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lunes, 23 de diciembre de 2019

Entre un buey y una mula




Entre un buey y una mula


Aunque el camino no es escabroso, con el traqueteo de Trini, la burra, María acaba de romper aguas. José se apresura a encontrar el refugio más cercano antes de que caiga la noche. Cuando el sol se va, llega el frío, y hay que evitarlo. A lo lejos se vislumbra algo...
Es un pesebre, servirá de cobijo. Hay abundante y mullida paja, agua y dóciles animales. Pronto llegarán los pastores al final de su jornada.
En un momento se acomodan como en casa.
-   ¡Ya viene el niño José!
-   ¿Y si es niña?
-   Hazme caso, es niño.
Y nació Jesús, un niño...
Hace ya rato también llegaron los pastores, y fueron a buscar a sus vecinos y ofrecer al niño regalos de bienvenida. Quieren festejar la nueva vida.
Se ha hecho de noche. Sobre sus cabezas, una estrella brilla más que nunca. Es Sirius, la misma que esta noche brillará sobre ti. No dejes de salir a verla. Es Navidad y quiere anunciarte la buena nueva, no le cierres tu corazón. Feliz Navidad…

Guerrero 


** Imagen: Acuarela "Navidad en la sabana"

** Este relato lo publiqué el año pasado en mi otra casa 

** Os deseo a todos una feliz Navidad y un feliz año nuevo

sábado, 21 de diciembre de 2019

NAVIDAD

La imagen puede estar protegida por derechos de autor


NAVIDAD


            Desde mediados de noviembre una perniciosa angustia comenzó a apoderarse de su alma. Sin saber el motivo, todos los días se despertaba antes de las seis de la mañana, permaneciendo en su cama por más de una hora dando vueltas, hasta que finalmente se levantaba. A media mañana el sueño le vencía, empero por la noche no lograba conciliarlo hasta después de medianoche. Conforme pasaban los días su malestar aumentaba más y más. Por más que buscaba una puerta de salida, no lograba encontrarla.
            Por fin, llego el veinticuatro de diciembre, caminaba por las calles viendo a las personas con bolsas de regalos y sonrisas en los rostros. Se notaba la alegría de la navidad. Ello, sólo aumento su ansiedad. Procuro calmarse caminando un poco más de prisa, con la vista baja, tratando de abstraerse del sonido.
            Sin darse cuenta, poco más o menos a las nueve menos cuarto de la noche, llegó hasta el puente de Triana. Alzo la mirada y se pasmo con la belleza de la construcción, el correr del río Guadalquivir y del otro lado el famoso barrio. Lanzo un suspiro, al unísono que pensó que era una oportunidad de pasar por el puente y por su trágico trance. Comenzó a caminar, pensando en la puerta que acababa de abrírsele. Con esa idea llegó hasta la mitad del puente, ahí con lágrimas en los ojos de alegría y desesperación saltó. 

El Capitán


viernes, 20 de diciembre de 2019

Anestesia que algo queda


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Anestesia que algo queda

A Eufemio lo anestesiaron de pequeño para toda la vida. Por aquél entonces vivían en un tercer piso sin ascensor del Parque Amate de Sevilla. Su madre, Margarita, había hecho un curso de acupuntura por CCC, y con el curso le regalaron una guitarra. Dos meses y medio de acordes es la media general de aguante que tiene una persona aunque esta sea tu propia madre. Las agujas volaron como si una tribu de jíbaros hubiese atacado el bloque desde las copas de los árboles del parque. De las veinte que tenía el paquete, solo cinco se le clavaron, dos en el cuello y tres en la cabeza en el hemisferio derecho. Desde ese preciso momento, y sin saber por qué, Eufemio no solo no conoce el dolor, sino que progresó adecuadamente y hoy día es el virtuoso guitarrista que acompaña a su pareja, Carmen la de Amate, por los tablaos flamencos de Sevilla Este.

Una vez más escribo este relato al hilo del blog que conduce la amiga  Anita Dinamita (otrora Vicente)
Como bien dice ella, "estamos muy felices porque nuestro querido amigo Ernesto Ortega ha publicado el libro de microrrelatos con Enkuadres: Los defectos de la anestesia". Felicidades Ernesto
Y anestesiado he escrito...
Imagen de KozDos portada del libro

miércoles, 18 de diciembre de 2019

Aquella. Ella. Yo.

