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martes, 7 de enero de 2014

No es verde todo lo que reluce



Horacio fue niño probeta, concebido en un aséptico laboratorio. Ese día, sábado, le tocaba a Andrea cubrir el turno de mañana. Siempre había querido ser médico, pero no llegó a terminar el bachiller, le gustó más salir que estudiar. Hizo brillantemente el curso de conductora de ambulancias de CEAC, sólo cuando terminó las prácticas se dio cuenta de que había una ambulancia por cada diez mil personas. No tuvo que pagar de nuevo matrícula para el curso de operadora de laboratorio, y ese sábado tocaba concebir a Horacio.

En el laboratorio todo relucía blanco, y Andrea, concentrada. Sólo el perfume penetrante con esencia de aloe vera escapaba a los protocolos. Aquellas células debieron empaparse como esponjas de un aroma intenso, porque nuestro Horacio siempre fue un ecologista radical. Llevaba años dedicado al cuidado y la protección del lince ibérico, había monitorizado miles de horas de observación y no dudó en acompañar durante dos semanas enteras a una lince en su natural tarea de parir. Donde dejaba mucho que desear era con la especie humana. No encontró tiempo para estar con su madre un solo día en su lenta agonía, moriría sola en la residencia. Tampoco llevó con éxito su vida de pareja, su ahora exmujer, antes de marcharse de casa le dejó una nota fría en el frigorífico: "ahí te quedas, biodesagradable". Y es que, no es verde todo lo que reluce.

Guerrero

** Imagen tomada de la red

2 comentarios:

  1. ¡Bravo Guerrero! Qué me gusta leerte cuando tomas este registro. Estoy convencido de que si aguantases esta intensidad, obtendrías en relatos más extensos, grandes resultados. Qué más puedo decir... me encantó!

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  2. Me agrada mucho leer tus relatos, siempre aprendo y disfruto, o disfruto y aprendo

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