerca del amor, los cuales a veces le resultaba difícil
comentárselos a sus amigas. Pero con Carlos se sentía libre, estando al otro
lado del mar, en un país desconocido y sin miradas indiscretas o inquisitivas
alrededor, se sentía con plena libertad para hablar de ese tema y de muchos
más. Por otra parte, conforme más hablaban más puntos de comunión encontraba.
En suma, estaba muy cómoda con la compañía de Carlos, como hacia tiempo no lo
sentía con ninguno de sus amigos.
Continuaron
profundizando en el tema y coincidiendo en la mayoría de sus opiniones, hasta
que llegaron al hotel de Alexia, permanecieron en el lobby algunos minutos,
durante los cuales el quería pedirle pasar a su habitación. Empero, no se
atrevió. Ella aunque estaba disfrutando esos momentos, no quiso abusar del
tiempo de Carlos y se despidió de él. Quedaron que al día siguiente se verían
en su hotel en donde desayunarían y se irían a recorrer Praga. Se despidieron
con los dos besos españoles y acariciadoras miradas.
Ya
en su habitación, Alexia no dejó de recordar todos los momentos que pasó con
Carlos y lo agradables que le resultaron, aunque por la situación de su amigo y
los pocos días que iban a pasar juntos sabia que poco o nada podía esperar.
Durante
todo el trayecto del hotel de Alexia a su hotel, sólo pensó en los maravillosos
momentos que vivió con su amiga. Su rostro estaba gravado en todos sus
pensamientos, sus finas facciones y sus grandes ojos eran inolvidables. Como
caminando en nubes entró en su habitación, comenzó a desvestirse pensando en el
maravilloso día que le esperaba en unas horas, cuando, al sacar sus cosas de
los bolsillos y colocarlas en la cómoda, sacó su teléfono celular y se acordó
de Laura. Ese recuerdo le cayó como una cubeta de agua fría.
-Laura -dijo en voz alta, se
había olvidado de ella. En seguida prendió su móvil y de inmediato le
aparecieron en la pantalla cinco llamadas perdidas de Laura. Antes de llamarla
meditó en que decirle para permanecer en Praga, dedujo que plantearle la situación
de aprovechar lo pagado sería lo mejor, en seguida le marcó y ella le
respondió-
-¿Dónde te has metido? Te he
llamado toda la tarde
-Ah si, disculpa, es que apagué
el móvil y ya no lo encendí hasta ahora. ¿Cómo estuvo el viaje?
-Bien, desde que llegué estoy
preparando la audiencia de mañana, probablemente no duerma. ¿Por cierto, ya
arreglaste lo de tu regreso?
-Creo que lo mejor es que
aprovechemos lo que ya pagamos y me quede hasta el domingo.
-No es lo que acordamos, pero si
prefieres quedarte a estar conmigo, has como creas que es lo mejor –y colgó-
CAPITULO V
Al
día siguiente a primera hora Carlos se levantó con un entusiasmo que hacia
tiempo no tenia, la sola idea de pasar todo el día con Alexia le subyugaba.
Nunca pensó que este viaje a Praga le fuera a brindar una oportunidad de vivir
una experiencia como la que estaba disfrutando. Hacía tiempo que había perdido
toda esperanza de conocer a alguien que pudiera hacerle sentir lo que estaba
sintiendo. La sola idea de ver en breve a su nueva amiga lo tenia eufórico. En
ello estaba cuando sonó su móvil, era Laura.
-Hola –contestó-
-Hola, ya dentro de un rato me
voy a los juzgados.
-Ah que bien, ¿ya tienes todo
listo?
-Si, ya preparé todo. Te llamó
para saber que has pensado de tu regreso.
-Lo que dijimos ayer que regresó
el domingo.
-Pensé que habías recapacitado y
que regresabas hoy. Pero veo que no. En fin, has lo que te de la gana.
-Que te vaya bien. Adiós.
-Adiós.
Alexia
como de costumbre se levantó de buen humor y sin darse cuenta se puso a cantar
mientras se bañaba. En cuanto cayó en la cuenta de lo que estaba haciendo se
rió, diciéndose qué pasa muchacha, a qué se debe que estés tan contenta.
Entonces, esbozó una sonrisa recordando a Carlos y se volvió a decir: calma
potosina, no te “aloques” que está comprometido y sólo van a estar dos días más
en Praga.
A
las ocho y media de la mañana Carlos llegó al hotel de Alexia, este daba de
frente al Moldava. Entró al restaurante, la joven lo estaba esperando sentada
en una mesa, al verla se acercó a ella y poniéndole una mano en la espalda la
saludo con dos besos en la mejilla. Al igual que el día anterior llevaba unos
jeans, sólo que ahora vestía una ligera blusa de color coral que al igual que
la anterior resaltaba la belleza de su rostro. El saludo se dio en un ambiente
cordial y familiar.
-Hola, qué tal. Dormiste bien –preguntó
Carlos-
-Sí, muy bien y tú.
-También bien. ¿Y cuál es el
itinerario de hoy?
-Hoy vamos a visitar el Castillo
de Praga, que según dicen es el más grande de Europa.
-Suena interesante.
-Eso si, prepárate para caminar
todo el día.
-Desayunaré fuerte para aguantar.