*Daniel Casares Román.

  Desde aquella posición se sentía privilegiada. En ese lugar podía ser ella. Desde ahí, lo observaba todo. Desde aquí, me siento segura y protegida.
  Miro como mis hermanos varones juguetean alegres y ausentes. Para ellos el destino les depara lo mejor de esta vida. Para mi, que ahora cumplo trece, ya está casi todo dicho. Pero no me rindo. No me resigno.
  Mi madre, víctima de si misma, sin saberlo me causa un enorme dolor. No puedo permitir que la duda me arrastre con ella. Es tanta la pena que siento que, hay veces que la ira se apodera de mi. Es una buena mujer. No quiero hacerle daño. Es cumplida, fiel y cuidadora. Todo lo que hace busca el bien. No es lo que yo quiero.
   Y están ellos. Recios cancerberos castradores. Mi padre lleva luchando décadas. Lo quiero. Lo admiro. Tiene tres hijas preciosas. Listas y trabajadoras. Nos ha educado para volar. 
   -No nos pertenecen -le decía incesantemente a mamá.
  Miro a través de aquella rendija y pienso que más allá de aquel horizonte hay una vida mejor. Me siento mujer. Femenina. Fuerte y con ganas de opinar, de aportar. No soy menos que nadie. Ahora he vuelto a casa y me acomodo de nuevo a observar por la rendija. Veo que no somos tan diferentes. Que aquí soy feliz. Que ahí, no lo son tanto. Que en ese lugar hay demasiado ruido. Que desde aquella posición he podido apreciar que, la felicidad está en la cosas pequeñas, en el tiempo lento, en lo cotidiano. Que desde aquí, desde mi rendija, sueño con que puedo hacer de esto una vida mejor.

jueves, 5 de diciembre de 2019

Ara.


       
    
    Era brillante. Todavía recuerdo con total nitidez como llegaba a la Facultad montada en su bicicleta de paseo y con sus libros metidos en la cesta. Y de como sus pantalones ceñidos balanceaban su magnífico culo al ritmo del pedalear. Era la hippie más atractiva de cuantas poblaban el campus universitario de Biología. Tenía una genética fuera de todo alcance. Pero, su esplendor no iba a resultar eterno.
Por aquel entonces, Ara seguía siendo una activista recalcitrante en busca de la redención de sus pecados, ya que por otro lado consumía como la más compulsiva de las antisistema en mercados, ferias, conferencias, talleres, cursos y másteres tematizados que ocupaban la mayor parte de su tiempo. Lo había convertido en algo vital. Sus amistades y su potenciales parejas futuras debían comulgar con alguna de estas prácticas además de ser fiel devoto de sus mantras. Participaba en revistas especializadas donde prestaba su pluma en artículos relacionados con su tema fetiche: el cambio climático. A mi me importaba mas bien poco si el mundo se iba a tomar gárgaras por culpa de una glaciación, un meteorito caído del espacio o una gran erupción que acabase con la cantidad de gentuza que poblaba la tierra. Yo había venido al mundo a disfrutar de mi hedonismo. Convertirme en el mártir de la causa por azar del destino no me atraía en absoluto. La vida me parecía tan hermosa como absurda, y entregarla sin mas recompensa que pasar a la posteridad una vez muerto era demasiado sacrificio para tan magna ofrenda. 
Fue en una de las múltiples y multitudinarias manifestaciones que por aquel entonces se estaban dando simultáneamente en diferentes lugares del globo cuando pude dirigirle por primera vez la palabra, oír su voz y probar a que olía. Fue en ese preciso momento cuando tome conciencia de que para Ara yo nunca había existido. Rara sensación para alguien que construye una historia entorno a otra persona y se da cuenta al cabo de mucho tiempo que el único personaje presente es uno mismo. En ese imaginario fabulé con la idea de que ella se estaba haciendo la indiferente para darse valor y así provocar el interés en mi. Me sentí un estúpido ante aquella chica que olía a pachuli. 
Ella nunca se supo observada. Esa primera impresión de verla y oírla de cerca me trajo diversas y contradictorias sensaciones que desmontaron algunos de los mitos que tenía formados. Su tono de voz resulto ser joven y tímido, cuando siempre lo imagine áspero, rudo y contundente. Detonaba inseguridad. Más tarde, cuando nuestra relación se afianzó, pude dar cuenta de mi apreciación inicial; era una chica extremadamente miedosa e insegura.
Fue mi amor platónico hasta que el sueño se transformó en realidad. Tarde, aun cuando la dicha es buena. Y digo buena por que en el fondo era eso, buena persona. Todo lo demás; su físico, su cara, su belleza en general, todo trascendió cuando descubrí en ella un enorme corazón. Pude disfrutarla un par de años antes de que las malas compañías, filibusteros de la causa medioambiental y periferias más pendiente de lo carnal que de lo espiritual, la arrastrasen hasta un camino sin retorno que acabó provocando el caos en una cabeza idealista y bienintencionada. El alcohol y las drogas acabarían dando con sus huesos en la mas absoluta mendicidad. A partir de ese momento, y por mas que lo intenté, no pude dar con el paradero de Ara que hasta ese momento frecuentaba según mi última pista los parques de la ciudad, pasando las noches resguardada bajo unos cartones reciclables soportando los azotes del calentamiento global.  

