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lunes, 25 de marzo de 2019

En aquella casa...


  En aquella casa ocurrían cosas extrañas. Cosas que, por insólitas que parezcan, se habían normalizado de tal manera que trascendía de lo común.
  Es de todos sabido que, en toda familia existe un denominador común en cuanto a comportamiento se refiere. Esto es lo que llegó a afirmar con rotundidad el médico forense antes de atravesar el porche que separaba el exterior del interior de la morada. Al abrir la puerta y contemplar la escena, tuvo que tragarse sus palabras. Aquella imagen pertenecía al submundo de lo extraordinario.
  En una primera visual de ciento ochenta grados, contempló atónito como un mar de escombros de desechos corporales, restos, y sobras taponaban la puerta que daba acceso a una de las estancias. Mas tarde supo, que la familia al completo se había trasladado a la planta baja ya que en la superior no cabía de tanta inmundicia acumulada.
  Gracias a sus enormes ventanales, desde la posición que ocupaba el sanitario, pudo contemplar como se perfilaba un grupo de siluetas. Colocándose las gafas de ver que le colgaban del cuello sujeta por un ajado cordoncillo, atinó a reconocer la figura de cuatro personas. Tres de ellas parecía estar arrodilladas, mientras la cuarta permanecía de espaldas. Esta última, de menor altura y mayor volumen, exhalaba humo de su boca en lo que parecían ser bocanadas a un cigarrillo. No tardó tiempo el facultativo en llamar la atención con su voz socarrada a los allí presente que, como alma que lleva el diablo, desaparecieron del encuadre que marcaba la puerta de entrada a la estancia perdiéndose por los recovecos de la habitación. 
  En la estampida hubo de todo; golpes, rotos, pero lo que más le llamó la atención es que tan solo el restallar de la atmósfera fue lo que dejaron a su paso. Retirando de un puntapié una rata que cruzaba justo delante suya en el momento de avanzar observó que, se habían asegurado, con una estrecha senda, una salida que les conducía al exterior de la casa. De esta manera concluyó que no siempre permanecían hacinados en su guarida. Algo o alguien les hacía salir de manera voluntaria o bien obligatoria... 

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