Terminado
el desayuno Alexia subió a su habitación a lavarse los dientes y a recoger su
bolso. Ya de regreso lo condujo hasta la parada de la línea 22 del tranvía y subieron
en él. El viaje resultó ser un agradable paseo por la Ciudad y una interesante
remontada de una colina. Compraron su boletos y comenzaron a visitar los
diferentes recintos, empezando por la pinacoteca, las salas de exposición eran
espaciosas y su decorado acorde con el imperial estilo de la ciudad, la
recorrieron pausadamente admirando las pinturas, de vez en cuando
intercambiaban algún comentario en voz baja, acorde al discreto silencio que
imperaba en el recinto. Una vez que recorrieron todas las salas salieron de la
galería.
-¡Qué hermosas pinturas y qué
increíble museo!
-Si, a mi también me gusto mucho.
–vio su reloj y añadió- vamos a la entrada del palacio, pues dentro de unos
treinta minutos será el cambio de guardia y hay que ganar un buen lugar para
apreciarla.
-Pues vamos.
Llegaron
a las puertas del Castillo, frente a ellas se encontraba una gran explanada y a
su izquierda un balcón natural del que se podía apreciar gran parte de la
ciudad. Mientras se colocaban en un buen sitio pasaron frente a ellos un par de
jóvenes matrimonios, con sus vestidos de novias y su traje formal, iban
sonrientes, paseándose acompañados por algunos amigos y sus respectivos
fotógrafos. Carlos un poco desconcertado le comentó a su compañera:
-Qué curioso, que anden los
novios por la calle.
-Sí, en algunas ocasiones me tocó
ver a parejas de novios paseándose por la ciudad, al parecer es una costumbre
en Praga.
-Pues que hermosa costumbre.
-Sí, el ver a los novios recién
casados felices y sonrientes es algo hermoso que alegra.
Al
cabo de algunos minutos una banda militar comenzó a tocar una marcha y se
inició la ceremonia del cambio de la guardia real, en donde los gallardos
soldados enfundados en elegantes uniformes azules llevaron a cabo su cometido
con precisión y elegancia. Finalizado el evento, él comento:
-Qué bonito.
-Después de Inglaterra y España,
este es el más admirable.
-¿Has estado en Londres y Madrid?
-No, sólo lo leí.
-Ah
-Ven, vamos a que disfrutes un
poco de la vista de la Ciudad –y lo llevó al principio del balcón- mira que
hermosa panorámica.
-Es preciosa esta vista, como tú
–al decir esto le dirigió una reverente mirada-
Desconcertada,
pero alagada, cambió el tema
-Ahora vamos a la catedral.
Entraron
por la puerta principal del enrejado, en ese momento la tomó del hombro para
sorpresa de Alexia, sin embargo el gesto se podía interpretar como una simple
cortesía de parte de Carlos. No obstante esto le agrado a ella. Pasaron a
través de un pasaje y al salir de este en un espacio de pocos metros, se encontraron
de frente las puertas de la Catedral de San Vito, el poco espacio no les
permitió admirar en perspectiva la fachada de la iglesia, pero no por ello se
percataron de su hermosura de estilo gótico. Entraron al templo y comenzaron a
admirar su interior, formado por tres grandes naves, en su parte posterior
había enormes ventanas con significativos y llamativos vitrales, tomaron a su
mano izquierda y comenzaron a admirar el interior de la catedral, poco antes de
la mitad del recorrido Carlos vio una figura que le resultó familiar,
acompañada de dos mujeres, y se lo comunicó a Alexia:
-Mira. Ese es Adal Ramones.
-¿De veras?
-Sí. Pregúntale.
Se
acerco tímidamente y le preguntó:
-¿Tú eres Adal Ramones?
Sus
acompañantes avanzaron un poco y el hombre comenzó a hablar en un idioma
desconocido para ambos, pero que sonaba a Europa del este. Desconcertada
permaneció a su lado escuchando su perorata, hasta que Carlos, en son burlón le
espetó un:
-Aja.
En
ese momento los saludo en español. Carlos admiraba las dotes histriónicas de
Adal, pensaba que con sus dotes y talento podría hacer grandes cosas, sin
necesidad del doble sentido, por ello reprobaba su constante y continuo humor
alburero y sobre todo su famoso y viral “güey”, y así se lo hizo saber.
-¿Sábes? He recibido correos
electrónicos en los que manifiestan su desacuerdo con tu famoso “güey”.
-En serio –respondió Adal- es que
por cada “güey” que se dice en televisión me pagan regalías.
-¿De veras? –preguntó asombrado
Carlos, imaginando las ganancias-
-No, no es cierto.
Los
tres se rieron discretamente, pues estaban dentro de una iglesia. Charlaron
unos minutos más y el actor se despidió, integrándose con su pareja y una guía,
según supuso Carlos.
-¿Qué agradable es, verdad? –mencionó
Alexia-
-Agradable y amable.
Continuaron
su visita a la Catedral, al pasar por la parte posterior el pasillo se volvió
angosto y por el flujo de personas, Carlos se colocó a la espalda de su
compañera, para evitar separarse de ella, le puso su mano derecha sobre su
hombro, así hasta que salieron a la nave, caminaron admirando la estructura y
llegaron a la calle. Ella lo llevó al costado izquierdo de la Catedral, a un
amplio claro a fin de que pudiera verla por fuera desde una buena distancia y
apreciar el perfil de la construcción. Ahí se sentaron en una banca de madera.
-Qué increíble construcción.
-Sí. –Le respondió Alexia-
Desde
ese lugar pudieron apreciar la maravillosa Catedral.
-El poder estar en este lugar,
admirando esta belleza, tu y yo –enfatizó estas tres palabras- apartados del
mundo, sin más preocupación que la de disfrutar el momento me parece
maravilloso.
