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viernes, 27 de abril de 2012

GINETTA (Capítulo IV)




    En el capítulo anterior:

-Le estoy comentando a mi a´pa, que vamos a ir el próximo viernes unos amigos a la discoteca. –al decir esto, lanzo una mirada suplicante a su padre- que sí me deja ir.
-Yo creo que no debe ir. A esos lugares, no van jóvenes decentes.
-Claro que sí. Mi prima Ester, (era la hija de la hermana de su madre) ha ido varias veces y mi tía, no le dice nada.
-Pues eso no lo sabía. Creo que voy a tener que hablar con mi hermana.
-Por favor, deme permiso –nuevamente dirigió la mirada a su padre. Pero, este, con la misma, le indico que era su esposa quien tenía la última palabra-

Después de mucho insistir y con la ayuda de su progenitor, la señora Martina, accedió a la petición de su hija, con la única salvedad de que a mas tardar regresaran a las once de la noche. Esta hora, no es lo que ella hubiera deseado, pues el local lo cerraban a la una de la mañana. Pero, para ser la primera vez, sentía que había ganado una batalla. El viernes, a la hora acordada se presentó el joven a casa de Ginetta. Paso un momento, saludó y se despidió de doña Marina, con la promesa de regresar a la joven a la hora indicada. La discoteca, resulto ser una ilusión hecha realidad. Juan se portó de maravilla con ella. Ginetta, siguiendo las ordenes de su madre, solo tomo bebidas, sin alcohol. Y como una de sus aficiones, era el baile, para el cual era dotada, se la paso bailando todo el tiempo. Poco antes de las once, decidieron salir del recinto, pero el mesero, se tardó mucho en llevarles la cuenta, de tal manera que salieron unos minutos después de las once. Esto, no les preocupó mucho, pues en escasos diez minutos, estarían en la casa de la joven; como fue. A las once quince, Juan se estaba despidiendo de Ginetta, en la puerta de su casa. Esperó a que esta abriera la puerta. Una vez abierta, para sorpresa de ambos, se encontraron a la madre, quien sin mas, le plantó una sonora bofetada a la joven, al momento que le decía:
-Te dije a las once.
Juan, sin saber que decir se dio media vuelta y se retiró. Ginetta, estoica, sin decir palabra, cerro la puerta y se dirigió a su habitación. Minutos después, ya en su cama, lloró en silencio toda la noche.
Avergonzada por el incidente, se alejó de Juan y se dedicó la mayor parte del tiempo a preparar sus exámenes finales. Lo cual, le dio la excusa para no asistir a reuniones o fiestas. La relación con su madre, continuo como de costumbre: fría y distante. Aunque comprendió que las reglas las ponía, o mejor dicho las imponía su madre y que ni su progenitora, ni ella iban a cambiar. Por ello, decidió estudiar su carrera en la Ciudad de Monterrey. El motivo que les expuso a sus padres es que la Universidad que había escogido, contaba con los mejores profesores y planes del estudio de todo el norte de la república. Además, que era el mejor lugar para iniciarse en la práctica de su carrera, pues solo en Monterrey y en la capital del país, existían los medios informativos, lo bastante grandes y fuertes, para transmitir la información y ella, había decidido estudiar periodismo. Contrario a la reacción que esperaba de su madre; esta, tomo con cierta indiferencia el deseo de la joven y accedió a que estudiara, de acuerdo con la propuesta. Esto, desconcertó a Ginetta, quien pensó que a su madre le molestaba que viviera con ella, y en cambio le agradaba que se fuera de la casa. Por el contrario, su padre, tenía sentimientos cruzados, por una parte estaba apesadumbrado por la separación de su hija, mientras que por el otro alegre por la inteligencia, carácter y empuje de su descendiente. 

Continuará……………..

El Capitán.

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