¿EL CAMBIO CLIMATICO?




¿EL CAMBIO CLIMATICO?


            Nacido en la década de los cincuenta, siempre tuvo presente el cuidado del agua, ya que constantemente escuchaba en la radio o por el televisor la necesidad de preservar el vital líquido. Así que, toda su vida procuró ahorrar lo más posible en su consumo personal y reparar de inmediato cualquier fuga en su casa. Cuando pasaba a un baño público en el que algún “irresponsable” dejaba goteando el grifo o llave del agua, o bien en el retrete corría sin cesar, de inmediato tomaba cartas en el asunto y procuraba remediar la situación. Siempre lamentó el descuido de las personas que no cambiaban los empaques de las llaves de agua cuando estas permitían el goteo continuo del vital líquido.

            Siempre pensó que, si todos cuidaran el consumo y evitaran las fugas de agua, la humanidad no tendría de que preocuparse. Y si bien, no hacía proselitismo de su pensamiento, confiaba que las campañas y su ejemplo fueran permeándose y ello permitiera que algún día existiera el cuidado y consumo optimo del agua.

            Orgulloso de su cuidado con el agua a lo largo de su vida y viendo como algunos dirigentes de varios países están en contra del cambio climático, se sintió parte de la solución. Por curiosidad quiso saber cuál era el consumo humano del agua, así que entro a internet y, para su sorpresa y abatimiento esta fue la respuesta: Del cien por ciento del consumo de agua dulce en el mundo*, el 65% se va al campo, el 25% a la industria y el 10% es para consumo humano.





* https://www.ambientum.com/enciclopedia_medioambiental/aguas/el-consumo-de-agua-en-porcentajes.asp

lunes, 2 de diciembre de 2019

La cumbre del clima y el oculista



La cumbre del clima y el oculista 

Miedo me dan estos chicos que nos quieren arreglar el mundo a golpe de decretos y leyes.
Para ello, asistirán al evento en vehículos eléctricos o cualquier otro medio en teoría “no contaminante”, es todo un detalle para la foto, sabiendo que muchos tienen aparcado el avión privado esperándoles, y quién sabe si arrancado para que no se enfríe. Pero no importa, han venido a decirnos lo mal que lo hacemos, y para ello igual nos toca pagar una tasa simplemente por mirar desde la otra acera.

Te dirán qué comer, cómo moverte, dónde vivir, qué leer, y además qué pensar. Todo un alarde del absolutismo más absoluto. Paradojas de la vida, enmascarado tras una energía “limpia” vuelve el rey Sol.

Además trae una inmensa corte de bufones, científicos, justificadores de ingentes subvenciones, periodistas, y mucho “enterao”. Llevan apuntados a la sopa boba tantos años que no permitirán que dudes o discrepes de sus conclusiones. Tampoco se han preguntado por quién los alimenta, ellos comen, y no miran al lado.

Han sido incapaces de ponerse de acuerdo en dar los pasos hacia una globalización sostenible, dejando que primen sus ocultos intereses, y ahora, para figurar que hacen algo quieren sacar pecho señalando la mota que tenemos en el ojo.

¡Qué caro nos va a salir el oculista!

Guerrero