-A mi también –contestó Alexia-
-¿Quién nos iba a decir que nos
conoceríamos aquí y que compartiríamos estos momentos?
-Si no hubiera sido por el error
en el boleto, ahora estaría en Budapest con mis amigas. Aunque déjame decirte
que no creo en las casualidades. Todo sucede por una razón.
-En eso tienes razón –dijo Carlos
en tono de broma, parafraseando a Alexia y ambos rieron-
-Pues vamos a continuar.
-Pues vámonos.
Pasaron
al Castillo y caminaron por los amplios recintos, subieron a una torre, en la
cual a través de sus grandes ventanas permitía admirar la Ciudad de Praga.
Visitaron el salón del trono y tras una vitrina admiraron las joyas de la
corona. Para Carlos era una experiencia maravillosa el ver tanta belleza
acompañado de Alexia, para ella el poder disfrutar nuevamente de estas
maravillas se veía potenciada con la compañía de su coterráneo. Caminaron por
el callejón del oro admirando las casitas multicolores, otrora habitadas por
orfebres. Y desde luego que no dejaron de visitar la Basílica y Convento de San
Jorge y las torres Dalvorka, de la Pólvora, la Blanca y la Negra. Al salir de
la última torre, Carlos, bastante cansado y hambriento, vio que su reloj
marcaba las cuatro y media de la tarde y justo cuando pasaban por una especie
de cafetería, sutilmente se dirigió a Alexia.
-No se si deseas que comamos
algo.
-Si, ¿verdad? Ya tengo un poco de
hambre.
-Sí gustas podemos comer ahí
–señaló la cafetería-
-¿Sabes? en la calle de la
entrada se encuentra un excelente restaurante. La vez que vine con mis amigas
no pudimos entrar debido a que algunas querían ir a visitar otros lugares y me
quede con las ganas de ir. ¿Te parece bien si vamos?
-Si claro que si. ¿Y como se
llama?
-Tiene un nombre raro, como todos
los nombres checos, pero creo que se llama Lvi Dvur.
-Pues vamos.
El
restaurante resultó estar en una esquina, justo enfrente de la parada del
tranvía. Entraron y por la hora no había muchos comensales, así que les
asignaron una mesa en la terraza frente al Jardín Real, la vista que presentaba
permitía sentirse dentro de un entorno natural y, por ende, respirar
tranquilidad. Alexia pidió una ensalada de rúcula con queso de cabra, rábanos y nueces y
de plato fuerte Krušovice goulash de ternera con albóndigas de pan, él pidió
Lomo de cerdo asado con ragout de setas y puré de papas con tocino, y para
acompañar la comida Carlos, a sugestión del mesero, escogió vino tinto de la
región, un Lemberger 2008. Conforme comían y bebían más a gusto se encontraban
los dos, Alexia risueña por naturaleza no dejaba de sonreír al cabo de cada
frase que pronunciaba.
-¿Alguna vez has pensado en rehacer tu vida?
–inquirió Carlos-
-Claro que si……..
-¿Pero?
-Pero no se trata de rehacerla con la primera
persona que se me presente. Lo de menos es acostarme con cualquiera, pero eso
no es lo que deseo para mi. El tener sexo, por el sexo se me hace algo vacío.
Creo que cualquier relación debe de estar sustentada sobre la base de un sentimiento.
De lo contrario se vuelve vacua.
-Si, creo que te entiendo. Aunque eso suena un
poco difícil de llevar a cabo.
-No me importa si lo consigo o no, ni el tiempo
que me lleve. Lo que me importa es tener una relación basada en el amor y no en
el deseo.
En
ese momento Carlos alargo delicadamente su mano hasta el rostro de alexia y le
retiro un mechón de pelo que le obstruía su ojo. Ella sintió tenuemente el roce
de la yema del dedo sobre su rostro y la sensación le agradó. Continuaron su
charla la cual iba desde aspectos docentes, hasta temas políticos de México, en
los cuales coincidían en sus puntos de vista. Terminada la opípara comida y
vacía la botella de vino, pidieron les recomendaran dos postres, la sugerencia
que les hizo el mesero fue: un “Warm strudel” de manzana con salsa de vainilla,
que él escogió y pastel de chocolate con “coulis” de frambuesa lágrima para
ella, acompañados con una taza de café.
Cuando
cada uno tuvo su postre, Carlos le preguntó a Alexia:
-¿Cómo está tu pastel?
-Muy rico. ¿Quieres probarlo? –al decir esto le
acercó el tenedor con un trozo de pastel a la boca-
-Mmmm de veras esta rico –e hizo
otro tanto con su strudel-
Ella
lo recibió con agrado en su boca, y ambos cruzaron una tierna mirada, enmarcada
con una dulce sonrisa de Alexia. Terminada la comida Carlos pagó la cuenta, a
pesar de las protestas de su acompañante pues ella pretendía cubrir la mitad.
