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viernes, 31 de enero de 2020

Encontrados.

   


Las palabras se quedaron mudas, translúcidas ante tanta belleza. 
Ahí estás. Te encontré. Me encontraste. Nos encontramos. Nos encontró. 

   Mi vida llevaba años haciendo aguas. El barco se iba a pique, y la proa ya andaba sumergida si en alguna ocasión se mantuvo a flote. Ya no recordaba aquella recurrente pregunta que me hacía de chaval, y que en ese momento me vino a la memoria, que consistía en poner en aserto que alguien está para alguien. Y que ese alguien deambula por la vida sin saber, coincidiendo en espacio y tiempo. Y que en ese momento es, en el que dos personas se alinean, la una con la otra, cuando surge la magia. Y si además la música resulta como excusa, la banda sonora del primer beso parece asegurada. Pues eso mismo ocurrió; lejos, muy lejos. En el lugar y el momento. Sin palabras.

jueves, 30 de enero de 2020

Amor sin levadura


Amor sin levadura

Melibea no anda, desfila, con la misma naturalidad con la que Eufemio elabora cada madrugada el pan nuestro de cada día. Algo innato. Lo de Melibea, ya que lo de Eufemio viene de no más allá de un año, cuando lo llamaron del servicio andaluz de empleo y le ofrecieron el puesto de panadero. A las nueve de la mañana son ya los últimos coletazos de su día de trabajo, se ajusta el gorro y se acerca al ventanal. Ella no tardará en pasar. Eufemio lleva toda la noche ensayando un gesto que llame su atención a través del cristal.
Y ahí viene.
Levanta los brazos al cielo para que se fije en él y llevándose la mano derecha a sus labios le lanza un beso. Ella, sorprendida, esboza una sonrisa. Sin perder un solo segundo, Eufemio, acerca al cristal una tabla de madera que usa para amasar, en donde recortado sobre una fina capa de harina blanca, había escrito: "Sin palabras"

Guerrero

** Escribo este texto a propuesta de Jesús que ha querido que escribamos sobre la escena del relato/poesía "Sin palabras" del "Capitán"

Imagen tomada de la red