Páginas

Translate

sábado, 21 de julio de 2012

GINETTA (Capítulo XI)


En el capítulo anterior:

  Pero ahí, estaba su padre. Su ser más querido. Permaneció unos días con ella. Y una vez que comenzó a restablecerse, se marchó. A los pocos meses recibió una lacónica llamada de su madre:
-Llamó para decirle que su papá falleció el día de ayer y hoy lo vamos a sepultar...

Capítulo XI:

-¿Queeee? ¿comooo?
-Como le digo. Hoy sepultamos a su papá.
-¿Pero que pasó?
-Antier le dio un infarto. Voy a colgar, pues tengo muchas cosas que hacer. Adiós.
De inmediato, se trasladó a su ciudad natal, a la casa de sus padres. Ahí, se encontró con todos sus hermanos, familiares y amistades. De inmediato supo, que ya habían sepultado a su papá. Con sus sentimientos confusos, se acercó a abrazar a su progenitora, tanto para consolarla, como para recibir consuelo, pero su madre, se mostró fría e impersonal con ella. Preguntó, por la ubicación de la sepultura de su padre y después de visitar su tumba, frente a la cual permaneció durante horas, llorando sola, se regresó a la capital, sin despedirse de nadie. El deceso de su padre le produjo un inmenso dolor en su corazón, así como un inconmensurable vacío, que nunca superaría. Sin contar, la impotencia de no haber estado cerca de él en sus últimos momentos.
  Desde su rompimiento conyugal, evitó o rechazo acercamientos sentimentales. Su experiencia matrimonial, se lo impedía; aunque no era obstáculo para que tuviera excelentes relación con cualquier hombre. Se sabia, atractiva. Era coqueta y le gustaba explotar sus encantos. Le agradaba que los hombres la admiraran. Uno de estos admiradores era “Chuy”, un hombre maduro, del norte que conoció, hacia seis meses, en una cena de una asociación benefactora. La platica, surgió de manera natural, al ser originario de Sonora. De inmediato surgió la química entre ellos. El era, un hombre tranquilo, con cierto sentido del humor, que le permitía expresarse sin ambages. No porque expresara ideas estrambóticas, sino porque bromeaba abiertamente, sin cortapisas. Infinidad de veces, sus risas, se convertían en abiertas carcajadas y él, con complicidad, reía con ella.
En un principio, tenían desayunos literarios, pues a ambos les gustaba la literatura y esporádicamente, compartían el primer alimento del día y sus lecturas. Posteriormente, cambiaron los desayunos por la comida. Para finalmente, compartir las cenas. Las cuales, se daban una o dos veces a la semana. En todos los casos, a Ginetta, le agradaban sus atenciones, ya fuera porque le abría la portezuela del coche o porque le arrimaba la silla, al momento de sentarse a la mesa, o porque le ofrecía su brazo, cuando cruzaban una calle. La periodista, llegó a la conclusión de que era todo un caballero, amén de lo simpático y agradable. “Chuy”, un hombre con negocios de venta de carne congelada, traída del norte a la capital, gozaba de una buena condición económica. Nunca se había casado. Así que estaba libre de compromisos. Las circunstancias, y la continua convivencia, comenzaron a despertar un sentimiento en el corazón de la joven. Sentimiento, que correspondió “Chuy”. Y una noche, sin mediar palabra, fuera del restaurant, esperando su coche, se abrazaron y lentamente se besaron. Y a partir, de ahí, comenzaron su relación. Pero, él no tenía prisa, así que dejó que los sentimientos fluyeran, maduraran y se afianzaran. Ginetta, por su parte, dejo muy claro, que mientras no hubiera un papel de por medio, ella no tendría ningún contacto físico, mas allá de lo del de un noviazgo convencional. El empresario aceptó la condición y las veces que trató de saltarse lo pactado, tuvieron serios altercados, al grado que la última vez, con una mirada y tono que no admitían, mas que un solo sí, le advirtió:


Continuará………………….


  El Capitán

No hay comentarios:

Publicar un comentario