Salieron del restaurante y comenzaron a caminar por el Jardín Real, el cual se
encontraba sin visitantes, probablemente por la hora, la tarde era cálida, se
oía el trinar de los pájaros. La sensación de satisfacción y bienestar era
mayúscula, de forma natural la tomó de la mano y ella se dejo guiar por las
veredas. De vez en cuando volvían sus rostros hacia si e intercambiaban una
elocuente mirada y una delineada sonrisa. Cruzaron una pequeña barda y él se
detuvo, se plantó frente a ella y le acaricio suavemente su rostro, Alexia
desconcertada e impactada, recibió con agrado la caricia, mientras Carlos
dirigía su mirada hacia el lugar de su mimo, ella entrecerró sus ojos y se dejó
llevar por la sensación en su piel. Carlos pasó su mano al cuello de su
compañera y acercó sus labios a los de ella. Alexia entreabrió sus finos y
firmes labios para recibir a Carlos, entonces ambos se unieron en un prolongado
y vehemente beso, al termino del cual la joven extasiada en voz baja expresó:
-No puede ser.
-¿Qué?
-Esto que me está sucediendo. No
puede ser.
En
ese momento la abrazó tan fuerte como pudo y ella correspondió con la misma intensidad,
él se separó un poco y busco los labios de alexia, quien retribuyó con la misma
viveza que emanaba de su compañero. Al cabo de unos instantes, sus besos se
tornaron apacibles y delicados y volvieron a abrazarse. Alexia volvió a
proferir con suave voz:
-No puede ser.
-¿No puede ser qué?
-Que me esté pasando esto.
-¿Cuál?
-Que este a tu lado de la forma
en que estoy.
-¿Te incomoda? – inquirió
preocupado-
-No. No es eso. Es que todo esto
es tan repentino, tan inesperado.
-Lo se. Yo mismo no se lo que
está pasando. Pero es que esto rebaza mi entendimiento y voluntad. Sólo se que
desde ayer que te conocí has impactado mi vida.
-Tu lo has dicho, no tenemos ni
cuarenta y ocho horas de habernos conocido y esta sucediendo esto. Es que no lo
puedo creer.
-Yo tampoco, tal vez por lo
maravilloso.
Dicho
esto, la atrajo hacia si y comenzaron a besarse, se sentaron en una banca y
dejaron que el tiempo transcurriera, comenzó a anochecer y ellos continuaron
abrazados y besándose. Cariñosamente Alexia mencionó:
-No se lo que nos está pasando,
pero es algo hermoso.
-Yo tampoco lo entiendo muy bien,
sin embargo coincido contigo.
-Pero te das cuenta de que en
horas nos vamos a dejar de ver.
-Tienes toda la razón, pero por
favor no pienses en ello. Hay oportunidades únicas en la vida y creo que esta
es una de ellas.
En
ese momento acerco sus labios a los de su acompañante y la besó. Alexia dentro
de su desconcierto, tuvo claro lo expresado por Carlos, pues nunca en su vida
había sentido lo que su corazón estaba experimentando en esos momentos, lo cual
era más fuerte que su entendimiento y su razón y correspondió al beso con todas
sus fuerzas. Ninguno de los dos deseaba abandonar la banca, sin embargo la
joven preocupada por que su compañero conociera la ciudad le expresó:
-Mi cielo –al decir estas
palabras se sorprendió de haberlas pronunciado y por el tono que con que
salieron de su boca- tenemos que continuar con la visita a Praga.
Carlos
lanzó un suspiro y manifestó:
-A pesar de que tienes razón,
preferiría permanecer aquí contigo que continuar con la visita.
-Yo también, pero piensa que al
final de cuentas vamos a estar juntos.
-Es cierto, vámonos, antes de que
me arrepienta. Por cierto ¿A donde vamos?
-A la plaza de Wenceslao. Según
leí, este es un héroe nacional.
CAPITULO VI
Abordaron
el tranvía de regreso, se apearon en la Ciudad Vieja y caminaron hasta el
inicio de la Plaza, que asemeja más a una gran avenida con varias calles de
extensión, al final de las cuales, en una pequeña colina al centro, se
encontraba el monumento de Wenceslao. Caminaron sobre la acera de su derecha,
tomados de la mano, se detenían frecuentemente para abrazarse y besarse, cuando
esto no sucedía admiraban los escaparates de los negocios. Uno que les llamó la
atención fue en él que tras el aparador se encontraba una pileta de cristal
llena de agua, con peces y algunas personas sentadas frente a la pila con los
pies dentro del agua y los peces pegados a ellos. Continuaron su andar hasta
llegar al monumento, lo observaron y volvieron a besarse profusamente.
Decidieron regresar a la Ciudad Vieja por la acera contraria y en su camino
continuaron con su rutina, al pasar frente a un restaurante escucharon la
música de un piano y decidieron entrar, curiosamente el restaurante se llamaba
“COMO”. Ya que no tenían mucho apetito, decidieron pedir un plato de carnes
frías y quesos. Para acompañar el plato, le preguntaron al mesero por la bebida
típica del país y este les recomendó el becherovka, el cual aceptaron. El licor
servido frio resultó delicioso aromático con un tenue sabor a clavo. La velada,
amenizada con la suave música de románticas melodías era el marco perfecto para
las miradas y besos de Carlos y Alexia. Cerca de las once de la noche el
pianista cesó sus interpretaciones y decidieron marcharse, caminaron por la
plaza hasta la Ciudad Vieja, atravesaron esta, envueltos por su belleza, rumbo
al hotel de Alexia el camino se alargo debido a las constantes paradas que
efectuaban para besarse. Al fin llegaron a las puertas del hotel, tímidamente Carlos
le preguntó:
-¿Te puedo acompañar a tu
habitación?
Respondió
con un sutil y aterciopelado:
-Si.
