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domingo, 26 de agosto de 2018

Para los malentendidos.


Dios sabe que no tengo la culpa de lo que se dice por ahí. Algunos calculan atolondrados de cuanto estamos hablando. Otros apenas aciertan a saber cuanto hay de momento. El lugar preferido para los peregrinos como yo es el limbo. 
Recuerdo al único que atinó. Lo crucificaron en la plaza mayor como si fuera un pollo, empalándole por el culo una sarta de mentiras sin argumento. 
Se puede ser cínico y sin escrúpulos. Pero en lo que nunca se puede caer es en la torpeza. 
 A mi lado tengo a mi mejor amigo. Y lo llamo así porque siempre me dijeron que antes de morir estaría rodeado de mis seres queridos. A este lo quiero como a un hijo. Como al hijo de puta qué es. Por suerte para mí y para mis enemigos, aún pienso seguir vivo mientras la suerte me lo permita. ¡Ah!, olvidaba decirte una cosa, mi buen amigo; con suerte, de esta también salgo vivo...

1 comentario:

  1. El malentendido orbita el limbo, de ahí su torpeza.

    Gracias Jesús, me alegro de que escribas

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