Subieron
al cuarto piso y entraron a una habitación con vista al Moldava, el espectáculo
era soberbio. Alexia iba a encender las luces, sin embargo Carlos, le pidió que
no lo hiciera, la tomó de la mano y la llevó frente a la ventana, ahí
disfrutaron de una maravillosa vista, lentamente la atrajo hacia si, quedando
la ventana como marco a sus siluetas, se acercó a Alexia, la abrazó y la besó,
la joven empezó a experimentar una sensación desconocida que comenzó a
apoderarse de su voluntad y hacerla perder el control y conciencia de si misma,
los besos de Carlos se extendieron a su cuello, mientras sus manos acariciaban,
bajo su coral blusa, frenéticamente su espalda. Sin saberlo el deseo comenzó a
apoderarse de su cuerpo y este se volvió hipersensible a las caricias que su
compañero le prodigaba, la despojó de su blusa y sostén, quedando al aire unos
redondos y apetitosos senos, bajó sus labios hasta ellos y comenzó a besarlos,
sin apartar sus manos de su espalda, entonces para sorpresa y desconcierto de
Alexia, sintió algo desconocido hasta ese momento: un intenso y prolongado
orgasmo al unísono que emitía un gemido de placer. Carlos estupefacto por el
efecto conseguido con sus besos, continuó con su labor, arrancando del cuerpo
de su amiga innumerables orgasmos, al cabo de los mismos le desabrochó el
pantalón y ella se lo quitó dejando al descubierto un hermoso y atlético
cuerpo; de inmediato él se desnudo y de pie siguieron besándose, sintiendo en
sus cuerpos el deseo de unirse en uno sólo. Carlos la llevó a la cama y ella se
recostó boca arriba, entonces el se colocó sobre ella y se besaron
apasionadamente, él le besó el cuello, sus senos y comenzó a bajar sus labios
por su vientre hasta llegar a su pubis, que se encontraba bellamente delineada,
y la besó repetidas veces. La sensación que Alexia experimentaba iba más allá
de todo lo que había sentido e imaginado y dejándose llevar por esta, llegó
repetidas veces al clímax. En su fuero interno no alcanzaba a entender que le
estaba sucediendo, con su ex esposo nunca había sentido ni remotamente lo que
estaba percibiendo y con su anterior pareja, sus sensaciones encontraron cierto
eco, pero jamás como lo estaba viviendo en esos momentos. Al cabo de algunos
orgasmos, Carlos cesó su actividad y volvió a besar sus labios, todo en ellos
era pasión y entrega, entonces la tomó e hicieron el amor hasta quedar
exhaustos. Desnudos, durmieron abrazados. Por la mañana él se despertó al ver
luz en la ventana, entonces se incorporó y vio el rostro de Alexia que
recostado sobre la almohada mostraba tres cuartos de su perfil izquierdo, el
resto de su cuerpo lo cubrían los cobertores, se quedo extasiado admirando sus
finos rasgos y sus grandes ojos cerrados, era tal la pasividad y tranquilidad
con que dormía que no se alcanzaba a escuchar su respiración, ni a percibir
movimiento alguno en su cuerpo, permaneció embelesado durante varios minutos
viendo el rostro de la joven. Hacia muchos años que se había acostumbrado a
vivir una vida plana, sin emociones, sin altibajos sentimentales. Su vida con
Laura era rutinaria, tanto en actividades como en sentimientos, al cabo del
tiempo su comportamiento era como el de un vetusto matrimonio, en el que la
ausencia de sexo e ilusión eran el común denominador. Por ello, lo que estaba
viviendo con Alexia lo hacia resurgir de las cenizas de su relación con Laura,
como resurgió el ave Fénix. Se acostó nuevamente a la espalda de Alexia y por
debajo de la sábana juntando su cuerpo con el de ella la abrazó, adormilada
sintió el cuerpo de Carlos y recibió con agrado su brazo, emitiendo un
amodorrado.
-Ummmm que rico.
-Delicioso.
-¿Qué hora es?
-Aun es temprano, no son más de las siete.
-Si quieres nos levantamos.
-En este momento lo único que deseo es permanecer así.
Se incorporó un poco y ella volteo su
rostro:
-Eres tan hermosa, que podría pasarme toda la vida
admirándote.
-Ay mi vida.
-En serio eres una mujer espectacular, cualquier hombre
se sentiría orgulloso de caminar a tu lado.
-Que lindo eres.
Acercó sus labios a los de ella y la
besó tiernamente, espaciadamente, degustó sus labios con calma, disfrutando el
contacto con los mismos. Con su mano en el pecho de Alexia, comenzó a
acariciarle su seno y esta profirió un apasionado:
-Ay mi vida, ay mi vida, no me hagas eso.
-¿Porqué?
-No ves como me pongo.
-Precisamente por eso lo hago.
Carlos continuó acariciando el seno y
su pezón y sucedió lo inevitable, alcanzó el orgasmo. A este le sucedieron varios
más a lo cual la joven expresó:
-No es posible, no es posible, no es posible.
Con parsimonia comenzó a hacer el
amor con su compañera, uno tras otro, se sucedieron los orgasmos, hasta que
profirió:
-Ya no puedo más.
Entonces ambos alcanzaron al unísono
el clímax, permaneciendo abrazados, así permanecieron durante varios minutos,
al cabo de los cuales él se separó recostándose boca arriba y atrayéndola para
que posara su cabeza sobre su pecho, para comenzar a acariciar su sedoso
cabello y de vez en cuando darle un beso en su cabeza. Finalmente el cansancio
los venció y se durmieron. Al despertar se besaron tiernamente y él le susurró:
-En verdad eres una mujer preciosa.
Contra el deseo de ambos se
levantaron y ella entró a la regadera a bañarse, al cabo de unos instantes
Carlos la alcanzó. Para Alexia el agua siempre había sido un importante
elemento en su vida, por el cual tenia una especial predilección, así que
cuando su compañero se puso a su lado y comenzó a besarla cayéndoles el agua, experimento por primera vez ese
indescriptible placer. Carlos tomó un jabón y con una esponja enjabonó el
cuerpo de Alexia, una vez que ella se enjuago, hizo lo propio con Carlos, hasta
que él se enjuago, obviamente el baño duró más tiempo del normal. Al fin terminaron
de bañarse, se secaron y se vistieron, durante todo este tiempo interrumpían
continuamente sus actividades para darse apasionados besos. Por fin salieron de
la habitación y desayunaron en el restaurante del hotel, durante esté sus
miradas se volvieron más elocuentes que las palabras, al darse cuenta Alexia de
ello, meditabunda manifestó:
-¿Que es lo que nos está sucediendo?
-Creo que estamos viviendo una experiencia que
pocos tiene oportunidad de vivir. Me parece que nuestros corazones se están
encontrando.
-¿Pero es posible? Si no tenemos ni cuarenta y
ocho horas de conocernos. ¿Cómo es posible que esté sintiendo lo que estoy
sintiendo?
-Pues lo mismo me pasa a mí. A tu lado me siento
inmensamente feliz. Es más, a pesar de que sólo llevamos unas horas de
conocernos, me parece que te conozco de toda la vida.
-Que curioso, yo siento lo mismo.
Entonces,
ambos entrecerraron su ojos, acercaron sus labios y unieron sus bocas en un
prolongado beso, al cabo del cual Carlos inquirió:
-¿Y ahora dónde vamos?
-Vamos al monte Petrin.
-¿Y qué es el monte Petrin? ¿Está
muy lejos?
-Es un jardín, desde el cual
puedes apreciar la ciudad y está muy cerca.
-Pues vamos.
Caminaron
tomados de la mano y besándose continuamente hasta la parada del tranvía, lo
abordaron y como iba lleno, tuvieron que permanecer de pie, lo que les permitió
continuar con sus miradas y besos. Se bajaron cuando Alexia lo indicó y tras
caminar unos metros, abordaron un simpático funicular, al cabo de unos minutos
y una estación intermedia, llegaron a su destino. Al salir de la estación tomaron
a su mano izquierda y a de unos pasos se encontraron con un hermoso jardín de
rosas de variados colores, al caminar por sus pasillos no podían contener la
emoción que les proporcionaba contemplar tanta belleza, y entonces se fundieron
en un apasionado beso, rodeados de rosas. Continuaron su visita, caminado por
las veredas del jardín, admirando sus prados y frondosos árboles. Su andar era
lento, para disfrutar tanta belleza no había prisa, al contrario, entre más
lento se avanzara más se apreciaba el lugar, pero sobre todo, se disfrutaban a
ellos mismos. En su caminar, al ver a parejas y familias sentadas en el pasto,
bajo la sombra de un árbol, Carlos la condujo bajo un enorme árbol y se
sentaron a su sombra.
-No puedo creer que ahora mismo
esté contigo en este hermoso lugar –manifestó lanzándole una tierna mirada a
Alexia-
-Yo estoy en la misma situación,
jamás me imagine que viviera lo que estoy viviendo. Es que puedo decir que no
te conozco y que me siento increíblemente bien contigo.
Al
termino de su frase se abrazaron tan fuerte como las fuerzas de ambos lo
permitieron, así permanecieron durante un tiempo, después del cual se separaron
y se quedaron mirando a los ojos.
-Qué hermosa eres.
-Qué guapo estás.
Ese
pequeño dialogo termino con un apasionado beso y un prolongado abrazo, durante
el cual, Alexia dejó escapar uno que otro suspiro. Permanecieron bajo el árbol
veinte minutos más, finalmente ella le expresó:
-Aun tenemos que visitar la torre
de aquí.
-No creo que nada pueda ser más
atractivo e interesante que estar aquí a tu lado. Pero, vamos a donde digas.
Perezosamente
se levantó y le tendió la mano a su compañera para ayudarla a incorporarse.
Tomados de la mano caminaron hasta la torre que Alexia había mencionado, la
cual resultó ser similar a la Torre Eiffel.
-¿Te gusta?
-Sí, está muy bonita. ¿Qué altura
tiene?
-Como unos sesenta metros.
-Como un edificio de veinte
pisos.
-Ven. Vamos a subir.
Atisbando
sólo escaleras para subir, dudó un poco en consentir.
-Pero es un poco pesado subir por
las escaleras.
-Sólo son doscientos noventa y
nueve escalones –dijo riendo por ver el espanto de su compañero-
-Bueno, si consideras que vale la
pena adelante –respondió resignado-
-Claro que si. Además te juego una
carrera, a ver quien llega primero.
Carlos
procuraba hacer una hora de ejercicio todas las mañanas, no obstante ello,
comprendía la diferencia entre hacer ejercicio en un gimnasio y subir
escaleras. Sin embargo, sabia que no podía decir o hacer nada en contrario,
pues se vería mal a los ojos de Alexia. Al llegar a la torre, con una sonrisa,
la joven le espetó:
-Listo para la carrera.
-Listo.
Entonces
con una iridiscente sonrisa expresó:
-Era broma, vamos a subir por el
elevador.
Él
sonrió y subieron por el elevador hasta el mirador de la Torre. La vista de la
ciudad resultó espectacular y ello amerito un apasionado y prolongado beso.
Permanecieron en la Torre por mas de treinta minutos. No tenían prisa, era
disfrutarse disfrutando la excepcional vista. Bajaron de la Torre y volvieron
sobre sus pasos hasta la estación del funicular, descendieron y tomaron un
tranvía de regreso a la Ciudad Vieja. Alexia lo llevó a visitar las sinagogas,
aunque por ser sábado no pudieron entrar y por fuera visitaron el antiguo
cementerio judío. Eran poco más de las cuatro de la tarde cuando decidieron ir
a comer, escogieron un pequeño restaurante que encontraron cerca de una de las
sinagogas que visitaron. Ella pidió un plato de spanelsky ptacek
(rollo de carne de ternera enrollado) y él svikova (una especie de rost beef).
Acompañados de frescas cervezas checas. Para el postre el mesero les recomendó
la tarta de grosella negra que era la fruta de la estación, la cual resultó
deliciosa y a la que acompañaron con un café. Sus miradas continuaron diciendo
lo que sus corazones estaban sintiendo, sus labios siguieron uniéndose
continuamente y sus mentes se mantenían abstraídas de su realidad. Salieron del
restaurante y caminaron rumbo a la Ciudad Vieja, como había sucedido en las horas
anteriores, caminaban sin prisa, tomados de la mano, admirando las fachadas de
los edificios y desde luego besándose continuamente, en ello estaban cuando
Alexia le mencionó.
-¿Qué va a pasar con nosotros?
Esto
era algo que Carlos se había planteado y a lo que no tenia respuesta. Él mismo
ignoraba a dónde podría conducirlos su relación.
-No lo se. Sólo se que esto es
algo que nunca había vivido y es verdaderamente maravilloso.
-A veces pienso que me he
precipitado y que estoy haciendo algo indebido. Pero en cuanto veo tus ojos me
olvido de todo. Y esto me preocupa, pues tu vives en España y yo en México.
Carlos
sabía que Alexia tenía razón, los sentimientos de ambos habían surgido
exponencialmente arrasando cualquier razonamiento, sin embargo el tiempo que
tenían de conocerse, al final de cuentas, se reducía a poco mas de setenta y
dos horas. El razonamiento de su compañera lo llenó de angustia, pues en poco
menos de veinticuatro horas se despedirían, sin saber si se volverían a ver, y
lo peor, él tendría que regresar con Laura.
-A mi me pasa lo mismo. Pero
prefiero no pensar en ello.
-Después de conocerte nada va a
ser igual en mi vida. Sólo puedo decir que lo que estamos viviendo es un regalo
a nuestras vidas.
-Coincido totalmente contigo.
Conscientes
ambos de que su plática los acercaba al final de su relación, no dijeron más al
respecto. En cambio él le preguntó:
-¿A dónde vamos?
-Aquí –señalo la entrada a un
teatro- no puedes venir a Praga sin disfrutar una obra de teatro Negro.
-Porqué negro.
-Dentro lo descubrirás.
Compraron
las entradas y se acomodaron en unas butacas dentro de un pequeño teatro, ahí
permanecieron tomados de la mano. Carlos comprobó él por que del nombre cuando
vio la obra. Al final comentó:
-Nunca me hubiera imaginado una
obra de teatro así.
-¿Verdad que es original?
-Bastante original.
Eran
cerca de las diez de la noche, ninguno de los dos tenia apetito. Ambos sabían
que únicamente les quedaba esa noche y algunas horas de la mañana. Ninguno de
los dos se atrevía a proponer al otro qué hacer el resto del tiempo que les
quedaba libre. Caminaron unos pasos sin pronunciar palabra cuando al mismo
tiempo quisieron decir algo.
-Oye……
-Mira……..
Los
dos se rieron y se cedieron la palabra mutuamente. Él caballerosamente insistió
que fuera ella quien hablara, sin embargo ella permaneció en silencio,
dejándole la alternativa
-Quisiera decir muchas cosas,
pero no se que decir. Sólo que esta noche no quiero estar sin ti.
-A mi me pasa lo mismo –respondió
Alexia con la voz entrecortada-
Abrazados
caminaron hacia el hotel de la joven y dentro de la habitación bañados con la
luz de la luna que la inundaba se amaron tan intensamente como sus corazones,
mentes y cuerpos se lo permitieron. Alexia cada vez más sensible a las caricias
y besos de Carlos disfrutó su compañía como nunca antes lo había hecho con
nadie. Se sintió y supo amada, deseada y admirada. Carlos no cesó de ponderar
su belleza y lo increíble que resultaba estar a su lado, al fin al cabo de un
par de horas se durmieron abrazados.
Al
día siguiente, al despertarse Carlos, lo primero que hizo fue ver su reloj, que
marcaba las seis, recordó que su avión salía a las once de la mañana. Tenía el
tiempo justo para bañarse, ir a su hotel a recoger el equipaje y marcharse al
aeropuerto. Se percató que dentro de todo lo que habían hablado nunca se habían
puesto de acuerdo para ir al aeropuerto. Se detuvo unos momentos para admirar
el apacible rostro de Alexia y volvió a extasiarse con la belleza de sus finos
rasgos y esos parpados que escondían tras de si sus enormes y expresivos ojos.
Hasta donde el recordaba nunca había admirado tanto la belleza de una mujer. Al
cabo de unos instantes Alexia, entre abrió los ojos:
-Buenos días……amor.
-Buenos días mi vida. ¿Dormiste
bien?
-A tu lado de maravilla.
Él
se acercó y la besó sutilmente. Ella cerro sus ojos y adormilada correspondió.
Carlos le comentó:
-¿Sabes? me gustaría comenzar una
nueva vida contigo.
-¿Lo dices en serio?
-Si lo digo muy en serio.
-¿Pero nos acabamos de conocer?
-Sin embargo me parece que te
conozco de toda la vida.
-A mi me pasa lo mismo. Y me
encantaría vivir a tu lado. Sin embargo tu vives en España y yo en México.
-Si lo se. Pero creo que he
encontrado a la mujer de mi vida y no quisiera perderte.
-Pues tenemos una situación un
poco difícil.
-Nada que nuestros sentimientos y
esfuerzos no puedan vencer.
La
atrajo hacia sí y se abrazaron tan fuerte como pudieron, al estar así del fondo
del corazón de Carlos brotó un casi inaudible.
-Te amo…..te amo….te amo –poco a
poco fue aumentando de volumen, hasta convertirse en un fuerte- “te amo”
-Y yo mi vida. Te amo también.
Se
volvieron a abrazar intensamente durante algunos momentos. Ella un poco
preocupada por el tiempo le preguntó:
-¿A qué hora sale tu avión?
Miró
su reloj y vio que eran cerca de las siete de la mañana.
-Sale a las once ¿y el tuyo?
-A las doce.
-Si te parece bien me voy a mi
hotel recojo mis cosas y nos vemos en el aeropuerto dentro de dos horas y media
para desayunar y planear el futuro de nuestra vida.
Con
la ilusión reflejada en su mirada.
-Claro que si. Me parece un sueño
esto que estamos viviendo.
-Es un sueño. Al menos para mi.
Se
despidieron y Carlos se fue a su hotel en un taxi que hizo poco menos de
veinticinco minutos, él había calculado su horario en base a que el trayecto
del hotel al aeropuerto era de cerca de una hora. Alexia se levantó, se baño,
se vistió y comenzó a arreglarse, quería estar lo más guapa posible para Carlos
y ello le llevó un poco más de tiempo de lo normal, pero seguía estando en tiempo.
Al terminar preparó sus maletas eran poco menos de las ocho y media. Bajo a la
recepción y tuvo que esperar a que atendieran a tres personas que se
encontraban delante de ella. Cuando le tocó su turno miró la hora; eran las
ocho cuarenta y, pidió su cuenta. Una vez que se la presentaron entregó su
tarjeta de crédito para pagarla y resultó que la rechazaron. Insistieron dos
veces más, pero no pasó, entonces sacó su tarjeta de debito y esta fue
aceptada. Al salir del hotel su reloj marcaba las nueve de la mañana. A la
salida del hotel había un hombre esperando un taxi, así que se tuvo que esperar
a tomar el siguiente, su reloj indicaba las nueve con quince minutos.
Carlos
tuvo un poco de problemas para llegar al aeropuerto por causa del trafico, así
que llegó cerca de las diez. De inmediato buscó a Alexia y al no encontrarla
supuso que se encontraba en la sala de abordar. Por ello se dirigió al
mostrador de su línea aérea a documentar su equipaje. Impaciente veía como
avanzaba lentamente la fila de pasajeros. Se daba cuenta como el tiempo corría.
Pero se dijo:
-Lo importante es intercambiar
nuestros correos y teléfonos para estar en contacto. Poco a poco iremos
estableciendo nuestros canales de comunicación y veremos la forma de
encontrarnos.
Pasó
la revisión y comenzó a buscarla en las salas de abordar, al no encontrarla,
supuso que aun no había llegado, entonces se dirigió a la entrada con la
esperanza de verla al entrar.
Alexia
arribó al aeropuerto a las diez veinte. Echó una rápida ojeada por el aeropuerto
esperando encontrar a Carlos, después de recorrerlo todo, lo que le llevó más
de veinte minutos, se formó para documentar su equipaje con la esperanza de
encontrarlo en las salas de espera.
Carlos
permaneció, cada vez más impaciente, en la entrada principal a las salas de
abordaje, sin embargo no llegaba y los minutos corrían. De pronto escuchó que
por los altavoces del aeropuerto pronunciaron su nombre, como no entendía lo
que dijeron se acercó a un guarda y en inglés le preguntó si podía ayudarlo, esté
le respondió:
-Sólo falta el señor Carlos ….
Debe abordar el avión, lo están esperando.
Echó
una última mirada al pasillo y al no verla se dirigió a su avión. Cuando él
estaba entrando a su sala de abordar, Alexia llego a la entrada de las salas de
abordaje, pasó los controles de vigilancia y corrió por todas las salas
buscándolo, sin embargo no lo encontró, miró su reloj eran las once cinco.
En
el avión Carlos se sentía abatido, frustrado e impotente. Todas sus ilusiones
se habían convertido en cenizas. Sabia que regresaría a su monótona vida, en
donde a sus sesenta años poca esperanza tenia de volver a vivir una pasión como
la que había vivido.
Alexia
lloró, lloró en silencio sentada en una sala vacía de abordaje, el viaje ya no
sería el mismo y a su regreso a San Luis, difícilmente encontraría un amor como
el que había encontrado a sus cincuenta años, aunque como consuelo le esperaba
su hijo que pronto cumpliría los veinte años.
FIN